En Madrid lo llaman «Debate sobre el Estado de la Nación». Se realiza una vez al año. En esta oportunidad tras la Investidura, el 25 de Abril de 2000, de un Aznar con mayoría absoluta. Y tras un año donde lo vasco, el PNV y el nacionalismo democrático, inundaba tertulias, informativos y editoriales. Toda mala noticia lo tapaba Euzkadi, Kosovo, el submarino, las vacas locas, la ley de extranjería, el maltrato a las mujeres. Siempre había una información sobre algo vasco que servía para atizar al PNV, y ocultar la realidad española.
Un año de petición continua de elecciones anticipadas, con 26 asesinatos de ETA, violencia callejera, dos mociones de censura, boicot de los presidentes de parlamentos autónomos, a J. M. Atutxa censura en Telemadrid, maniobra artera de la Democracia Cristiana, no hablar con el Lehendakari, insultos en el Parlamento Vasco, y criminalización del nacionalismo, desembocó en unas elecciones anticipadas el 13 de mayo de 2001. Apenas un mes después de esas elecciones llegó el Debate, mientras las encuestas, de forma recurrente, decían a todas horas que «el terrorismo, es el primer problema de España».
Tras la derrota del PP-PSOE el trece de mayo, Aznar parecía una tortuga volteada. No podía darse a si mismo la vuelta, movía las extremidades, mientras decía que lo que unos quieren a plazos, otros lo buscan al contado y que la sociedad vasca no estaba madura.
Sorpresivamente, lo que lo tapaba todo, de lo que se hablaba a todas horas, resulta que desapareció de todas partes.
Un periodista catalán lo resumía así: «La función de los pensadores rápidos, que sirven el «fast food» del pensamiento dual, está reservada en España a aquellos tertulianos orgánicos que han ocupado el lugar de los intelectuales críticos».
La víspera se decía que el Debate se iba a centrar en una corrupción, que ni se mentó, y en saber si Zapatero le ganaba por K.O. o por los puntos a un Aznar que, teóricamente, no iba a ser su contrincante en las próximas elecciones. De lo vasco, una leve mención al terrorismo en la comunicación del gobierno y ni una sola mención al 13 de mayo. No había ocurrido. No existió la jornada electoral.
No sé cómo hubiera sido el Debate si el 13 de mayo hubiera ganado el PP-PSOE y en éste contexto Mayor Oreja se preparara para su investidura en Gernika. Hubiéramos tenido que ir con ropa de camuflaje.
Pero eso es el Madrid político. Un ombligo representativo de un país de mentiras. De la noche a la mañana lo que parecía el no va más, desaparecía dramáticamente. Lo que era el problema más importante, se olvidaba. Lo que no gusta, se silencia, y surge con fuerza el nacionalismo español más rampante.
El miércoles, día siguiente del Debate, en caliente, todas las radios y los oyentes hablaron de las propuestas de IU y del PNV. Incluso sus portavoces superaron ampliamente al PP y al PSOE. Pero, ese día, los gabinetes de prensa de Moncloa, PP y PSOE, consideraron inadmisible este dato, y recondujeron la situación. Silencio al rojo-separatismo.
Al día siguiente, jueves, lo importante era que Zapatero no había estado mal, que Aznar es un sólido gobernante, que el PSOE tiene alternativa, y que Aznar con este Debate había superado el 13 de mayo.
Estando en ese análisis, de un país de mentiras, desgraciadamente, ETA, les hizo volver a la realidad. Una bicicleta bomba explotaba en el centro de Madrid. Seguramente esa iniciativa estaba preparada para la víspera, pero explotó el jueves, en plena discusión vacía de la política espectáculo madrileña. El general Justo Oreja, quedó malherido. Posteriormente, al mes, falleció.
Y sorpresivamente, se volvió a la realidad. ¿Qué había ocurrido?. ¿Cómo había sido posible tal cosa con lo bien que se lo estaban pasando con sus análisis de laboratorio?.
Pues sí. Había ocurrido.
La víspera nos habían tumbado una iniciativa sobre pacificación que había contado con el apoyo de CiU, IU y el Grupo Mixto. Y, durante el Debate, Aznar no había querido contestar a nuestro emplazamiento sobre lo que iba a hacer con un fenómeno de cuarenta años. Llevaba cinco de gobierno, se dedicaba a dar consejos a Arafat a todas horas y era incapaz de dar ninguna solución, salvo el decir enfático que el único problema que tiene lo vasco es ETA. Y se acabó.
Vía quijotesca al socialismo.
Así resumía un diputado del PP la alusión al Quijote en la intervención de Rodríguez Zapatero en su debut en el Debate. Pero a nosotros no nos preocupó nada la frivolidad que rodeó el análisis sobre la intervención del secretario general socialista, porque lo inquietante fue su silencio ante lo vasco. Lo mismo que el PP. Pacto de hierro con este partido y silencio ante el batacazo electoral.
Su alusión a Don Quijote no fue neutral. Le propuso a Aznar, celebrar en el 2004 el 400 aniversario de la figura de «El Quijote»: «hay que hacer un programa cultural dijo Zapatero para que hagamos que el siglo XXI, con esa potencia de lo que representa lo hispano, el Quijote, lo que simboliza, las oportunidades que tiene España, se convierta en un nuevo siglo de la cultura española».
El portavoz del PSOE, Jesús Caldera, lo terminó de redondear el miércoles: «El Quijote es reivindicar lo hispano. Pero ustedes, a los que tanto se les llena la boca de España, resultan incoherentes, como se ha visto con sus risas sobre El Quijote».
Para Zapatero la figura del Quijote no representaba el idealismo sino al hidalgo español de un país cuya constitución, tan sagrada, consagra la pluralidad de culturas y lenguas. De ahí que cuando hablé con él le dije que para ese planteamiento le iba mejor la figura de Sancho Panza. Me contestó si había escuchado su alusión a Borges cuando parafraseando había dicho «no nos une el amor, sino el espanto». Al parecer la alusión la hacía sobre los pactos con el PP, pero a nosotros, toda esa tibieza socialista de la actual cúpula, no de los diputados con los que hemos hablado muchísimo, no deja de preocuparnos.
Votaron en contra de las resoluciones sobre inversiones, desarrollo estatuario, pacificación y hasta Treviño. Parecían el rodillo del PP. Un partido sin política diferenciada y silenciando lo vasco de la misma manera que la derecha cavernaria. Uno sabe que estar en Madrid en minoría y en la oposición es tragarse un sapo cada día, pero en días como éstos, es tragarse sapo y medio.
Llamazares.
CiU tuvo que hacer el papel de alfombra por su debilidad en el Parlamento catalán que Aznar ni agradece, ni valora. Coalición Canaria, con CiU, sigue con su pacto porque, como dice Mauricio, quieren voz en Europa sin caer en los nacionalismos. Y ¿qué decir de IU?. Pues que juntamente con el PNV, somos la única oposición seria en aquel frontón.
Fue también la primera intervención de Llamazares y demostró que tiene un discurso ajustado y conectado con la realidad a la vez que busca soluciones. Nos votó en todas nuestras resoluciones e hicimos lo propio con la mayoría de las de ellos. Lástima que no tiene el líder de IU un físico televisivo porque con ese discurso y otro chasis, pondría en aprieto la vaciedad conceptual y política de un socialismo que solo hace política en función de la imagen, no de su ideología.
Resoluciones.
Tras el debate, y en base a lo hablado en él, cada Grupo presentó sus propuestas de resolución. Como el viernes explicaron Txabarri y Otxoa de Eribe, nosotros presentamos 17. Una la retiramos. La del Concierto, no fuera a ser que el rechazao de una resolución de este tipo, pusiera en peligro la propia negociación entre el Gobierno Vasco y el Central.
Nos admitieron una sobre inversiones. No hay que engañarse. Fue un gesto de Álvarez Cascos, ministro de Fomento. De no haber estado él, la hubieran tumbado con todas las demás.
¿Se acuerdan de aquella moción sobre el acercamiento de presos que incluso la había votado el PP? Pues la reproducimos y la votaron en contra. Lo mismo que los homenajes al exilio republicano. Todo fue a la basura. Estoy seguro que con la actual mentalidad involucionista del PP, el actual Estatuto, lo votarían en contra.
DECLARACION DE BARCELONA
Con este asunto tuvimos un éxito político, aunque no prosperó la votación.
Conjuntamente con CiU y el Bloque Nacionalista Gallego, presentamos una iniciativa sobre la lengua en las distintas administraciones para que el euskera, el catalán y el gallego, tengan el fomento, el respeto y el uso, que la ley consagra. Pues ni eso.
Mayor Oreja dijo tras las elecciones que iban a hacer una política más ajustada a la realidad. Pura palabrería. El PP votó en contra. Es lo mismo que hicieron con el Estatuto. Puro bla, bla, bla. Nada. Logramos sin embargo, por primera vez, que IU y el PSOE apoyaran la iniciativa. La propuesta obtuvo 158 votos a favor y 180 en contra. El PP y Coalición Canaria, la rechazaron. Una victoria moral, aunque una derrota numérica. Seguiremos insistiendo.
La pregunta.
El año pasado, en la Investidura, cuando no tenía posibilidad de réplica, Aznar machacó una pregunta. «¿Qué hace falta para que ustedes entiendan que su estrategia ha fracasado»?.
El resultado del 13 de mayo le dio la respuesta. El martes le hice la pregunta: «Que hace falta Sr. Aznar, para que usted admita que su estrategia ha fracasado?.
Lógicamente no me contestó. Quiso desde allí controlarle al Lehendakari y al PNV, cuando el Debate era para controlarle a él.
Lo malo fue la postura tibia del partido socialista y, lo peor, la nula capacidad de análisis de una opinión más interesada en si le ganó o no Zapatero a Aznar que en conocer las propuestas diferenciadas para abordar la solución de los problemas.
Pero esa es la España de pandereta que como me decía un buen amigo pasa en un segundo de «soleares a bulerías».
Con Euzkadi, se creyeron su propia mentira hasta que el jueves, ETA, con su bomba, les hizo bajar a tierra. Pero no abordaron en serio el problema porque el nacionalismo español es demasiado poderoso para admitir que lo vasco es un conflicto histórico de origen y naturaleza política. Esa es la clave. María Esther le puso a nuestro crío a ver el Debate. Cumplía ocho años. Al día siguiente le llamé desde Madrid: «Iker, ¿qué es lo que más te gustó?». Impertérrito me contestó: «cuándo el viejo se cayó de la silla».
Se refería a cuando el ministro de Administraciones Públicas, Jesús Posada se le estropeó el escaño y armó un revuelo. Un buen resumen para analizar lo ocurrido el martes en un país de mentiras. Y de pandereta.
Comentarios