Uno de estos años visité una de éstas ferias que tienen un poco de todo y en donde puedes encontrar desde un piano de cola a un peso, pasando por un elefante. Es un tipo de Feria vinculada a los carromatos y a los transportes de mudanzas.
No es la feria de Anticuarios, ni la de Almonedas, sino una más a ras de suelo. La de Desembalajes. Andando con los críos entre trastos me llamó la atención una placa en venta de Bilbao cuyo nombre había sido cambiado con la democracia. Me fijé en ella y leí “Calle del Comandante Velarde”. Y me vino a la mente una bonita historia ocurrida en 1964. La encontré entre los papeles de mi aita con la indicación de que Carlos Aguirrebeitia había sido el comandante del batallón Larrazabal con el que mi aita había estado en el Gorbea como Comisario y al quedar envueltos por las tropas sublevadas habían logrado salir hacia Bayona, ya caído Bilbao, y vivido allí junto con otros gudaris, entre ellos mi aita, como aparece en su semblanza. Con la fotografía que ilustra la presente aparecía esta nota en la revista de la Resistencia, “Gudari”:
Jefe de la Resistencia Vasca
Un Comandante de Gudaris ha muerto en Bilbao
El día 3 de septiembre de 1964 falleció repentinamente en su domicilio de Bilbao, el Comandante de Gudaris, Carlos de Aguirrebeitia.
Pletórico de facultades físicas e intelectuales, su muerte causó profunda emoción entre las numerosas amistades que contaba, y en particular, en el reducido número de compatriotas que, por medidas de seguridad, conocían a fondo su doble personalidad de hombre aparentemente apacible, dedicado exclusivamente a sus negocios y familia, tras la cual ocultaba la verdadera de activo Jefe de la Resistencia Vasca.
Comentaban sus amigos que Aguirrebeitia debió ser digno, grave, extenso en su pensamiento y conciso en las palabras, sencillo de maneras y alma, jamás alardeaba sus méritos, los cuales ocultaba o atribuía generosamente a sus compañeros de lucha, condiciones éstas que le granjearon el afecto y respeto de todos, convirtiéndose en puntal de la Resistencia Vasca.
Pertenecía por su edad, a aquella generación de hombres-jóvenes del 36 y no de jóvenes a secas que, con concepto de responsabilidad y disciplina, obedeciendo órdenes de sus burukides, dejaron a un lado en el momento preciso, las comodidades y conveniencia personal para lanzarse a defender Euzkadi en las trincheras, escribiendo con su sangre y heroísmo la página más concluyente de la historia de Euzkadi, la que logró alcanzar, bajo los postulados del Partido Nacionalista Vasco, las angulares piedras de un Gobierno y un Ejército propio reconocido por todos.
Afiliado al Partido Nacionalista Vasco desde muy joven, al iniciarse la guerra en Euzkadi se alistó en el Ejército Vasco, partiendo para el frente de Lekeitio en el Batallón “Munguía”, con el grado de Teniente.
Cada ejército tiene su manera de combatir y el Ejército Vasco, el “Euzko Gudarostea”, tenía la suya, distinta de las de su adversario.
Este, el ejército franquista, para asaltar las posiciones enemigas, adelantaba a sus alfereces provisionales, de los que tenía abundantes reservas a causa de su forma de reclutamiento. Para ser alférez provisional bastaba un título cualquiera, el de bachiller, el de comercio, el de seminarista o el de novicio. Con esto y unos cursillos breves se conseguía la estrella oficial.
Fueron pues los Alfereces provisionales y no los jefes y oficiales sublevados quienes asumieron los mayores riesgos en las filas facciosas, en contraste con los mandos de nuestro “Gudarostea” en que los Comandantes y en su defecto los Capitanes y Tenientes ocupaban en los combates los puestos más avanzados.
Así se explica la enorme proporción de bajas entre los Comandantes, Capitanes y Tenientes de nuestros batallones y lo que sucedió por poner un ejemplo, en la toma del Sebigain, por el “Arana-Goiri”, donde cayeron muertos o heridos el Comandante Bediaga y todos los Oficiales, teniendo que hacerse cargo del batallón, para evitar el desorden, el Capellán del mismo. De éste temple era también el Comandante del batallón “Larrazabal”, Carlos de Aguirrebeitia.
En Lekeitio fue ascendido por méritos adquiridos en la lucha, al grado de Capitán pasando a mandar la Compañía de Ametralladoras del mismo batallón, y en cuyo puesto se distinguió por su serenidad y valor en todos los encuentros con el enemigo.
El año 1937 fue ascendido al grado de Comandante (tenía entonces 23 años), siendo enviado al frente de Urkiola, cuyas posiciones atacaba fuertemente el enemigo, lanzado ya en su ofensiva sobre el resto del territorio de Euzkadi. En Urkiola tomó el mando del batallón “Larrazabal”, en cuyo puesto desempeñó valiosísimos servicios, conteniendo los avances del enemigo y permitiendo con ello la reorganización de otras fuerzas.
Posteriormente se trasladó con el Batallón Larrazabal al macizo del Gorbea, sosteniéndose en esta posición hasta los últimos momentos en que el ejército invasor amenazaba a Bilbao, siendo trasladado a la capital para su defensa.
En los demás combates que se libraron en la defensa de Bilbao y márgenes del Nervión, quedó desconectado de su batallón y envuelto por las fuerzas enemigas.
El Comandante Carlos de Aguirrebeitia no había nacido para rendir su bandera al enemigo. Aprovechando la oscuridad de la noche se embarcó en una motora en Zierbana saliendo a la mar a la vista del enemigo para trasladarse a San Juan de Luz, donde prosiguió la lucha desde diversos puestos.
Comisionado por el Partido Nacionalista Vasco para ocupar un puesto en la Jefatura de la Resistencia Vasca en el Interior se trasladó con tal motivo a Bilbao, donde seguidamente, inició su misión, sin valorar riesgos, sino la importancia de los objetivos que le habían sido señalados. Preparó y dirigió la voladura del monumento erigido en el Arenal de Bilbao al General Mola, el que había amenazado durante la guerra con arrasar lo que quedaba de Bizkaia cuando avanzaba con las tropas facciosas que ocuparon la capital.
Esta acción de la Resistencia, ejecutada en tiempos en que la dictadura franquista manejaba impunemente todos los medios del terror, produjo gran impresión en nuestro País, como los produjeron también la serie de cortes, reiterados en sucesivas conmemoraciones del “Aberri Eguna”, en la Radio Oficial de San Sebastián, mientras la emisora clandestina “Radio Euzkadi” entraba en la onda de aquella y se dirigía a la opinión vasca en los términos que empleaba la Resistencia. El Comandante Aguirrebeitia tuvo también una intervención decisiva en la preparación y desarrollo de las huelgas de 1947 y 1951. La huelga de mayo del 47 fue la primera manifestación importante de masas en país totalitario en la que intervinieron más de cien mil obreros de la zona vizcaína y la de abril del 51 se extendió a las regiones vascas de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra, participando en ella por encima de los trescientos mil parados.
En la difusión de la propaganda, en las pinturas murales, en la colocación de banderas vascas, tan eficaces para alimentar la moral de los resistentes, acreditó sus dotes de paciencia a toda prueba, abnegación y empuje, comunicándoselas a sus colaboradores.
A su dinamismo y capacidad de convicción se debieron en gran parte la organización del Partido Nacionalista Vasco en la postguerra, la de Euzko-Gaztedi y la Resistencia.
Por sus cualidades de organizador fue incorporado en 1958 al Bizkai Buru Batzar y poco después al Euzkadi Buru Batzar.
Durante la guerra como Comandante y después como jefe decidido de la resistencia y como burukide sereno con gran sentido de la responsabilidad que le incumbía, se hizo merecedor de todos los honores, que en vida rechazó siempre con gesto sobrio, pero que hoy no podemos silenciar sin faltar gravemente a la justicia.
En Carlos de Aguirrebeitia rendimos homenaje a los mandos de nuestro Ejército, a los Jefes de nuestra Resistencia y a los burukides de nuestro Partido, a los que se fueron y a los que todavía prosiguen esta lucha por la liberación de Euzkadi.
El Comandante Aguirrebeitia, deja en su tierra vasca muchos e imperecederos afectos y la brillante estela de su perseverante y disciplinada labor, llena de riesgos y éxitos durante 28 años, a las órdenes del Partido Nacionalista Vasco y al servicio de Euzkadi, labor de la que muchos jóvenes patriotas de hoy, sin ellos saberlo, son la consecuencia, el resultado.
¡Joven patriota! ¡Mendigozale!: cuando asciendas a las cimas de tu Patria, allí donde la represión no alcanza, donde la libertad individual existe, recuerda al que, sin tú saberlo, fue tu Jefe y orientó tus pensamientos y pasos hacia la libertad, y ora por él y su descanso en Dios. Cuando ante la acción o el peligro flaquee tu ánimo o la enervante espera influya en tu fe y en la confianza y disciplina que debes a tus jefes, piensa en él y sigue su ejemplo.
¡AGUR, Comandante Aguirrebeitia! Tus consignas y tus últimas órdenes serán cumplidas.
EL CAMBIO DE PLACA
Y tras esta reseña publicada en Gudari en 1964 y repartida clandestinamente, aparecía el cambio de nombre de la calle que da a la Plaza Nueva de Bilbao publicándose la reseña en la revista GUDARI que editábamos en Caracas. Decía así:
En homenaje al Comandante Aguirrebeitia LA RESISTENCIA cambió el nombre a una calle de Bilbao
El día 1º-01-1965 se celebró en Bilbao un sencillo pero emotivo acto de homenaje a la memoria del que, en vida, fue valeroso Jefe de la Resistencia Vasca, Comandante Aguirrebeitia. Eusko-Gaztedi (EGI), portadora actual del glorioso estandarte que los valientes gudaris flamearon en la lucha abierta contra los enemigos de Euzkadi en las cimas del Gorbea, Sollube, Intxortas, Jata y campos de Villarreal, en su deseo de perdurar el nombre y recuerdo de su antiguo Jefe, muerto en el constante servicio a la Patria, decidieron poner su nombre a una calle de Bilbao.
Para la elección del lugar se estableció previamente contacto con la Sección de Estadística del Ayuntamiento de Bilbao, cuyos funcionarios, conscientes de su misión al servicio del pueblo de quien dependen, prestaron la máxima facilidad y diligencia, señalando que la calle más indicada a tal fin era la denominada hasta el momento, calle del Comandante Velarde, personaje éste totalmente desconocido en la Villa y desligado en episodios históricos de Bilbao y el País Vasco.
Como corresponde a nuestra manera de ser, la ceremonia se llevó a cabo dentro de la mayor sencillez. La placa con el nombre del Comandante Aguirrebeitia fue colocada a primera hora de la madrugada, en presencia de varios jefes de Euzko-Gaztedi (EGI), autoridades del PNV y Euzko-Gudarostea. Unos momentos de silencio envueltos de emoción en posición de firmes y la decisión íntima de los asistentes de seguir adelante en la lucha por la libertad –eso fue todo- ante la presencia de los transeúntes que miraban la calle sin percatarse del acto que en ella se estaba secretamente celebrando.
A las doce y media se celebró una misa en San Antón, (la primera en que se aplicaba la liturgia en euskera), terminada la cual, el numeroso público que asistió a la misa se trasladó a la Calle del Comandante Aguirrebeitia (que es una transversal de la Calle Correo), desfilando en silencio ante la placa que le da nombre. Al siguiente día la placa continuaba puesta y ya, con las primeras luces, nuestros fotógrafos hicieron unas instantáneas, para la historia. Fueron muchos los patriotas que cruzaban la calle para contemplarla y adherirse al acto. La noticia se extendió por todo Bilbao hasta llegar a conocimiento de la Falange, que exigió del Ayuntamiento el que fuera inmediatamente retirada. Eso lo hizo el ocupante el domingo día 3 hacia las 10 de la mañana, en medio de un público que sabía lo que sucedía y con manifiesto desagrado por parte de los empleados municipales que fueron forzados a ejecutar tan impopular acto.
Para todo bilbaíno, para todo vasco, para todo patriota, para todo hombre digno que sin ser ninguna de esas tres cosas ame la libertad, la Calle del Comandante Aguirrebeitia, con placa o sin ella, será en adelante como el nombre de un símbolo de esperanza y fe en el indudable libre futuro que se avecina.
Sólo nos resta hacer constar que la Sección de Estadística del Ayuntamiento de Bilbao notificó el oportuno cambio a todos los domiciliados en la nueva calle Comandante Aguirrebeitia.
Hoy, ésta calle tiene otro nombre. Pero en recuerdo a esta acción de la resistencia, debería tener el del comandante de gudaris, Carlos Aguirrebeitia.