– Aprender a conllevarnos – Bilbao me ha sorprendido – Un pluralismo lingüístico de verdad – El primer estatuto gallego – Euzkadi con Navarra alcanza el nivel de vida más alto.
LA GRAN VÍA DE BILBAO
Un total de 114.000 euros al año, cerca de los antiguos 19 millones de pesetas, es el precio de alquiler de un local comercial de 100 m2 en la Gran Vía de Bilbao.
La calle bilbaína sólo es superada en la lista de ciudades estatales por Preciados (2.304 euros) y Serrano (1.992 euros) en Madrid, Portal del Ángel (2.124 euros) y Paseo de Gracia (1.800 euros) en Barcelona, y Colón (1.118 euros) en Valencia.
APRENDER A CONLLEVARNOS
Debemos renunciar a la pretensión de curar radicalmente lo incurable.
En cambio, es bien posible conllevarlo. Llevamos muchos siglos juntos los unos con los otros, dolidamente, no lo discuto. Después de todo, no es cosa tan triste eso de conllevar. ¿Es que en la vida individual hay algún problema verdaderamente importante que se resuelva? La vida es esencialmente eso: lo que hay que conllevar. ¿Cuál puede ser la solución? Tendrá que consistir en restar del problema total aquella porción de él que es insoluble, y venir a concordia en lo demás.
Se estuvo a punto, nada menos que de decretar, sin más, la Constitución federal de España. Entonces, aterrado, en una madrugada lívida, hablé ante la Cámara de soberanía. Decía yo que soberanía es la facultad de las últimas decisiones, el poder que crea y anula todos los otros poderes, cualesquiera sean ellos; soberanía, pues, significa la voluntad última de una colectividad. José Ortega y Gasset.
BILBAO ME HA SORPRENDIDO
Carlinhos Brown terminó el carnaval “exhausto”, pero “feliz”. La descarga de adrenalina fue “tan fuerte” que no pudo conciliar el sueño “hasta las cuatro de la madrugada”. No es para menos. El artista brasileiro pulverizó todas la previsiones. Prometió que iba a haber desfile aunque lloviese y lo hubo, vaya que si lo hubo. Más de 150.000 personas se entregaron sin contemplaciones al huracán carioca. La capital vizcaína bailó, cantó y jaleó al músico durante las cuatro horas que duró el carnaval Movistar. El primer sorprendido fue el propio Carlinhos, que no daba crédito a la riada humana que le llevó en volandas hasta el final del recorrido. “Sabía que iba a venir gente, pero la verdad es que no me esperaba tanto público. Ha sido brutal. Bilbao me ha sorprendido”, confesaba el artista.
UN PLURALISMO LINGÜÍSTICO DE VERDAD
El insuficiente reconocimiento actual del pluralismo lingüístico en las instituciones comunes del Estado constituye un déficit tanto liberal (de protección de minorías) como democrático (de participación desde las características culturales propias) del actual modelo constitucional.
El modelo que proponemos es el de un plurilingüismo equitativo entre el castellano, el catalán/valenciano, el euskera y el gallego, similar al que establecen algunas federaciones plurilingüísticas (Bélgica, Canadá, Suiza) e incluso algunos estados no federales (Finlandia). Se trata de un modelo anclado en el insoslayable pluralismo lingüístico de los ciudadanos españoles, un hecho sociolingüístico que a menudo queda oculto en el debate político cotidiano. Para un buen número de ciudadanos, el castellano no es ni la única lengua que hablan, ni aquella con la que se identifican más inmediatamente, ni la única que desean que sea protegida por las instituciones comunes del Estado a través de sus impuestos.
Es un error –que muestra una incomprensión del fenómeno que regula- decir que el plurilingüismo debe limitarse al Senado como “cámara de representación territorial” (que además no lo es). Las lenguas no coinciden con territorios. Es el Estado en conjunto el que es plurilingüe y ello debería reflejarse también en el Congreso, en cuanto representa a una ciudadanía lingüísticamente plural. Además de las dos cámaras de las Cortes, otros órganos constitucionales, como el Tribunal Constitucional, deberían operar también en plurilingüe. Y, por supuesto, la Corona. En sus apariciones públicas oficiales, por ejemplo, los miembros de la familia real deberían hacer uso equilibrado de las cuatro lenguas de los ciudadanos. Albert Branchadell, profesor de Filología Catalana en la Universidat Autónoma de Barcelona y Ferrán Requejo, profesor de Ciencia Política en la Universitat Pompeu y Fabra.
EL PRIMER ESTATUTO GALLEGO
El 19 de diciembre de 1932 fue aprobado el texto del Estatuto de Galicia por la Asamblea de Municipios Gallegos reunida en Santiago de Compostela. El 28 de junio de 1936, con cerca de cuatro años de interrupción en el curso del expediente, era plebiscitado. El 15 de julio del mismo año, la representación oficial de Galicia lo presentaba al Parlamento. El 1º de febrero de 1938, el Estatuto de Galicia fue leído en la sesión celebrada por el Congreso de los diputados en el Monasterio de Montserrat, centro espiritual de Cataluña, tomando de tal manera estado parlamentario. Y en las Cortes celebradas en México en noviembre de 1945, el Parlamento de la República acordó por aclamación el nombramiento de la Comisión de Estatutos para su dictamen y aprobación definitiva.
De total de electores en Galicia en 1936, que era de 1.343.135, votaron a favor del Estatuto 993.351, en contra 6.161 y en blanco 1.454. La ciudadanía gallega expresó su adhesión al régimen autonómico significado en el Estatuto en proporción superior al 70%. Ni una sola protesta fue opuesta a este plebiscito. Desde entonces, el Estatuto gallego y la autonomía de Galicia dejaron de ser exclusivamente un problema nacional del pueblo céltico peninsular, para convertirse en aspiración común de todos los demócratas y de manera singular, de cuantos unimos a esa condición la de ciudadanos amigos de Galicia. Nuestra conciencia demócrata y amiga no se aquietará hasta el día en que veamos a Galicia en posesión de su futuro. Importa menos que a esa tierra dulce, romántica y occidental –Finisterrae- se le denomina nación céltica, región española o parte del mundo gálico –portugués-. A nosotros nos basta con llamarle “Galicia”.
EUZKADI CON NAVARRA ALCANZAN EL NIVEL DE VIDA MÁS ALTO
La Comunidad Autónoma Vasca y Navarra son las comunidades españolas que alcanzaron más alto nivel de vida el pasado año, al superar en un 17,5% y un 15,8%, respectivamente, la media española, según el más reciente estudio de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas). Le siguieron Castilla y León, La Rioja y Aragón. El “Balance económico regional del periodo 2000-2004”, elaborado por los profesores Julio y Pablo Alcalde, desplaza a puestos inferiores –sétimo y noveno respectivamente- a autonomías de elevado nivel de renta, como Madrid y Cataluña.