El pasado miércoles 14 de diciembre y, mientras arriba, en el hemiciclo del Senado se discutían los Presupuestos Generales del Estado, en el hemiciclo de abajo se presentaba un grueso librote sobre “La España de las Autonomías. Reflexiones 25 años después”. Dirigido este trabajo por Manuel Balado, el tomazo tiene 1.334 páginas y aunque su dimensión disuada su lectura, una vez en la mano y comenzado a hojearlo es de los libros que uno piensa que es bueno tener para utilizarlo de consulta.
Como el Sr. Balado me había solicitado una colaboración y porque el asunto interesa, bajé a la presentación del libro cuando tomaba la palabra Miquel Roca, prologuista del mismo.
Nos dijo que era arriesgado, con la que estaba cayendo, tener la osadía de ponerse a escribir prólogos pero que lo hacía para expresar tres ideas y repetir que la descentralización política del poder habida en España en los últimos años es inédita en el mundo y no hay ejemplo parecido porque lo de Alemania lo hicieron los tanques norteamericanos.
Reconoció que en 1978 no supieron abordar bien la función del Senado. No había experiencia, no se sabía que iba a dar de si el estado autonómico y le dejaron a la Cámara de Representación Territorial sin ser Cámara de Representación Territorial, sino una simple instancia institucional de segunda lectura. Eso mismo se estaba viendo en ese momento con la discusión presupuestaria en el hemiciclo de arriba ya que lo no logrado en el Congreso se zurcía en el Senado.
Fue categórico al decir, como ponente constitucional de 1978, que la única reforma que le parecía adecuada en este momento era solo la reforma del Senado, ninguna otra más. No quiere abrir melón alguno. Ni sobre la primacía del varón sobre la mujer, uno de los desaguisados de la Constitución de 1978.
Es partidario, en segundo lugar de revisar la financiación autonómica porque en éste momento nadie está satisfecho con ella. Todos dicen que la autonomía en el gasto es insuficiente.
Y, finalmente, criticó la legislación básica que recupera competencias ya transferidas a través de leyes orgánicas y reglamentos. “Se ha hurtado en múltiples oportunidades el ejercicio de las Competencias”, comentó.
Nosotros añadiríamos que, en el caso vasco, el propio estatuto de Gernika está sin cumplir. Toda su área social está intocada. La investigación, las políticas de empleo, la transferencia de prisiones, etc. ¿Puede alguien imaginarse el llamado “Plan Ibarretxe” sin este fiasco que supone desarrollar una ley orgánica de obligado cumplimiento mientras se mantiene un Tribunal Constitucional formado por el PP y el PSOE que aplauden la jugada?.
De todas maneras, estuvo bien que Roca denunciara estas dos agresiones a los estatutos. Roca tiene hoy la categoría de “Hombre de Estado” y sus opiniones suelen ser respetadas aunque no se le hagan mucho caso.
Al terminar saludé a Roca a quien conocí de portavoz. Físicamente está bien, y se lo dije, y políticamente, viendo los toros desde la barrera mientras triunfa en la actividad privada.
En la sala estaban ministros presidentes autonómicos, diputados, senadores, magistrados, embajadores y alumnos de derecho, que aplaudieron al político catalán aunque en este Madrid de los Borbones pocos tomaron nota par tratar de poner al día estas cosas, pero la denuncia, con muy buenas formas, quedó en el ambiente, mientras Aznar en FAES se preparaba para intervenir aquella tarde en la presentación de un libro y anunciar una vez más las catástrofes de las Siete Plagas.
Terminó Roca diciendo que esto se puede arreglar porque si ellos lo hicieron en 1978, hoy no hay mayor complejidad. “Esto se puede arreglar –repitió-. Depende de ustedes”.
No lo creo mientras el PP considere que su idea de España, que coincide con la de Blas Piñar en 1978, está en peligro. Harán lo posible par que las cosas vayan a peor. Es la España de Covadonga la que vuelve, no la del espíritu de 1978.