Hace ya algunos años, el Diputado General de Bizkaia le pidió a mi mujer, María Esther Solabarrieta, que se ocupara de una demanda que había hecho Sabin Zubiri con objeto de que se reconociera públicamente a Felipe Arrese Beitia, que fue uno de los escritores más prolíficos del siglo XIX. Había nacido en 1841 en Otxandio.
Escultor de profesión, fue al mismo tiempo un gran poeta que cosechó numerosos premios literarios a lo largo de su vida.
Desde que ganara en 1879 el primer premio en Elizondo con el poema "Ama euskerari azken agurrak”, participó en todos y cada uno de los Juegos Florales.
De fuerte, fogoso y rico vocabulario, Felipe Arrese Beitia fue un poeta amante y defensor del euskera, comprometido con la problemática de su época, seguidor de Sabino Arana y escultor de un gran número de la imaginería de las iglesias de Bizkaia. María Esther, que era entonces Diputada de Medio Ambiente y Acción Territorial, me preguntó sobre lo que hacer y le sugerí el nombre de un escultor, Josu Torre, a quien solía ver en los actos públicos del partido. Padre del viceconsejero Sabino Torre, tenía una espina clavada y era la de hacer un busto de Sabino Arana. Se lo sugerimos al ayuntamiento de Bakio y ahí está expuesto. Lo mismo ocurrió con el de Arrese Beitia. Lo hizo, sólo cobró los materiales y se inauguró en la plaza de Otxandio. Este año se celebra el centenario del fallecimiento de Arrese Beitia. En la ikastola Bogoñazpi, promovida, entre otras personas por el matrimonio Zubiri-Zearra, se pensó en recordar esta fecha. Sabin Zubiri, casado con una nieta de Arrese Beitia, Josune Zearra, escribió un librito sobre el poeta bizkaino que fue editado en la colección “Temas Vizcaínos” de la BBK. En la parte final, Sabin hablaba de la famosa poesía “Euskaldun Jaio Nintzan” y el porqué de aquellas estrofas. “En el año 1901, Miguel de Unamuno fue el mantenedor de los Juegos Florales que se celebraron en Bilbao, en los que Evaristo de Bustinza “Kirikiño”, natural de Mañaria, gran amigo de Arrese Beitia, obtuvo premio. Del célebre discurso de Unamuno en dichos Juegos Florales, “El vascuence y el castellano”, entresacamos las ideas que mayor impacto produjeron: “El vascuence se extingue, sin que haya fuerza humana que pueda impedir su extinción; muere por ley de vida (…) En el milenario eusquera no cabe el pensamiento moderno (…) Enterrémosle santamente, con dignos funerales, embalsamado en ciencia; leguemos a los estudiosos tan interesante reliquia. Y para lograrlo estudiémosle con espíritu científico a la vez que con amor…” Esta hojita titulada ¡Viva el euskera!, distribuida profusamente e impresa en la tipografía bilbaína de J. Ugalde, terminaba diciendo: “Compadezcamos al hermano bastardo (se refiere a Miguel de Unamuno; nota del autor), porque más que de odio es digno de compasión; y si él ha osado decir que enterremos el vascuence y que Bilbao hablándolo es un contrasentido, nosotros abrazados en espíritu al Roble secular, contestemos con la Euzkeria entera: Euskeldun jaio nintzan De ahí que mi hija Naiara me vino este mes de enero con el programa de actos que incluía una exposición sobre su vida y obra diciéndome que el lunes 16 tenía que ir vestida de hilandera ya que se iba a develar un busto de Arrese Beitia. Tenían que hacer asimismo un trabajo sobre el poeta y debían estar en ese acto de la ikastola. A mi hija Naiara le dije que se tenía que aprender esta preciosa poesía y para mi sorpresa no sólo se la sabía sino que me cantó una canción con su letra. Vi que el legado de Arrese Beitia, a cien años de su muerte y sin que oficialmente se le recordara, sigue vivo. Es una pena que no recordemos a quien de forma tan contundente dijo que prefería morir a que el euskera desapareciera. Bien por Begoñazpi y la estatua del bardo y cero por los que no ayudan a la difusión de estos valores.
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