LUIS UGALDE
DEMOCRACIA Y DICTADURA
El Gobierno y la oposición han llegado a la encrucijada entre democracia y dictadura. Aquel, con presos políticos y control total de los poderes públicos, vive la tentación expresada con descaro por Maduro e Iris Varela: “A quien no vote por nosotros,lo botamos, y Presidente hasta el 2030” (más que el dictador Juan Vicente Gómez) ¿Por qué no vitalicio?
El lado democrático lo expresó el Presidente al decir que en las elecciones de diciembre “no llegamos ni a 3 millones” y “en un año tenemos que meterle 10 millones de votos por el buche a la oposición”.
Quitando lo del buche, suena a duelo caballeresco y democrático lanzado al candidato opositor. Pero los duelos de caballeros exigían la escrupulosa igualación de las condiciones de combate para ambas partes. En este caso, un registro electoral, árbitro, financiamiento, voto libre y secreto, y conteo manual público en
las urnas. Sin eso no hay reto democrático.
El Gobierno triunfaría, aunque no llegara sino a 6 ó 5 millones de votos: los mismos números que necesita la oposición, concentrados en un candidato presidencial.
Pero para ambos será difícil obtenerlos. La desconfianza en el árbitro y en el proceso electoral, la desilusión y asqueo de la política y de la revolución palabrera sin frutos, llevan a la abstención a más de 60%.
En ambos bandos hay quienes creen que ya no existe el camino democrático, o que éste los lleva a la derrota. Si el Gobierno tiene todos los poderes ¿por qué no seguir la vía infame de Iris Varela, de Maduro y de Fidel Castro? A eso se inclinan las descalificaciones del jefe contra los observadores europeos y americanos, invitados gubernamentales ayer y traidores vendidos hoy. Táctica que le “resulta” a Castro porque su gobierno en la isla es la única fuente de empleo. Suyos son los medios de comunicación y opinión y el control policial de los ciudadanos. Pero en Venezuela todavía se puede opinar, protestar, burlarse y abstenerse.
Limpiar las reglas de juego significa para el Gobierno admitir la posibilidad de perder las elecciones. La opción dictatorial les puede parecer más segura, pero sería aceptar la pérdida del apoyo popular y entrar en una agonía dolorosa y sin futuro.
Para ganar democráticamente las elecciones presidenciales el régimen tiene que acordar (distinto de lo que se entiende aquí por “dialogar” ) desde ahora y decidir con la oposición, que acepta reglas de juego limpias y legales. Ese es el reto del Chávez demócrata, contra la propuesta del Chávez dictador. Requiere grandeza de espíritu y visión de futuro.
También la oposición se debate entre dictadura y democracia. Grupos bastante locuaces decidieron hace tiempo que el golpe es el camino para salir de Chávez: rebelión de calle con acción militar contundente.
Legítimo, dicen, porque vivimos en tiranía.
Desde antiguo, el derecho a la rebelión contra el tirano es de derecho humano natural y no necesita artículos constitucionales como el 350. Las palabras de estos grupos brindan al Gobierno argumentos para acusar de golpista a toda la oposición, pero sus pobres posibilidades de acción no logran inquietarlo. Esta
alternativa nos parece inviable e indeseable, pues traería mayores males que los que quiere evitar.
La alternativa democrática de la oposición (la única en la que creemos) exigirá como conditio sine qua non, reglas electorales confiables, trasparentes y controlables.
Luego de la abstención protestante de 2005, no tiene mucho sentido ir a elecciones sin revisar el registro electoral, con los mismos árbitros partidistas, sin seguridad en el secreto del voto, sin conteo manual en las urnas, y con una campaña asimétrica en la que el Gobierno abusa de su poder con los recursos financieros del Estado, cadenas de medios de comunicación y presiones laborales, mientras que al opositor se le niegan los recursos públicos y se criminalizan los apoyos privados.
El candidato opositor
Desde el comienzo de año deben dar la cara los candidatos opositores (junto con todos los factores democráticos) y liderar la lucha por las reglas de juego (en las negociaciones y en la calle), decididos al retiro protestante, si no se dan. Al comienzo serán varios los candidatos, pero deben acordar (de cara al país) su retiro antes de agosto para apoyar al que de ellos ofrezca mejores perspectivas de triunfo y gobierno.
Difícil esto, y más aún es convencer a votar a 60% de los venezolanos que se abstiene, no sólo por desconfianza en el sistema electoral, sino por un desengaño profundo de las promesas políticas. El candidato para unir a la mayoría y convencerla de que sí hay futuro social y democrático requiere visión, desprendimiento personal y coraje para asumir los problemas.
La Iglesia
Los representantes de la Iglesia tienen que estar muy conscientes de los actuales peligros dictatoriales en el Gobierno y en la oposición, y no colaborar en ello. Además, les corresponde urgir, acompañar, reforzar las convicciones democráticas en ambos lados y colaborar para el acuerdo sobre reglas y un proceso electoral limpio.
En esta hora de desengaños, Venezuela necesita una comunidad católica que contribuya a mantener firme la esperanza, la voluntad de entendimiento nacional supra partidista y refuerce la acción para que a los pobres no los mate el cinismo de la “revolución” desengañada, ni la desorientación trivial de la oposición. Este año decidiremos el futuro de la democracia social en Venezuela.
LA SAL DE LA TIERRA
Jesús dice a sus seguidores: "Ustedes son la sal de la tierra". No dice que seamos el alimento, sino la sal. La gente no come sal, pero ésta es indispensable para la vida y para que no se pudran los alimentos.
El mundo necesita comida, las sociedades desarrollan la economía, producen bienes de consumo, relaciones sociales, bienes culturales. La gente trabaja lucha, sueña, se divierte, sufre y muere. Sin eso no hay vida, pero todo ello sin la sal del amor no es vida. Tal vez nunca antes la humanidad, o la parte próspera de ella, ha tenido tantos éxitos económicos, tecnológicos como ahora y tampoco tantos fracasos en sentido y defensa de la vida.
Estamos leyendo un sugerente libro "El Síndrome de Epimeteo" de Diego Quintana de Uña. Tomamos de él algunas pinceladas sobre la sociedad posmoderna:
- "La visión fáustica de la cultura occidental ha sobredimensionado una forma de vida esquizofrénica volcada en la conquista del mundo, su posesión, su transformación. El consumo de bienes manufacturados gracias al desarrollo de la ciencia y de la tecnología está convirtiendo nuestro planeta en mitad almacén mitad basurero, sin que el hombre se percate de cuál es el propósito final de ese desatino".
- "... los occidentales modernos hemos perdido el hilo del sentido que ligaba al ser humano con la vida y con el mundo, y los fundamentos de la razón con los que hemos intentado apuntalar nuestras creencias se están revelando cada vez más insuficientes y endebles."
- "Hoy más que nunca, el hombre posmoderno se ha olvidado de lo que es importante para el hombre. Sumido en un frenesí transformador de su realidad, el hombre fáustico trabaja y fabrica objetos, sin detenerse a recordar que su vida puede tener algún propósito distinto al consumo y a la acumulación de bienes y dinero".
- "Hoy la heurística del miedo ha desplazado al principio esperanza, a los metarrelatos, a los milenarismos y a las utopías [...]y quizás por el carácter narcisista del hombre posmoderno-, el temor a la enfermedad, al dolor, a la vejez y a la muerte han aumentado sensiblemente, en la medida en que la esperanza religiosa ha disminuido en nuestras sociedades, depositando el hombre en el cuerpo y en el placer casi todos los anhelos de su vida" [ ...]el amor y el deber se han convertido en ideas obsoletas".
- "El otro, el que está próximo (prójimo) a nosotros, se nos antoja frecuentemente un peligro potencial y las más de las veces una carga.
La vida moderna nos recluye en nuestras soledades [...] El hombre posmoderno
se encierra en su habitáculo y, como han dicho los sociólogos de la comunicación,'amuebla sus silencio' encendiendo la radio o la televisión, o enchufándose a Internet en busca de un teleprójimo que no le reconozca y con el que establece relaciones virtuales, en las que “epimeteicamente” se olvida la parte más importante: el contacto, el calor, la empatía, la compasión y el amor"[ ...]
Afortunadamente ni la compasión ni la solidaridad han muerto pero las circunstancias sociales y técnicas propias de la vida de hoy parecen empujarnos a que las proyectemos lejos de lo que nos es cercano".
- "La civilización occidental está volcada en una oferta interminable y absurda de bienes y servicios, en un hedonismo que trata de alargar la vida, optimizar el cuerpo y procurarle todos los goces imaginables. [ ...] Que nadie hable de obligaciones y deberes. Las mínimas exigencias que se impone esta sociedad la sostienen al borde del caos. Alguien dijo que había que haber erigido la estatua de la responsabilidad al lado de la estatua de la libertad, y no le faltaba razón."
- "Si Dios ha muerto, todo está permitido, había proclamado en Alemania el grupo Die Freien en 1840. [...] Sin valores aceptados- no por las formulaciones que contienen, sino por el sentido y coherencia que le dan al mundo y a la vida- la sociedad tiende a desarticularse sin remedio, porque lo que une a los hombres no es otra cosas que el amor, los valores y las creencias con el horizonte de fondo de un propósito o ideal superior".
Esta dimensión posmoderna occidental también es buscada hoy con avidez exitosa por cientos de millones de chinos e indios encandilados. Los latinoamericanos, sin habernos librado de los demonios de la pobreza, la exclusión y el enfrentamiento social, bailamos sin claridad de rumbo, con la riqueza y la miseria, la modernización y lo posmoderno juntos, una danza macabra al borde del cementerio social.
¿Qué significa Navidad en este cuadro? La sociedad posmoderna tiene mucha comida, pero carece de sal, le falta alma. Se pudre en la abundancia y en la soledad. En la Navidad, más allá del mercado y del jolgorio, celebramos la sal de la tierra que es el amor, la única que nos permite usar el mercado sin convertirnos en esclavos de su zanahoria siempre inalcanzable.
La Navidad nos dice que la primera y última palabra la tiene el Amor. El Verbo se hizo carne, se hizo hermano en un niño, en todos los niños. En el principio era el Amor, en el camino de la vida nos refrescamos en los oasis del amor y al caer de la tarde final cosechamos el amor que pervive.
Hoy, en la Venezuela de rico Estado petrolero y gente pobre nos falta la sal del Espíritu para que, con voluntad e inteligencia, sazonemos la comida y pongamos la mesa entre todos para todos. Celebramos en el nacimiento de Jesús el sabor y la alegría de Dios "con nosotros" y "en nosotros".