Estoy en México. Lindo y querido. Y estoy porque como consecuencia de una Moción que presentamos el año pasado el martes 28 de febrero, en México capital y en el lugar en el que tuvo lugar la elección de Diego Martínez Barrios como presidente de la República, va a tener lugar un acto que recordará aquel hecho histórico.
Y estoy allí con una delegación del Senado y me toca el discurso. Hablaré de cómo el impulso para que se hiciera aquel acto político que tenía su clave en la iniciativa del lehendakari Aguirre buscaba que las instituciones republicanas que habían aprobado el estatuto catalán y el vasco debían volver respetando lo ya conseguido tras la tragedia de la guerra mundial.
Es el primer acto que se organiza del programa de la Memoria Histórica. Y como a mi me toca el discurso, ahí van unas notas:
Nos encontramos hoy aquí, una delegación del Senado español, en una triple misión. Este es el primer acto público en el exterior de la recuperación de en este año 2006, setenta aniversario del inicio de aquella inmensa tragedia que asoló aquel país en 1936, como prólogo sangriento de la segunda guerra mundial.
En segundo lugar queremos reafirmar los valores de la democracia y de la paz y de alguna manera contradecir al gran León Felipe cuando gritó dolorido, aquí en México:
¿POR QUÉ HABÉIS DICHO TODOS
QUE EN ESPAÑA HAY DOS BANDOS
SI AQUÍ NO HAY MÁS QUE POLVO?
Y en tercer lugar, queremos agradecer y destacar la grandeza del pueblo y gobierno mexicano que en momentos de desolación, de abandono, de persecución, abrió sus puertas no sólo a la España peregrina sino en 1945 tuvo la generosidad de ofrecer la extraterritorialidad de este lugar para la reconstitución de las instituciones republicanas que tras la finalización de la segunda guerra mundial preparaban la posibilidad de una democracia en España.
Por estas tres razones estamos aquí, pero podríamos añadir muchas más. En la farsa judicial franquista, caído Madrid le preguntaron al presidente de las Cortes españolas, Julián Besteiro en su juicio en 1939, poco antes de morir en la cárcel de Carmona, dónde estaba el oro de España.
“El oro de España- respondió- está en las cunetas, en los cementerios, en las cárceles y en el exilio. Ahí está el oro de España”.
Aquí vino también el oro de España, perseguido y atribulado. Tocó las puertas de este país y el Presidente Lázaro Cárdenas las abrió de par en par en nombre del pueblo mexicano. Por esta razón en la Comisión de Asuntos Exteriores aprobamos una Moción que decía literalmente lo siguiente: Se conmemora el sesenta aniversario de la elección del Excmo. Sr. D. Diego Martínez Barrio como presidente interino de tras la dimisión y fallecimiento en Montauban (Francia) de Don Manuel Azaña.
Tras y las numerosas penalidades sufridas por quienes defendieron un régimen legítimamente constituido se le transmitió a D. Diego Martínez Barrio el requerimiento de la reunión de partidos y organizaciones convocadas en México. El Presidente de las Cortes convocó seguidamente a sobre cuya mesa se hallaba la iniciativa planteada por el despacho telegráfico del Lehendakari Aguirre y el presidente de la Generalitá (tras el fusilamiento de Luis Companys) Josep Irla. Producida rápidamente la unanimidad de las opiniones de los grupos parlamentarios en el sentido de que el presidente de las Cortes pasase a ocupar la presidencia de la República, se convocó al Parlamento en sesión extraordinaria y solemne para recibir la promesa de aquel.
Es de destacar que tras la muerte de Mussolini, el suicidio de Adolfo Hitler y la pérdida de Alemania de se apuntaba el rápido restablecimiento en España de una democracia representativa tras haber apoyado irrestrictamente el general Franco al nazi-fascismo perdedor.
El referido hecho recibió la mejor acogida y el apoyo del Gobierno de México el cual otorgó y dispuso para tal acto el histórico y representativo Salón de Cabildos del Gobierno del Distrito Federal, concediendo por acuerdo presidencial trasmitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores, los privilegios, exenciones y extraterritorialidad inherentes para que la sesión se celebrase en territorio de la propia soberanía.
Se hallaron presentes, además de todos los diputados residentes en México, el regente de , Jefe del Gobierno del Distrito Federal en representación del presidente de la República mexicana. Representaciones del ejército en nombre del Secretario de , General Lázaro Cárdenas y lo embajadores de Francia, Colombia, Checoslovaquia, Bélgica, Panamá, Guatemala, Chile, Uruguay así como de observadores de todos los países acreditados en 1945 en México.
El acto que fue considerado histórico, fue seguido por el pueblo mexicano con gran interés, dando apoyo y calor al mismo en las propias calles de la capital.
Una comisión de diputados de todos los grupos parlamentarios se trasladó al domicilio de D. Diego Martínez Barrio y lo acompañó hasta El Zócalo haciendo un recorrido a través de las calles más importantes de la ciudad, con la circulación cerrada y formando una caravana escoltada con todos los honores oficiales.
Por todas estas razones, por la significación de aquel acto, por tratarse de una elección realizada por diputados elegidos democráticamente, aunque teniendo que vivir en el exilio ante una legalidad conculcada, por el apoyo irrestricto del estado mexicano que nunca reconoció el régimen de fuerza en España y mantuvo el reconocimiento del legítimo gobierno de la República, por la necesaria pedagogía que se ha de transmitir a las nuevas generaciones sobre hechos de su inmediato pasado absolutamente desconocidos y porque esta historia reciente les ha sido hurtada es por lo que se propone a la Comisión de Asuntos Exteriores y Cooperación :
La Comisión de Asuntos Exteriores y Cooperación insta al gobierno a promover el recuerdo del sesenta aniversario de la elección del Excmo. Sr. D. Diego Martínez Barrio como el presidente interino de la República Española tras la dimisión y fallecimiento en Montauban (Francia) de Don Manuel Azaña, conjuntamente con el gobierno mexicano, a quien se debería agradecer el gesto democrático que tuvo hace sesenta años con los representantes de una legalidad conculcada y en momentos de esperanza tras la Segunda Guerra Mundial , le dio un apoyo irrestricto a la causa democrática.
Señoras y señores.
Para cumplir este mandato, estamos hoy aquí acogidos a su hospitalidad una representación de todos los grupos de nuevamente contradecir a ese otro gran poeta, Antonio Machado, que alertaba al españolito que venía al mundo y le decía que una de las dos Españas le iba a helar el corazón.
El domingo pasado en Bilbao, se inauguró un Monumento a la Memoria Viva. Una Memoria Viva que como dijo su alcalde no tenía otro objetivo que transmitir a las generaciones un único mandato: que aquella tragedia no volviera jamás a producirse.
Por eso estamos hoy aquí. Para recordar a quienes sí estuvieron porque todavía sentimos sus huesos ateridos de fríos y su espíritu humillado por la persecución de aquel régimen. Sabemos que todos los que estuvieron en el bando vencedor no fueron iguales. Unos tramaron el golpe, otros lo ejecutaron y a otros la inercia o las circunstancias los empujaron. Recuerdo sí, pero revancha no, porque tenemos la obligación como mandato de la historia, de mirar hacia delante en un país cuyas nuevas generaciones no pueden crecer en el odio y porque quizás no pueden comprender lo que ocurrió para que se desencadenase aquella lluvia de fuego que acabó en una guerra fratricida.
Nunca más, porque nada es comparable a la paz y a la convivencia, que no tiene precio, porque el precio de una guerra, los odios que provoca y calamidad que invade todos los rincones de la sociedad no tiene justificación.
Venimos pues aquí a reivindicar una palabra de solo tres letras: Paz. Ahora y para siempre. Paz porque lo que tenga que conseguir cualquiera lo haga por métodos democráticos, con el argumento, la razón y la palabra. Pedimos por eso la paz y la palabra.
Paz par hacer comprender a los que siguen con la bomba y el fanatismo que nada es más importante que una vida y que por ella no hay que derramar ni una gota de la sangre de un colibrí.
Para decir que la estrategia de la violencia siempre será una estrategia equivocada porque las armas sólo producen dolor, desolación, división, estragos.
Nosotros supimos de eso.
El diálogo se interrumpió y surgió con toda su fuerza la dialéctica de las pistolas que nos privó de libertad durante cuarenta años en una paz de los cementerios asentada sobre miles de cadáveres.
Paz en nombre de los que tanto sufrieron. Los que cayeron en cualquiera de los dos frentes o bajo las banderas de las dos Españas que se helaban el corazón la una a la otra.
Los que fueron asesinados en las retaguardias, lo que murieron en cama, en su casa o en el exilio de este México generoso que siempre llevaron en su corazón, acongojados por los males de su pueblo y sin poder comprender aquella catástrofe cruel e innecesaria.
Que nuestro mensaje agradecido a este México querido y cercano, principista y firme, sea hoy compromiso de libertad, de democracia, de reconciliación y de fe en un mundo mejor.
Y todo eso lo resumimos para México en una sola palabra: Gracias. Muchas gracias.