Si este domingo pasado 19 de febrero en lugar de haber estado en Euzkadi me hubiese encontrado en Valencia y de lejos, en un parque, hubiera visto a un grupo de gente rodeando a un monumento que se inauguraba hubiera pensado que se trataba del monumento a la Paella, nunca a La Memoria Viva, que fue lo que aconteció en el Parque de Doña Casilda. Por eso digo que me gusta el nombre de Memoria Viva, pero no el mamotreto de Nestor Basterretxea que lo mismo sirve para hablar de la Cosmovisión, que de una estela discoidal para la Fundación Sabino Arana, que nos costó un congo lograr que nos las compraran en su día para financiar Sabin Etxea, que el Monumento al Pastor Vasco. No. No me gusta nada. Y eso que el logo que le encargamos a Nestor para promocionar el Estatuto de Gernika en l979 estaba bien y que el símbolo del Parlamento Vasco tiene personalidad. Pero no esta gran paella que nos han montado en el Parque. Confío pues en que el Monumento al Gudari Desconocido que debe ser una Huella inmensa y que se está preparando, esté mejor logrado que esta repetición de lo que Nestor tiene como marca de fábrica.