Desde el Hemiciclo del Senado hasta mi despacho tengo que pasar por largos pasillos alfombrados en los que se encuentran, silentes, diversos bustos de senadores asesinados por ETA. Personas asesinadas ha habido muchas en estos años de hierro pero ahí están Casas, Jiménez Abad y Brosseta que, con su mirada perdida dicen lo que dicen.
Digo esto porque no será fácil sortear una situación política en la que el PP, como acaba de decir Mayor Oreja, cree que la “tregua permanente” es el suicidio de una sociedad anestesiada y que sólo es una estratagema para que ETA actúe por otros medios en lo que no pudo lograr gracias a la violencia. Si a eso se le suma la aseveración de Rodríguez Zapatero en el sentido de que el derecho de autodeterminación no existe y a la de Diego López Garrido, portavoz adjunto del PSOE, de que su partido nunca se sentará con Batasuna para hablar de nada mientras ETA tutele el proceso, tenemos pues un proyecto de cuadratura del circulo con todo los ingredientes encima de la mesa. Si a esto le añadimos las declaraciones de EHAK retando al estado francés y emplazando al español al todo o a la nada, el panorama no puede ser más alentador para una labor de ingeniería de alta especialización y nervios de acero.
Cuando se dice que esto será largo, difícil y complicado no se está hablando a humo de pajas porque además a todos estos ingredientes se le suma la situación del PP. Un dirigente de este partido, con amplio predicamento en sus filas, me decía: “Lo malo de la situación que estamos viviendo es que en el PP para tratar un tema de estos necesitamos políticos de envergadura y sin embargo, lo están llevando tres antiguos ministros del interior que actúan con criterio policial: Rajoy, Mayor Oreja y Acebes. Los tres han sido ministros de interior. Y así no se llega a ninguna parte. Para colmo estuvimos el lunes con María San Gil y esta chica que prometía para hacer algo distinto a lo que era Iturgaitz nos ha resultado una Mayor Oreja con faldas. Nada que hacer”.
Yo le escuchaba estupefacto decir estas cosas cuando en público mantienen y dicen exactamente lo contrario. Pero así es el terreno de hielo que estamos pisando todos. Una guerra de sombras.
Como se ve, al inicio de todo esto, la situación no puede ser más confusa y complicada y si cada quien va a lo suyo será imposible hacer nada. Confiemos en que al final termine por imponerse la política y que el carro salga del barro.
Y, para eso, sólo hay una fórmula mágica: mucho silencio, mucha prudencia, no hablar de cara a la galería y mucha complicidad de los medios de comunicación. En fin. La cuadratura del círculo.
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