La tregua permanente acaba con todo. Solo se especula con el aire de esta noticia, habiendo como hay otras, y muy significativas. Por ejemplo que nos ha nacido esta semana una nueva nacionalidad histórica. La Valenciana.
No digo que el Reino de Valencia no lo sea ni tenga todo su derecho, que lo tiene, sino que, de repente a lo que era una marca de fábrica de la transición para Galicia, Euzkadi y Catalunya, se le ha unido Andalucía y ahora Valencia. Y que conste que Valencia tiene todo su derecho a reivindicar con títulos y argumentos su lugar bajo el sol del autogobierno pleno.
Lo que ocurre es que hay en marcha una estrategia para ir poniendo alpargatas a todo el mundo. Sobre todo cuando vivimos en un estado asimétrico y con fortísimas señas de identidad que algunos no desean sean abordadas sus justas reivindicaciones.
Pues bien. Esta semana se ha aprobado definitivamente en las Cortes Valencianas este nuevo estatuto, con la enmienda Camps, que es la enmienda de la envidia. Valencia no reivindica nada por si pero si otros logran cotas mayores de autogobierno ahí estarán ellos levantando la mano y pidiendo lo mismo. ¿Es esto serio?
Ojalá los partidos nacionalistas valencianos encuentren el discurso, el hueco y el eco para ir creando de verdad un espacio donde lo históricamente valenciano pueda llegar a plantar batalla con fuerza dando la espalda a gentes que han defendido tan rematadamente mal los intereses valencianos de la que esta enmienda Camps es el resumen de su falta de proyecto.
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