Nos visitó el presidente de Argentina Nestor Kirchner en un extraño viaje semioficial que contó con recepciones varias, una en las Cortes Generales el jueves 22 de junio.
Como era un viaje semi oficial se improvisó el formato de recibirlo en las nuevas instalaciones del Congreso en la Sala Sert, antiguo Banco Exterior que tiene unas rojizas pinturas de este artista que no sólo pintó el Rockefeller Center y la sede de la ONU en Ginebra sino el Museo de San Telmo en Donosti.
Llegó Kirchner al Congreso con su séquito, todos hombres y blancos, y nos saludó uno a uno. Es un tipo alto al que llaman el “pingüino”. Tiene la cara de aquel Dioni, el guarda jurado que se quedó con la pasta, aunque al parecer el presidente lucha contra la corrupción.
Manuel Marín hizo la presentación. Después de aludir a Sert y de mencionar al reciente etapa negra con la eufemística frase de “situaciones delicadas” tomó la palabra Kirchner y sin papeles nos desgranó su visión del pasado, presente y futuro argentino.
Y así como Marín había sido un melifluo hablando de “situaciones delicadas” el presidente argentino le llamó al pan-pan y al vino-vino. Sin ningún pelo en la lengua nos dijo que en la guerra sucia habían muerto treinta mil argentinos y que eso no podía quedar en la impunidad sobre todo porque la gravedad de aquello, además del horror en sí, se había hecho desde el estado con el criterio de crimen de estado. Estuvo bien aquel puñetazo en la cara de un Marín que es una persona absolutamente meliflua y bizcochable.
Luego nos habló de las crisis argentinas, de lo mal que se habían portado algunas empresas españolas, de su elección presidencial tras la retirada de Menem con solo el 22% y que han estado en el infierno, ahora estaban en el último segundo de ese infierno y a punto de pasar al purgatorio. Creía que al final de su mandato, el año que viene, el crecimiento económico consolidará la disminución del paro y el saneamiento de la economía argentina. Y nos habló de Evo Morales invitándonos a visitar aquel país para que nos diéramos cuenta de lo que era la pobreza y la marginación. Fue interesante y una buena lección de política práctica frente a un PSOE que ese día iba a aprobar, con los votos de CIU, la ley de la Memoria Histórica en la que nosotros nos abstuvimos.
No tenía por Kirchner especial simpatía pero su rotunda intervención en contra de la impunidad ante los crímenes de la dictadura y su alusión al trabajo de las Madres de la Plaza de Mayo me hizo recordar que ya el 30 de mayo había puesto al ejército argentino en su sitio, cosa que por aquí esto sería imposible. En lugar de celebrar el Día del Ejército con Discursos basados en la Unidad de España, como aquí, este año Kirchner se soltó el moño.
“No queremos el ejército de los que mataron a sus hermanos”. Con inequívocas y ásperas alusiones a la pasada dictadura militar (1976-1983), el presidente argentino, Néstor Kirchner, pronunció una dura requisitoria ante la cúpula castrense y más de cinco mil soldados, a los que se dirigió en el acto central de la conmemoración del día del Ejército.
La reprimenda del jefe del Estado llegó pocos días después de una concentración, celebrada el 24 de mayo en el centro de Buenos Aires, en la que unas tres mil personas, la mayoría militares retirados y familiares, reivindicaron la lucha contra la guerrilla en los años setenta. En aquel acto se insultó al jefe del Ejército, teniente general Roberto Bendini, y se pronunciaron amenazas contra el propio Kirchner. “No tengo miedo, no les tengo miedo”, contestó éste.
Los juicios a militares acusados de violar derechos humanos durante la dictadura de los Videla y los Galtieri, están en el fondo de las protestas de los elementos del ejército, que en el acto del 24 reunieron incluso un pequeño número de oficiales uniformados, lo cual está expresamente prohibido.
Al dirigirse al ejército, Kirchner recordó que ahora “hay un nuevo país”, donde no cabe la intervención militar. El presidente dijo que quiere una fuerza que se identifique con “San Martín, Belgrano, Mosconi y Savio” y no con “Videla, Galtieri, Viola y Bignone”, los cuatro presidentes del país durante la dictadura. “Porque necesitamos soldados comprometidos con el destino de la patria”, sentenció.
Desde su asunción del poder, en mayo de 2003, Néstor Kirchner ha impulsado la derogación de las leyes que protegían a los militares implicados en actos de represión durante la dictadura, pasó a retiro a decenas de generales y mandos vinculados a aquellos hechos y mantiene una relación fría y distante con las fuerzas armadas.
Nada que ver con lo que pasa aquí.
Bueno. Terminó de hablarnos el presidente argentino y el presidente del Congreso Marín le hizo un regalo. ¿Qué cuál fue? Pues con visión española le regaló la Constitución de 1812 en la que estuvieron representantes argentinos. La españa profunda recordando que fue Imperio. Estos siguen sin olvidar ni aprender nada.
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