Estuve el jueves en la Diputación Foral de Bizkaia. Allí cada año, se conmemora la fiesta de San Ignacio de Loyola, patrón de Bizkaia y de Gipuzkoa, con una recepción dada a la sociedad. No deja de ser un dato curioso que se haga solo en Bilbao y no en Donostia, siendo el santo de Azpeitia. Y es curioso que siendo San Francisco Javier el santo más vinculado por su biografía al nacionalismo, Sabino Arana eligiera ese día para fundar al PNV y un grupo de jóvenes fundara ese día, 65 años después, a ETA.
Algo tiene pues ese santo para que Sabino Arana le pusiera el nombre de Iñaki y algo tiene, que además del Aberri Eguna, la fiesta de San Ignacio tenga no sólo solera religiosa sino tintes de fiesta nacional vasca. A mí desde luego me tocó con su dedo el santo, ya que mis aitas se conocieron un día de San Ignacio, refugiados en Donibane Lohitzun, el año en que empezó la segunda guerra mundial, en una romería organizada por el PNV. No estaría pues nada mal que la figura de este General de la compañía de Jesús, presidiera con rigor el trabajo de reunión de unas mesas que de tanto manosearlas nadie sabe al final en que va a quedar todo. Quien si lo sabe debe ser Zapatero, que en plena guerra y machaqueo al Libano, se va de vacaciones con la familia a Londres. En Madrid, se le está criticando dura y selectivamente por la utilización de un avión oficial para irse a Harrods con la familia poniéndose por montera su código de buen gobierno de la que tanto se ha jactado. No les falta razón. En esto, Zapatero actúa a veces de forma harto contradictoria con lo que predica. Lo malo es que no se trata solo de Zapatero. Ahí le tienen ustedes al rey de España en Mallorca en sus vacaciones de mes y medio, gratis total. Ahí le tienen ustedes cada dos por tres de cacería por centro europa. Sin embargo la ley del silencio que impera sobre esta familia, Marichalar incluído, la hace intocable. ¿A alguien puede extrañarle lo que ha ocurrido con este proyecto de ley Histórica treinta años después de fallecido el dictador y que no contenta a nadie y deja al Valle de los Caídos incólume en su monumento a una dictadura?. Pues no. Feliz Iñaki Deuna, pues.
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