Bueno. Ya está la estatua de Franco fuera de la Academia Militar de Zaragoza. Treinta y un años después de muerto el dictador y a setenta de la guerra civil, todavía ese espantajo se mostraba desafiante sobre un caballo, ignoro si Franco montó nunca a caballo, y aunque haya desaparecido de Zaragoza todavía continua en plena vía pública de Santander, y dentro de centros militares de Valencia, Toledo y Ferrol.
Es una buena imagen de la mentirosa transición política española hecha sobre una ley de punto final que no deja, todavía hoy, ni averiguar en que cunetas estos desalmados dejaron los cuerpos de los que fusilaron al amanecer.
Pero lo más llamativo de ésto, para mí, es como ha sido posible que siga ocurriendo ésto con un partido socialista quince años en el poder y cómo es posible hoy en día que el PP, partido que se dice democrático, proteste porque le quiten la estatua a un general sublevado asesino y sinvergüenza.
Cuando el ministro de Defensa José Antonio Alonso nos anunció esta iniciativa en Comisión, le saltó como una fiera el senador Alejandro Muñoz Alonso, del PP, diciéndole que se ocupara de cosas serias y se dejara de anécdotas. En mi turno, le dije al tal senador que Franco había sido un golpista asesino y si él no quería la estatua de Txapote en alguna plaza, los que tenemos un mínimo de sensibilidad democrática nos preguntábamos porqué la estatua de Franco no la habían quitado en 1.977.
Aquel general megalómano que nos tuvo a todos en un puño durante cuarenta años tiene desgraciadamente muchos seguidores hoy en un partido que se dice democrático. Esa es la tragedia de España y, en el fondo, lo que de verdad está pasando?.
Mientras en Alemania a Günter Grass le quieren quitar todos sus premios por haber confesado haber pertenecido a las SS, aquí el PP protesta porque a Franco le quitan una estatua. Esto es España, señores.
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