El rodar del tiempo nos trae anualmente la efeméride fatal, el aniversario que nos pone frente a la fecha triste del 25 de Octubre en que se renueva el recuerdo de la desgracia de nuestra Patria que perdió en tal día todo lo que constituía su vida propia y quedó a merced de sus adversarios; pero también nos trae la renovación de la promesa que tenemos hecha en favor de la libertad de Euzkadi. Cuyo camino iniciamos el 25 de octubre de 1979 con la aprobación del estatuto de Gernika y con el portazo el 1 de febrero de 2005 del Plan Ibarretxe.
Demostrado por pruebas históricas irrefutables que los Estados vascos fueron soberanos y dueños de sus destinos hasta la funesta ley del 25 de Octubre de 1.839, fue esta la que destruyó toda la libertad política de aquellos. Hace 167 años.
Consecuencia fue todo ello de aquel Convenio de Bergara en que unos vascos que se cuidaron más de conservar sus grados, empleos y condecoraciones que de salvar los inalienables derechos de su País, consintieron y se conformaron con una fórmula deslabazada y denigrante.
Es, procedente que dediquemos el homenaje de un recuerdo de admiración y de simpatía a los hombres que en aquellos momentos históricos trascendentales acertaron a comprender la verdad que se trataba de ocultar bajo apariencias de confirmación y de respeto y la proclamaron con serenidad y valentía.
Por el orden cronológico de su actuación corresponde el primer lugar en esta citación encomiástica a un Diputado de aquellas Cortes de Madrid, cuyo comportamiento merece ser recordado siempre por los vascos con agradecimiento y elogio. Fue el Marqués de Viluma, quien a pesar de no ser vasco y de no tener por ello tantos motivos para conocer el problema de nuestro país, ni la verdadera significación de nuestros Fueros, comprendió inmediatamente el espíritu de engaño y la intención torcida que entrañaba la proposición que por el Gobierno se presentó a la consideración y discusión de la Cámara.
El sabía, indudablemente, que mientras los vascos disfrutasen de sus Fueros tendrían la facultad de hacer ellos mismos sus leyes, que tendrían en sus manos el arma decisiva del Pase Foral, y comprendió que el disfrute de esas facultades y prerrogativas, que en realidad suponían la plena libertad de estos Estados, no podía ser compatible con la situación que, planteaba lo que el proyecto de ley llamaba “la unidad constitucional de la monarquía”.
Y aquel espíritu justiciero no pudo quedar inhibido y en silencio ante el terrible despojo que trataba de realizarse, y usando de la palabra se enfrentó con el Gobierno explicando a la Cámara el verdadero alcance de la disposición proyectada llegando a decir con toda crudeza, que no es de legisladores honrados dejar de intento las leyes oscuras y de doble sentido.
Y con sus palabras elocuentes promovió la explicación que el ministro de Gracia y Justicia D. Lorenzo Arrazola, autor del proyecto, hubo de dar, sobre el alcance del mismo.
Así quedó aclarado el engaño, y la ley a pesar de las primeras palabras confirmatorias, no fue ya de doble sentido sino solamente de sentido derogatorio y destructivo de los Fueros Vascos. “Se confirman los Fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”.
Honor merece de nosotros aquel Diputado que de esta manera admirable y eficaz demostró, a la vez que un profundo conocimiento, una gran sinceridad de espíritu y rectitud de conciencia.
Dictada la ley funesta y adoptadas por el Gobierno de Madrid las primeras disposiciones para su aplicación, el pueblo vasco en general no reaccionó contra ellas y el silencio de muerte hubiese sido total si no hubiese surgido la voz de un benemérito patricio nabarro. Fue la del Síndico de las Cortes de Nabarra D. Ángel Sagaseta de Ilurdoz.
Voz robusta, fuerte e impregnada de una gran autoridad, que se levantó enseguida para advertir a los nabarros, a los vascos todos, que aquella ley, que se acababa de promulgar no era confirmatoria de los Fueros como del texto inicial del artículo primero parecía deducirse, sino que por el contrario entrañaba su total derogación.
Pero su voz no tuvo eco, su advertencia no fue atendida por los vascos.
El Gobierno de la monarquía, tan pronto como se dictó la ley funesta, procedió a establecer en los Estados Vascos los tentáculos de su dominación y en primer término designó los Gobernadores civiles que entonces se conocían con el nombre de Jefe Político, nombrando para Gipuzkoa al General D. Francisco de Paula Alcalá.
El primer acto de éste fue dirigirse a todos los Alcaldes de la ya Provincia, diciéndoles que en adelante debían considerarle y reconocerle como su superior jerárquico y cumplir estrictamente las órdenes que emanasen de su autoridad.
Los Alcaldes, en general, callaron, pero hubo uno que, más conocedor, sin duda, del régimen propio de los Estados de Euzkadi, no quiso someterse sino que se enfrentó con el Jefe político negándose a obedecerle.
Fue este el Alcalde de Azpeitia Don Ascencio Ignacio Altuna de ilustre familia gipuzkoana, quien a la circular del General contestó diciendo que no podía reconocerle como superior jerárquico, pues para él no había más autoridad que la que emanase de las Juntas Generales de Gipuzkoa.
Con este motivo se cruzaron entre el Jefe Político y el Alcalde de Azpeitia repetidos oficios y comunicaciones en los que este contestaba serenamente a los requerimientos de aquél ratificándose cada vez con más energía en su posición vasca inicial.
Las amenazas del General no consiguieron impresionar a aquel hombre íntegro que por fin fue preso y conducido entre bayonetas a San Sebastián y allí encarcelado y sometido a proceso.
Nadie le siguió y él, pasado algún tiempo y recobrada la libertad publicó un folleto explicando al público vasco cuanto le había ocurrido, insertando copia de los interesantes oficios cruzados en la desigual contienda.
Don Ángel Sagaseta de Ilurdoz y Don Ascencio Ignacio de Altuna son, pues, acreedores a nuestro más entusiasta reconocimiento. A ellos y al eximio Diputado Marqués de Viluma, eminentes patricios los tres, cuyos nombres destacaron brillantemente como magníficas excepciones en aquel coro general de felonías y traiciones de unos, de apatías, desconocimientos y dejaciones incomprensibles de otros, debemos los vascos un recuerdo de admiración que sirva de pequeño homenaje a su memoria.
La reacción contra la ley de 25 de Octubre de 1.839 no surgió por el momento en forma explosiva, sino que se fue incubando poco a poco durante cincuenta años hasta que vino a concretarse con la aparición del hombre clave de Euzkadi, Arana Goiri'tar Sabin que, supo dar al problema su exacta dimensión con la definición y exaltación de la verdadera Patria e los Vascos a la que se ofrendó totalmente. Y la llamó Euzkadi. No Eskal Herria. Ese nombre ya existía.
Esta reacción se está desarrollando en la actualidad en una lucha terrible entre nuestro renacimiento que aspira a reconstruir a todo trance la personalidad de Euzkadi para que vuelva a vivir su vida propia y el estado español que siendo por su naturaleza absorbente y nivelador pone a contribución sus enormes recursos de imposición y fuerza para consolidarse no admitiendo la convivencia clara de otras identidades distinta de la española.
Pero en esta lucha desigual e irritante tenemos nosotros un arma tan poderosa que puede calificarse de invencible, esta es "nuestra decisión", contra ella nada pueden los al parecer omnímodos poderes del Estado, todas las armas de este se mellan contra su fortaleza.
En nuestras manos está, pues, el porvenir de nuestra Patria; lo cual constituye un gran motivo de satisfacción y una gran responsabilidad a la vez.
Para ello es preciso, y es suficiente, que en honor a Euzkadi nos propongamos ser cada día más vascos, que cultivemos cuidadosamente las características de nuestro pueblo buscando en el fondo ancestral de nuestra historia aquellas características que lo hicieron tan terco, en su pequeñez material, además de recuperar el idioma.
Así vamos a deshacer nosotros la faena de aquellos Generales que quisieron sellar con un abrazo de histriones la destrucción de la libertad de Euzkadi; así es como hemos de cerrar el largo período de reacción contra la ley de 25 de Octubre de 1.839, con el retorno pleno al régimen de propia vida vasca que ella creyó haber destruido para siempre.
Esta doctrina es la que ha defendido el Partido nacionalista Vasco desde su fundación. La reintegración foral plena, es decir, derogar aquella inicua ley de 1839 que nos quitó nuestro derecho a decidir.
Repito. Este es el PNV de toda la vida y no nos hacen falta nuevos profetas para decirnos cual es el camino de un pueblo que en 1839 fue traicionado.
Y han pasado 167 años.
Jo, tío, aquí te has pegado una sobrada. Así que los vascos eran dueños de su destino hasta 1839? Y a que no tenían relación con España ninguna y por eso cayeron muchos vascos en el carlismo? Pero si hasta gente como Txema Montero ya ha declarado hace muchos años que tanto vascos como navarros llevan dependiendo de España, Castilla o Aragón más de 40 generaciones...
Publicado por: AxAsturias | 10/25/2006 en 10:06 a.m.
SI tanta historia hay de por medio , porque hubo que recurrir en el s.XX a la banderita y toponimo de nuevo cuño para describir una entelequia como es EUSKAL HERRIA?
Publicado por: v.c. | 11/07/2006 en 06:54 p.m.
Querido Iñaki,
Es usted un fenómeno quedándose con huevos y tajás. He caído por casualidad en su blog y tras media hora de lectura compruebo que le gustan los toros y enfatiza la influencia vasca en América. Pero también dice que los vascos "no justificaron la conquista" y afirma que los toreros de Euskadi sí, mataban al toro, aunque vestidos con trajes oriundos y no con el de luces. Leer esta emotiva oda al "funesto" episodio del 25 de octubre ha conseguido que me vuelque sobre el teclado. Sabe usted que el País Vasco aprovechó sin tapujos su, digamos, spanish connection durante todo el S.XIX, y que el admirable despertar económico no se explica, amén de otros factores, sin un mercado tan jugoso como el "estatal", sin proteccionismo y sin colonias. Sabe que, más o menos "libre" (arduo concepto), Euskadi ha participado de España en armonía y con gran provecho por los siglos de los siglos, desde los grandes conquistadores hasta Unamuno y Baroja, el BBVA y Alex de la Iglesia. Sabe en definitiva lo bueno que ha sido España (ser parte de, pertenecer políticamente a, lo que usted quiera..) para los vascos, pero le puede el aroma de patria renacida. Según mi pensamiento, usted puede ser vasco y español al mismo tiempo; según el suyo, ser vasco significa dejar de ser español. Usted intuye cuánto perdería, pero el aroma le omnubila la mente... Quizá sabe también que Arana desprendía naftalina y que su mensaje es esencialmente conservador en el sentido inmovilista, es decir, por completo anti-vasco como pueblo innovador y dinámico. No pretendo ofender, pero es posible que también sepa algo de la riqueza de las lenguas, de cómo bretones o galeses no se obstinan en recuperar idiomas comparativamente mucho más pobres que el francés o el inglés. Disculpe mi sinceridad. Se lo confieso: no entiendo nada.
Publicado por: indras | 12/27/2006 en 03:28 a.m.
Yo solo se que en la Euskadi actual no hay libertad, y no la ha habido desde hace 70 años, primero fue franco y ahora el nacionalismo.
Publicado por: proletario | 08/04/2007 en 12:50 p.m.