El próximo 1 de octubre se cumplen setenta años del primer estatuto vasco de la historia. Se logró en plena guerra porque el PNV puso como condición para entrar en aquel gobierno socialista de Largo Caballero que el estatuto estuviera aprobado. Por eso el diputado José Antonio de Aguirre pronunció en el hemiciclo este importante discurso que es fundamental no olvidar. En él se contiene no sólo la visión de lo que aprobaba sino que se marcaban los principios morales de toda una generación y los por qués de la lucha de un partido.
Dijo así:
Señores diputados: Planteado el problema, nuestra posición fue clarísima; Luchando la Democracia contra el fascismo, el nacionalismo vasco había de colocarse, como siempre en su historia se colocó, al lado de la Democracia. Juntoa ella seguimos lealmente, como vosotros sabéis tan bien como nosotros. La República abrió cauces para las aspiraciones de los pueblos que, como el nuestro, constituyen una nacionalidad y tienen una finalidad de libertad. Hoy, realizareis un acto de importancia histórica; vais a aprobar, después de leído, el texto del dictamen del Estatuto Vasco; vais a aprobar, a proclamar solemnemente, yo espero que sin discusión, ni observación alguna., el texto de la autonomía vasca.
Indiscutiblemente ello reportará mayor eficacia en la lucha, porque, al fin y al cabo, se verá a un Parlamento, comprensivo, que quiera dar satisfacción a un anhelo de libertad latente de muchos años atrás en el pueblo vasco. Por eso he de agradecer al Gobierno y he de agradecer al Parlamento este gesto por anticipado.
Pero, además, quiero señalar que estamos enfrente del imperialismo y del fascismo por nuestro espíritu cristiano; estamos frente a este movimiento subversivo, porque a ello nos impelen nuestros principios honrados y profundamente cristianos. Estos principios, quizá en muchas ocasiones, señores diputados, harán que nos coloquemos frente a vosotros, como nos colocamos otras veces al defender con lealtad y absoluta claridad nuestro pensamiento católico; ¡ah!, pero en este momento estamos a vuestro lado por dos motivos: Primero, porque Cristo no predicó la bayoneta, ni la bomba, ni el explosivo para la conquista de las ideas y de los corazones, sino el amor; y, segundo, porque en vuestro movimiento proletario, vuestras conmociones sociales, a nosotros no nos asustan, salvando todas las diferencias, en cuanto en ellas existe de justicia y de verdad. Más de una vez ante las masas populares algunos de los que aquí estamos hemos dicho: No vale afirmar que todo el comunismo es falso, que todo el socialismo es falso. ¿Es que acaso estas muchedumbres se mueven todas ellas por una utopía o encadenadas a una falsedad? No; en vuestro movimiento (nosotros, con nuestro pensamiento cristiano, lo vislumbramos así) hay una dosis formidable de justicia, un clamor magnífico de las muchedumbres que piden una renovación de esta sociedad podrida, donde se quema aquello que hace falta, a los que se mueren de hambre. Por eso nosotros, con nuestro pensamiento cristiano, os decimos que el avance social ni nos asusta ni lo tememos. Es más; podríamos presentaros programas nuestros, ante los cuales quedarais asombrados viendo cómo un pensamiento cristiano puede iluminar un avance social. ¿A qué vino Cristo a este mundo? ¿Vino Cristo a la Tierra a ayudar al poderoso o a levantar al humilde? Nosotros, entre el poderoso y el humilde, estamos con el humilde, con el pueblo, porque de él venimos; nacimos para el pueblo y estamos luchando para él. Este pensamiento católico nuestro podría reducirse nada más que a eso. Viendo el lamentable y trágico espectáculo que dan ciertos hombres pertenecientes a Jerarquías de la Iglesia, cuya fe profesamos, yo recuerdo aquel caso que cuenta Montalambert, según el cual estando él en París vio una Iglesia en la que las espuelas y el brillo de los sables reñían con la humildad que debía tener la ceremonia religiosa que en ella se celebraba, y decía: “He aquí una iglesia rica; pero he aquí un pueblo pobre de fe.” Fue a Irlanda y allí topó con una ermita humilde, humildísima, donde un sacerdote celebraba el sacrificio de la misa ante una magnífica multitud de humildes hombres de la heroica Irlanda, y dijo: “He aquí una iglesia pobre; pero he aquí un pueblo rico de fe”. Pues bien; nosotros entre esa iglesia pobre de Irlanda y aquella iglesia magnífica de París, reluciente de cascos, espadas y espuelas, nos quedamos con la humilde iglesia de Irlanda, porque entendemos que así servimos mejor nuestro espíritu cristiano y la causa de la Libertad, que es, al mismo tiempo, la causa de la fraternidad.
Nosotros, que condenamos, porque no tenemos más remedio que condenar, aunque comprendamos muchas veces los excesos propios de las muchedumbres, todo aquello por el solo hecho de tener un cierto carácter y una determinada significación, os decimos con entera lealtad: hasta vencer al fascismo, el patriotismo vasco, el nacionalismo vasco, seguirá firme en su puesto. (Grandes aplausos).
Boletín Oficial del Estado, 2 de octubre 1936
Esta fue la postura del PNV hace setenta años. Hoy sigue conservando toda su vigencia.
Zorionak!
Un memorable discurso que sigue vigente!
Felicitaciones a los autores del blog desde el Euzko Etxea Arantzazu de Lima
Publicado por: Jhon Bazan | 12/08/2012 en 06:49 p.m.
- Gaceta de Madrid: Diario Oficial de la República, de 1 de abril de 1934 - 8 de noviembre de 1936.
- Gaceta de la República: Diario Oficial, de 10 de noviembre de 1936 a 28 de marzo de 1939.
Que no, señor Anasagasti, que el diario oficial nunca se denominó "Boletin Oficial del Estado" durante la II República Española.
Revise sus notas y sus fuentes para que no sufra su credibilidad.
Publicado por: Io | 10/11/2019 en 09:33 p.m.