Este martes 24 de octubre tenemos un acto oficial en el Senado con Eduardo Frei, ex presidente de Chile y actualmente presidente del Senado de su país. Probablemente podremos hablar del reciente acuerdo del Senado chileno en apoyo a la consolidación de la paz en Euzkadi. En Chile, con una presencia vasca en la historia espectacular este acuerdo ha sido saludado por todas las fuerzas políticas incluida la presidenta Michelle Bachelet.
El meollo de la declaración es este: “trataremos de desarrollar y llevar a buen puerto el proceso de paz y lograr así que el pueblo vasco pueda decidir su futuro en paz y en libertad”.
Eso de que los vascos puedan decidir su futuro es lo que les pone de los nervios a los dirigentes del PP y al propio José María Aznar, que ha andado enredando infructuosamente para que este acuerdo no saliera así, porque es auténtica dinamita política. Hay que recordar que fue en Santiago de Chile el lugar en el que nos salimos de la Internacional Demócrata Cristiana, cinco minutos antes de que nos echaran por presiones del recién llegado PP español. Allí estuvieron Javier Arenas, Luis de Grandes y Mariano Rajoy en aquel acto de vileza política que no fue apoyado por los democristianos chilenos.
Creo que en todo esto ha tenido un papel relevante Adolfo Zaldívar, hermano de Andrés Zaldívar, quien fuera también presidente del Senado Chileno. El propio Zaldívar ha dicho que no aceptan presiones de nadie porque lo que diga Aznar les trae sin cuidado. “A nosotros los que nos mueve a respaldar esta decisión soberana y democrática del pueblo vasco, es nuestro afán por respaldar cualquier proceso justo en cualquier parte y más aún en la tierra vasca”.
Tanto con Adolfo como con Andrés, el PNV siempre ha tenido una intensa y cordial relación .Todavía recuerdo cómo, en tiempos de la alcaldía de Balendin Lasuen le hicieron hijo predilecto de la localidad bizkaina de Zaldibar. Pero no sólo ocurre con la democracia cristiana y el partido socialista sino también con un partido de la derecha chilena llamado Renovación Democrática.
Sergio Romero, que también fue presidente del senado chileno, el año pasado estuvo en Bilbao en el I Foro Parlamentario Iberoamericano y, a raíz de este viaje y de otros de la Unión Interparlamentaria hemos trabado una cordial relación que se asienta en la admiración que Romero tenía por sus profesores escolapios vascos y en concreto con el P. Moroka. Gracias a Sergio Romero, el Lehendakari ocupó un espacio de privilegio en la toma de posesión de Bachelet, cosa la cual les dejó a los funcionarios de la embajada española y a ciertos políticos españoles que allí estuvieron dando codazos, absolutamente flipados.
Hace poco falleció Narciso Irureta, cuyos padres eran de Azkoitia y él además de ministro en el gobierno de Eduardo Frei, fue presidente de la DC de su país. Más de una vez he contado cómo en Santiago de Chile comiendo con él y con José Manuel Goikoetxea y el delegado Atxutegi, me dijo una frase terrible: “Iñaki. Desengáñate. La política ha dejado de ser una vocación par convertirse en una profesión”. Bueno, pues en el acto en homenaje de Irureta, además de hablar el presidente de la DC, Adolfo Zaldivar, habló también Sergio Romero poniendo de relieve todas estas cosas.
Y a Sergio Romero le mandé una fotografía con una dedicatoria preciosa escrita por Gabriela Mistral cuando recibía de manos del rey Gustavo Adolfo de Suecia el Premio Nóbel de Literatura en 1945. Gabriela Mistral se llamaba realmente Lucila Godoy Alcayaga y se sentía chilena y vasca. Con la fotografía recibiendo el Premio Nóbel, escribió una dedicatoria preciosa:
“A Euzkadi, donde se reza con el mismo padrenuestro a Jesucristo Nuestro Señor y a la concordia entre las almas libres”.
Obsérvese que se lo dedica a Euzkadi, no a Euskal Herria. El acento poético y humano de su obra no dejó de alcanzarnos a los vascos. La voz de Gabriela Mistral se dejó oír en la triste oportunidad del exilio y opresión que vivía nuestro pueblo para condenar valientemente a los enemigos de la libertad y confrontar a sus víctimas. Conmoviéronle particularmente los niños vascos evacuados, a los que aludió en las notas de su libro “Tala”, editada en Buenos Aires y cuyos derechos de autor cedió para contribuir a la atención de los mismo. He aquí las palabras publicadas por la poetisa en aquella oportunidad refiriéndose a Euzkadi. “A la sombra de nuestro Árbol nos reuniremos cuando la libertad vuelva a nuestra tierra bendita.”. Gabriela Mistral es un ejemplo latinoamericano del vasco/a universal.
¿Alguien, pues, ha llegado a extrañarse del texto aprobado por el Senado chileno?
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