El jueves por la noche llegábamos Erkoreka y yo al Palacio de Congresos en una noche fresca y de atascos. Una manifestación de funcionarios nos había hecho dar toda una vuelta para llegar al lugar donde se celebraba una cena en homenaje a Sabino Fernández Campo, quien fuera durante 16 años, secretario y jefe de la Casa del Rey hasta que un día, D. Juan Carlos le dijera a su esposa: “Parece que Sabino nos deja". Así se enteró que dejaba de ser Jefe de la Casa Real y pasaba a Grande de España y Consejero, sin que el rey le haya vuelto a pedir ningún Consejo.
“¿Como así?”-nos dijeron.
“Es que tratándose de una persona que se llama Sabino no podemos negarnos a homenaje alguno" contesté. El caso es que allí había mucha gente, pero pocos socialistas y nadie del gobierno. Mucha transición, muchísima presencia asturiana, Instituciones y gente amiga que querían reconocer el trabajo de éste hombre culto, buen caricaturista y pozo de secretos."Lo que puedo decir no es interesante y lo que es interesante no lo puedo decir” comenta cuando le preguntan si va a escribir sus memorias que sin lugar a dudas serían una de las más interesantes habida cuenta del pacto de silencio existente alrededor de la monarquía y de los excesos del monarca.
Un portavoz de la casa Real actual señaló que ningún miembro de la familia Real, de esos que van a todo chupando de la piragua, tenía previsto acudir al homenaje porque “no es costumbre asistir a este tipo de actos”. Fue entonces cuando decidí acudir y atender a la invitación formulada.
"¿Que le parece que no venga nadie de la Casa Real a esta cena?"-me preguntaron. “Pues muy mal. Este señor salvó la monarquía más de una vez y le pagan con una carta de circunstancia que se lee en la cena y a otra cosa. Si el rey va a una corrida de toros y se la pasa cazando osos, lo lógico sería que estuviera aquí" contesté. Nadie más lo hizo así. El silencio mas absoluto reina alrededor de este rey que desde que se marchó Sabino, ha podido hacer más y mejor de las suyas que con éste riguroso general que fundamentalmente era un hombre serio.
Carmen Rigalt explicaba el por qué salió Don Sabino de mala manera de la Zarzuela con estas crudas palabras:
“En el caso de Sabino, el marrón fue una sucesión de acontecimientos: las amistades peligrosas del Rey, los negocios, la corte paralela de Mallorca, los biógrafos, etcétera. Sabino obró en consecuencia, intentando reconducir la vida privada del monarca. Se la jugó. Dicen que a Don Juan Carlos le molestó la presentación del entonces jefe de la Casa, así como fluida relación con la prensa. Sabino no se inmoló. A él lo inmolaron adelantando la fecha de su salida. No ha sido el único caso, pero sí el más sonado.”.
En la cena saludamos a mucha gente, sobre todo asturiana y sobre todo de Cullidero. Entre setecientas personas había mucho a quien recordar ciertas cosas. Y así como el actual Jefe de la Casa Real, Alberto Aza, uno de los fontaneros de Suárez, me parece un tipo poco presentable desde que tuve el incidente con él a cuenta de la guerra de Irak, por lo menos en tiempos de Sabino, las cosas se llevaban con una cierta corrección.
La cena. ha pasado bastante desapercibida y esto no deja de tener su interés para fotografiar una sociedad a la que se le va la fuerza por la boca pero es incapaz de reconocer a un señor de 79 años que más de una vez le dijo a Juan Carlos: “eso no se puede hacer”. El resto, todo es silencio e incienso.
Se nota el pelaje de esta monarquía anclada en tiempos pasados, para ellos todavía hay plebeyos y patricios. Es un asco. III República por favor.
Publicado por: Labeko | 03/31/2007 en 11:24 a.m.