Aquí hubo en los años setenta una patada mortal. Se la dieron al militante del PNV, Ramón Begoña en una manifestación de Bilbao y lo mataron. Lo de Aguirre del lunes fue una patada, importante para quien la recibe, condenable como hecho, pero, a fin de cuentas, algo no determinante en el contexto político que vivimos. Un hecho aislado.
Como lo fue la bronca que le montaron a Bono y a Rosa Diez en una manifestación en Madrid con detención de militantes del PP. ¿O es el que el PP es un partido violento a cuenta de este hecho? ¿Por que el PNV lo va a ser cuando eso fue un chispazo, producto de la tensión ambiental?
El Madrid carca, ha obviado la mayor y ha puesto la lupa en lo menor. Lo mayor es que al presidente de un gobierno lo llame el juez por hacer su trabajo, por cumplir con su deber, por buscar soluciones.
De acuerdo a ese criterio tanto John Mayor, como Tatcher, como Blair deberían haber ido al juez inglés de guardia por buscar soluciones al problema del IRA. Y sin embargo, el día de la patada, que no era más que el día en el que al Lendakari le querían condicionar su labor política, Paissley y Adams fumaban la pipa de la paz. Sin el trabajo previo de tanta gente, eso nunca se hubiera producido. Aquí, a quien lo hace, le encausan.
Una periodista conocida de Madrid en una tertulia me hablaba de lo violenta que es la gente del PNV. Se lo desmentí, y le invité a ir junto a mí por Madrid en determinados barrios madrileños para que pudiera comprobar como se las gastan las buenas gentes que creen que somos el demonio.
Y no por eso generalizo y pienso que todo Madrid es así, sino que hay circunstancias que tensionan el ambiente, y, luego ocurre lo que ocurre.
Y sobre el “ertzaina negligente” como dicen que fue quien dejó libre al de la patada, solo les digo a mis conocidos españoles del PP que la Ertzantza protege a los dirigentes del PP con el mismo celo que a cualquier otro ciudadano amenazado y la prueba está en que siempre protestan cuando alguien les sugiere les pongan de escolta, seguridad privada. Quieren a la Ertzantza por su profesionalidad y por la garantía de un buen trabajo.
Por eso les digo que lo de la patada es un hecho aislado magnificado por quienes han querido cambiar el foco de atención del hecho realmente grave: que al Lendakari no le dejan trabajar para que se logre la foto del Ulster. Esa es la madre del cordero.
Por supuesto Iñaki que lo de andar pateando testiculos ajenos no es de recibo y es condenable, faltaria mas.
Pero algunos llevamos 28 horas buscando la foto o la imagen de la patada en cuestion y no encontramos testimonio grafico alguno de la misma, no es que dudemos, es que no nos fiamos de Antonio Aguirre ni un pelo.
Este "angelito" por cierto, antes de la supuesta patada iba alegremente desafiando a la gente.
Por cierto esta gente no hace caso alguno a la peticion de 2.800 ciudadanos de Ermua que por escrito pidieron dejen de enmirdar el nombre de su pueblo, poniendolo de apellido a un Foro para la confrontacion, en fin, democratas agrupados en torno a suculentas subvenciones.
Publicado por: ible | 03/27/2007 en 05:42 p.m.
Sinceramente, no sólo una, si no muchas más debería haberse llevado. Lo que no se puede hacer es ir a provocar, con esa chulería de Guardia Civil, ante el público contrario. Ese señor no es la primera vez que lo hace, y aunque suene violento decirlo, espero que algún día se lleve su merecido para haber si aprende. Una cosa es opinar, que es libre, otra es faltar al respeto, que es lo que ha hecho este señor. ¿Se imaginarían lo contrario? Este señor me recuerda a los que reventaban conciertos en la época franquista de la que parece haber salido. Esa actitud es la chulería de esta derecha del 36 en la que se ha convertido el PP y todos sus secuaces. No es que defienda la violencia, pero es que a veces es mejor emplearse con fuerza contra el provocador que pagarlo con los de casa o amigos. A pesar de ello, y de contradecirme, espero que no se repita.
Publicado por: Labeko | 03/27/2007 en 05:43 p.m.
No está mal el artículo pero me gusta más la foto, tanto que creo que voy a utilizar el fotoshop y hacer, del giputxi con barba insigne portavoz de nuestro grupo -seguro que no andaría muy lejos-. Una simple cuestión de estética, sobre todo bajo la ikurrina y pensando en Jel...
Respecto a lo que cuentas, casi nada que objetar, pero sólo casi: la señora tertuliana debiera haber sido también invitada a darse un paseo por nuestra Euzkadi del alma y comprobar "in person" que ser del PNV e ir de cara, suele ser una buena carta de presentación para que cualquier enérgumeno te llame de todo menos guapo, y tanto me da que sea batasuno o españolazo, que de ambos -y entrambos- hay.
Eso sí, tal vez no pasen del insulto o la amenaza, porque para dar una host... hay que tener lo que la gente que va de frente: la conciencia limpia y las ideas claras, además de un puntito de mala leche. Y estos hooligans de nuevo cuño de mala leche sí que saben, pero de poco más.
Y con mala leche, mi querido Iñaki, no se puede hacer ni un quesito "lavashquirí", que decíamos los niños del Bidasoa. Pues eso: qué les den!!, aunque no sea en la entrepierna, precisamente...
Y otro día de contaré lo que pienso de la afrenta judicial al Lehendakari, de la facciosa actitud del PP y sus adláteres y del silencio cobarde tras el que se escondem cómodamente, un PSE acomplejado y que, por lo visto, por no tener ni mala leche tiene. En fin, hablamos.
MUXUS!!! ELENATXO.-
Publicado por: ELENA | 03/27/2007 en 10:01 p.m.
Parece ser que en hay quien sabe lo que es el PNV pero poco de demcracia, al igual que hay quien sabe lo que es el PSOE pero poco de democracia. También hay que decir que hay gente del PP que sí sabelo que es la democracia, y en las izquierdas abertzales también saben algunos lo que es. ACreo que mí, a veces, se me olvida un poquitín que es la democracia (me preocupa); los de los foros (de el salvador, de ermua de la defensa de la nacion española, etc, que cada uno de ellos pertenece a varios foros a la vez) tiene una amnesia activa voluntaria, pero la pueden recuperar como la recuperó Manu Montero.
Para evitar los accesos leves de amnesia democrática hay que tomarse las cosas con deportividad, aunque algunos arbitros estén comprados, y algunos comentaristastambién. No sólo el equipo tiene que jugar un gran partido, también la directiva tiene que ser señora y la afición ser supporters, y no hooligans.
Así que a los euskaldunes les animo a leer "Tolerantziaren gaineko dizertazioa" del profesor de filosofía en Zizur Mayor Xabier Agirre Urteaga (ed Pamiela), o su anterior libro "Zertan dira askatasuna eta berdintasuna gaur egun?".
Iruñetik agurrak
Publicado por: Fortunato | 03/28/2007 en 01:02 p.m.
Hay que tener poca vergüenza para decir que "ser del PNV e ir de cara, suele ser una buena carta de presentación para que cualquier enérgumeno te llame de todo menos guapo, y tanto me da que sea batasuno o españolazo". La firmante, Elena o Elenatxo, se hace la víctima, algo que la gente del PNV domina a la perfección. Yo creo, doña Elena, que usted y otros muchos afiliados y simpatizantes del PNV lo que deberían hacer es un buen examen de conciencia sobre su comportamiento con esos que usted llama españolazos durante los últimos...digamos cincuenta años. Pero comprendo que sería mucho pedir, a fin de cuentas a nadie le gusta verse como xenófobo, como comprensivo con los chicos de la gasolina o como totalmente insolidarios con aquellos a los que tantos vascos en tantos pueblos les retiraban el saludo o les quitaban la cara al cruzarse con ellos. Cuando no se la partían de un balazo porque "algo habrá hecho".
Publicado por: Manuel Zapata | 03/28/2007 en 02:10 p.m.
Mira Iñaki,
Te pego un artículo de Rosa Díez que no tiene desperdicio. A ver qué te parece. Para mi es la realidad de tu amado Euzkadi.
Gente corriente
Por Rosa Díez
Por Rosa Díez_ Diputada socialista en el Parlamento Europeo
«Los verdaderamente malos son pocos; lo más peligroso es la gente corriente»
Primo Levi
ESTA sentencia de Primo Levi podría haber sido escrita a la luz de lo que ocurre en el País Vasco. Pero él pensaba en los campos de exterminio nazis cuando hizo esa reflexión. Levi hablaba para estudiantes, en el transcurso del periplo universitario que organizó una vez concluido su libro «Si esto es un hombre». Respondía así a la pregunta de unos alumnos sobre la maldad. Levi describía con esas palabras la falta de piedad de los alemanes corrientes, esa inmensa mayoría que veía cómo desaparecían sus vecinos sin preguntarse qué había sido de ellos. Pensaba en la «gente de orden» que veía el humo de los crematorios y se limitaba a taparse la nariz. Pensaba en las «buenas gentes» que cruzaban de acera para no saludar a un judío con el que habían compartido celebraciones familiares unos días antes de que fueran señalados por los nazis como enemigos de la raza aria. Pensaba en todos aquellos que prohibieron a sus hijos jugar con los hijos de los «malditos judíos». Levi pensaba en la buena gente que, de repente, perdió hasta la piedad.
Si Levi hubiera vivido en Euskadi y en nuestro tiempo podría haber hecho la misma afirmación refiriéndose a los nacionalistas. En el País Vasco no hay limpieza étnica porque resultaría imposible: estamos tan mezclados, es tan mestiza nuestra sociedad, que tendrían que matarse entre ellos. Por eso aquí se puso en marcha la limpieza ideológica. Somos tan «iguales» que tuvieron que empezar a matarnos para hacernos diferentes. Ahora ya somos diferentes. A los judíos los distinguían por su «estrella de David»; a nosotros, «los vascos diferentes», nos distinguen porque nunca vamos solos. Nosotros, «los vascos diferentes», somos los que tenemos la capacidad de movimiento restringida; ellos son los que disfrutan de todos los derechos que la Constitución española nos reconoce como ciudadanos. Nosotros, «los vascos diferentes», somos los que vivimos amenazados; ellos son los que viven en libertad.
Antonio Aguirre fue agredido por un genuino representante de la «gente corriente», de la «buena gente», de esa «gente de orden» que milita en el partido que gobierna Euskadi desde que hay democracia en España. Los dirigentes del PNV han exculpado inmediatamente al agresor: «perdió los papeles», «está apesadumbrado por la imagen del partido que ha dado, llevado por la tensión del momento», «se sintió acosado», «no quiere ensuciar el buen nombre del partido». Ni una sola palabra de disculpa hacia el agredido. El agredido es culpable; el agresor, una pobre víctima que «perdió los papeles». Buena gente.
Nada más peligroso que una situación en la que los dirigentes de un partido político de gobierno disculpan la agresión a un militante de un movimiento cívico, embozándose en la mentira y en la superioridad moral del agresor: «le conocemos de siempre...», «les provocaron...». Los «provocadores» eran siete. Los provocados, mil. Y, según se puede escuchar en los diferentes videos colgados en internet, «los mil provocados» consideraban «españoles de mierda» a esos siete magníficos que osaban enfrentarse a la «pacífica» manifestación. Bueno, también les llamaban «asesinos», y «cerdos», y «asquerosos». Pero lo que sin duda pasará a los anales de los batzoquis será cómo fue posible que siete «españoles de mierda» consiguieran acorralar a mil vascos de pura cepa...
Da miedo. Sobre todo después de escuchar a la portavoz del Gobierno vasco decir que «están planteándose denunciar al Foro Ermua por la contramanifestación (¿?)». Tiene razón Antonio Aguirre cuando dice en la entrevista publicada en El Correo que el problema ya no es que el Gobierno no te defienda; lo grave es que es el propio Gobierno el que te pone en la diana. Aunque Aguirre nos recuerda a todos que «... los primeros que nos empezaron a llamar fachas y extrema derecha fueron Odón Elorza y José Antonio Pastor. Entonces les solicité que no pusieran al Foro en el punto de mira de ETA».
Da miedo la impunidad que algunos dirigentes de los partidos democráticos prestan a la violencia y a los violentos. Da miedo porque conocemos y recordamos la historia. El «ciudadano corriente» que el lunes agredió a Aguirre no sólo no ha sido amonestado, sino que ha sido públicamente disculpado por su propia formación política y por el Gobierno vasco. El «ciudadano corriente» trabajó para el Departamento de Interior del Gobierno vasco, vamos, para la autoridad. Si lo que él hizo es comprendido y exculpado por el Gobierno vasco y por el partido que sustenta al Gobierno de España, ¿por qué razón un chaval vasco, educado en el odio y en la mentira, no va a coger primero un spray, después un cóctel molotov y finalmente, cuando se la den, una pistola para abatir a esos «españoles de mierda», «asesinos», «asquerosos», que hay que dejar morir en el suelo?
Les contaré una cosa que me sucedió hace unos cuantos años, concretamente a finales de 1998 o principios de 1999. Fue en Guernica, en el acto de juramento de Ibarretxe como lendakari, tras las elecciones de la tregua. Los socialistas habíamos abandonado el Gobierno en junio de ese mismo año; la tregua se declaró en septiembre; las elecciones se celebraron en octubre. Tal y como tenían pactado en Lizarra con ETA, los nacionalistas del PNV y EA, con la adherencia de Madrazo, constituyeron un gobierno apoyado por Ternera y los suyos. Les recuerdo que el PSE había gobernado con el PNV doce años.
Pues bien, a la entrada de la Casa de Juntas se arremolinaban los simpatizantes de las formaciones políticas nacionalistas, claramente diferenciados en bandos: los que iban a jalear a los borrokas y la «buena gente» que iba enfervorizada a aplaudir a sus líderes del PNV. Pasamos por delante de los borrokas sin ningún tipo de problema; el gesto adusto; la mirada huidiza y cobarde; el aspecto de no haberse duchado en una semana... Vamos, vestidos para ejercer de lo que son. Unos metros por delante de mí iba Ardanza. A la entrada justo de la finca, en la verja, unas enfervorizadas emakumes le besaban y aplaudían; él les correspondía sonriente y amable. Llegamos nosotros cuando aquellas mujeres vestidas de domingo, con aspecto de madres y abuelas de familia bien, todavía estaban saboreando la emoción.
Se giraron y nos vieron. Yo acababa de dejar de ser consejera, tras siete años de gobierno con Ardanza. Las miré con normalidad, diría que sonriente, y seguí hablando con mi compañero. Hasta que empezamos a pasar entre ellas: «Ala, fastídiate, se os acabó lo bueno, por fin os vais, ya estamos con los nuestros...» «Huy, que pena tendrás, eh, maja?» «Pues os fastidiáis, ya estamos juntos, que bastante habéis estado en el Gobierno...». «Ala, españoles, iros por ahí...». No nos lo podíamos creer.
Recuerdo haberme acercado a Ardanza a contárselo:
-«Oye, lendakari, tu gente nos está insultando; es como si creyeran que os hemos robado algo durante estos doce años que hemos compartido gobierno; parece que aquí no ha cambiado nada de fondo, queos habéis vuelto a asilvestrar, que estábais locos por echarnos...».
-Pero Rosa, ¿cómo dices eso? Serán de los otros...
-No lendakari, no; son de los tuyos.
-¿Pero por qué lo sabes?, ¿les conoces?
-No, pero hay signos externos inconfundibles: peinadas de peluquería, las joyas de los domingos... y los besos que te han dado. Salvo que me digas que las que te han besado eran de Batasuna...
-(...)
Esa es la gente corriente, la que se aprovecha de nuestra falta de libertad para medrar en política, y en la vida. La que nos «tolera», sin considerarnos nunca «de los suyos». La que no mueve un dedo por protegernos. La que llama presos políticos a los asesinos y clama por sus «derechos» mientras permite que nos excluyan y persigan por reivindicar los derechos fundamentales que la Constitución nos reconoce.
Levi explica en el citado libro cómo la despersonalización, la deshumanización del individuo o colectivo declarado enemigo, era vital para llegar a la solución final sin ningún tipo de remordimiento. Los judíos, los gitanos, los comunistas, los homosexuales... no eran humanos para los nazis: eran sólo enemigos de la raza aria, una amenaza para la pureza de su sangre. Estaban «obligados» a eliminarlos si querían conservar un bien mayor, la raza pura, el ideal humano. Pero al lado de esos fanáticos que teorizaban y diseñaban los planes de exterminio estaba la gente corriente. Esa «buena gente» comprendió enseguida hasta qué punto podían beneficiarse de la desaparición de tantos alemanes, o polacos..., de tantos compatriotas mejor cualificados que ellos mismos; y dejaron aflorar sus más bajos instintos.
Tardaron poco en sentirse cómodos, aceptando que los nuevos excluidos, en el fondo, nunca habían sido de los suyos, que siempre les habían tenido envidia de los judíos, que llegaron de otros lugares y fueron capaces de progresar y llegar más lejos que ellos, que siempre habían temido al diferente, al de otra cultura, al de otra condición sexual... Los ideólogos de la solución final fueron pocos; los ejecutores, bastantes más, pero nada hubiera sido posible si millones de «buenos alemanes» no se hubieran comportado como los buenos vascos que siguen en Euskadi las consignas del «partido guía». Ese «partido guía» liderado por ese ejemplo de moderación, esa perla blanca llamada Josu Jon Imaz.
Tiene razón Aguirre: es el PNV quien nos pone en la diana, y nuestros dirigentes del PSE, quienes asienten con la cabeza o callan. Si a quienes discrepamos -seamos socialistas o no- nos llaman crispadores o nos invitan a irnos al PP -al que previamente han calificado como «derecha extrema»-; si el lendakari le dijo hace nada en el Parlamento vasco a María San Gil: «Ustedes representan lo peor de este país» -de un país en el que hay terroristas-, ante el silencio cómplice del PSE; si Diego López Garrido dijo hace dos días en el Congreso de los Diputados que «el PP es un arma de destrucción masiva», ¿qué pueden pensar los que tienen las pistolas y la costumbre de actuar poniendo la teoría en práctica? ¿Puede alguien extrañarse de que muchos de nosotros nos sintamos más abandonados, más solos que nunca?
No es éste un artículo optimista. No hay motivos. Llamar a las cosas por su nombre es la mejor contribución que se puede hacer para intentar que las cosas cambien. Como dijo Hanna Arendt a su vuelta del exilio norteamericano, indignada por la pasividad e indiferencia de sus compatriotas ante su responsabilidad histórica, «describir los campos de exterminio sin ira no es ser objetivo, sino indultarlos».
Valga esta reflexión y esta denuncia para que si nuestros nietos nos preguntan algún día: «¿tú qué hiciste cuando pasaba eso?», podamos darles una respuesta mirándoles a los ojos.
Publicado por: Votante del PP | 03/30/2007 en 05:11 p.m.
Hola, Sr. Anasagasti: Vaya por delante que mi cultura es escasa y mi ortografía, aunque intento sea correcta, en ocasiones puede tener faltas. No me disculpo por ello, pero sí me gusta advertirlo; en alguna ocasión algún "ilustrado" se pasó conmigo.
Hay un tema de vascos, requetés-carlistas, que nunca he conseguido qe algún vasco me diera una respuesta coherente. En la mayoría de los casos siempre han salido por los "cerros de Úbeda".
Si como parece ser y así se dice siempre que el nacionalismo vasco nace o al menos empieza a renacer en las guerras Carlistas, me gustaría saber cúal era el papel de los vascos y navarros de aquella época sumándose
a la causa de otro Borbón. Es decir, ¿dejaban de ser fieles a uno para serlo de otro?. Nunca he entendido esa mezcla del nacionalismo vasco con el aspirante Borbón al trono de España.
La otra es que en vísperas de la Batalla de Villareal, en la nefasta guerra civil, el Sr. Aguirre, presidente del Gobierno Vasco, dijo más o menos textual. "Mañana entraré en Vitoria sobre un caballo blanco". Es evidente que nunca entró en caballo blanco ni de ninguna otra forma en la capital alavesa. Los gudaris sufrieron una severa derrota, pero curiosamente las tropas que tan duramente les castigaron eran en su mayoría, tercios de requetés formados principalmente por navarros guipuzcoanos y vizcainos, es decir, hermanos de raza al servicio de la causa del Gral. Franco.
Al nacionalismo actual se le olvidan, supongo que deliberadamente, hechos muy concretos de quella infame guerra civil relacionada con el Carlismo. Se olvidan, por ejemplo que Álava o Navarra, nunca fueron castigadas por el Gral. Franco, todo lo contrario, fueron territorios muy beneficiados por el Régimen, al igual y supongo que por razones de estragia política, el resto de las provincias vascas,con ayudas muy superiores a otras regiones españolas.
Ustedes, no quieren oir ni hablar de los miles de guipuzcoanos y vizcainos,(los camisas azules alaveses , los dejamos al margen) y no diagamos nada de los navarros que con su borla roja fueron tan decisivos para la derrota de la España democrática. Oyéndoles a ustedes siempre uno tiene la misma sensación de que todos los vascos en piña defendieron... etc. y se olvidan de sus orígenes recientes monárquicos borbónicos y que miles de vascos/navarros , curiosamente herederos del carlismo, a su vez origen de nacionalismo vasco, fueron los verdugos de muchos otros vascos.
MIS SALUDOS, SR. ANSAGASTI.
Publicado por: Carlos Riolobos | 03/31/2007 en 10:20 a.m.