El 3 de noviembre de 1999, hace siete años, escribía en El Mundo este artículo que reproduzco. Su lectura no ha dejado de hacerme gracia. Entonces el coco era el PNV y el PP-PSOE, trabajaban al unísono y no nos daba ni pan, ni agua, ni tregua, ni cuartel.
Hoy las cosas han cambiado pero, en el fondo, la cerrazón de unos y otros, sigue siendo la misma.
“En noviembre del año pasado, tras las elecciones autonómicas vascas y a iniciativa de Izquierda Unida, el Congreso de los Diputados aprobó una moción, por unanimidad, que instaba al Gobierno al acercamiento de los presos siguiendo una política consensuada, dinámica y flexible; ocuparse de las víctimas del terrorismo y crear un clima político adecuado que propiciara un proceso de paz sólido”.
Un año después, salvo el acuerdo sobre las víctimas del terrorismo, cuestión ésta de absoluta justicia, el Gobierno central permanece absolutamente inmóvil en relación al acercamiento de presos y a la carencia del clima adecuado. En cuanto al primer asunto, el Ejecutivo sólo habla con el Partido Socialista y no presenta un diseño final de su política. Sólo se le pide acercar los presos a cárceles cercanas al lugar de residencia de los reclusos, con objeto de no castigarles con una doble pena que afecta, además, a sus familias y crea un clima de desasosiego tal que genera condiciones para que algunas mentes, acostumbradas a la acción directa, traten de justificar algo tan injustificable como la violencia callejera.
A esto se le añade el hecho de que el presidente del Gobierno, José María Aznar, se niega a contestar la pregunta que semanalmente le formulamos sobre este extremo en la sesión de control de cada miércoles. El Gobierno no desea explicar en público, ni en privado, su troquelada política, añadiendo leña al fuego de la desconfianza y creando un clima de tensión absolutamente innecesario.
En relación a los contactos con ETA todos estamos observando el furor del Ministerio del Interior para que lo dicho por el ministro Mayor Oreja, nada más comunicarse la tregua indefinida a la que bautizó como «tregua trampa», sea una realidad. A ese dato se le añade el hecho de que un año después ETA, afortunadamente, sigue sin matar, secuestrar y extorsionar, limitándose a emitir comunicados, algunos de ellos en un desfasado lenguaje de trinchera que permite a los estrategas de Interior utilizarlos para ocultar la realidad, es decir, la existencia real de una tregua.
No hace mucho, los mismos que decían que lo importante era que ETA no matara y que en democracia todo es defendible, son los que demonizan al nacionalismo y pretenden criminalizar esta opción por defender democráticamente ese nacionalismo que ellos se ocupan de alimentar con su intransigencia. Cada vez más se abre una sima entre separatistas y separadores. Y ese tipo de simas no se resuelven de un plumazo cuando el grado de agravio adquiere cotas como las que estamos viviendo.
El Gobierno tampoco ha cumplido la tercera parte de la moción cuando se le instaba a crear un clima adecuado que propiciara la paz. No ha habido discreción, ni pedagogía negociadora. Sólo ha existido la descalificación y el insulto permanente.
Que el presidente del Gobierno diga que “el PNV chapotea en la radicalidad más estéril” cuando mejor que nadie sabe que gracias al PNV y a su acción política se está consolidando una tregua, es algo que clama a un cielo que me imagino ve perplejo los abrazos de Aznar y Arafat, o con Pastrana, o con Chaves o en su caso con Tiro Fijo y mentiras se niega a recibir a HB, organización, que por otra parte ha contrastado su fuerza en las urnas.
Es todo, pues, un cúmulo de despropósitos lo que estamos viviendo. Y, sinceramente, no entiendo lo que busca el Gobierno, a no ser que trabaje para las futuras elecciones envuelto en su bandera nacional y no para que unas futuras generaciones vivan y crezcan en paz.
En este contexto se ha producido la detención de Belén González Peñalva, dirigente de ETA que participó en la última reunión en Suiza entre esta organización y el Gobierno español. Se producía la detención semana y media después de la visita del presidente Chirac a Madrid y al día siguiente del comunicado de ETA donde le decía al Gobierno que si quiere hablar con ellos lo haga con tres presos.
La excusa era un control de carretera rutinario. Explicación que nadie ha creído. Francia no es un Estado cualquiera y dosifica muy bien sus apoyos. Estamos seguros de que a Belén González Peñalva la tenían localizada hace ya tiempo y han actuado en el momento que han considerado oportuno. Y la pregunta es: ¿estamos o no en un proceso de paz? ¿Se puede entablar conversaciones con una organización como ETA y detener a los interlocutores? ¿Por qué a quienes hacemos estas reflexiones nos acusan de connivencia con ETA?
Si a esto se le añade la celebración entusiasta del 20 aniversario del Estatuto vasco por parte de un Partido Popular que hace 20 años votó contra él y un PSOE que lo tuvo clavado, tenemos un cuadro de situación que nadie puede ser capaz de entender.
El PNV ha aparecido ante la opinión pública como un partido que repudia uno de sus logros más acabados como fue aquel Estatuto de Gernika en sí, así como también los frutos que dicho pacto ha venido produciendo en estos 20 años de vigencia. La recuperación de las instituciones de autogobierno, la capacidad para desarrollar políticas sectoriales autónomas en materias de extraordinaria trascendencia para el bienestar de los ciudadanos y la potenciación de la conciencia de identidad y de pertenencia común de todos los vascos a una misma nacionalidad, constituyen avances sustanciales que deben ser reconocidos en todo su valor.
Sin embargo, tenemos que expresar nuestra profunda preocupación por la desidia y la débil voluntad que los sucesivos gobiernos del Estado vienen demostrando en cuanto al pleno y leal desarrollo del Estatuto de Gernika.
Desidia y falta de voluntad política que conforman, de hecho, una situación de paralización y estancamiento en el desarrollo estatutario pendiente.
Quizá nos ha fallado el haber celebrado la efeméride con EA e IU, partidos que defienden el actual estatuto, denunciado el que una ley orgánica aprobada en referéndum, 20 años después, siga sin cumplirse.
Al PNV se le quiere presentar como un partido que ha perdido su moderación y su centralidad, que está en el monte y apadrina aventuras insólitas. Ante eso queremos recordar que la tregua de ETA continúa, que somos -y a nadie engañamos-, un partido nacionalista, que hacemos política y que cualquier iniciativa, por insólita que parezca está fundamentada en la persuasión, el convencimiento, el voto y la democracia.
Si aquí y ahora, se le tiene miedo a la democracia, si se prefiere que ETA continúe su vida de terror porque de esta forma se controla mejor una situación, se incumplen las posiciones, se insulta al contrario, se detiene a los interlocutores, se abraza a Pastrana y se niegan a entrevistarse con HB y mientras se nos hace la vida imposible, que no nos digan que estamos en un proceso de paz. Esto es un intento de victoria policial y de eliminación del nacionalismo vasco. Así de claro.
Buenos días, Señor Anasagasti
Le vi la semana pasada en el vuelo Jerez-Bilbao. Me cogió de sorpresa y sin capacidad de reacción. De otro modo, me hubiera gustado saludarle y felicitarle por su carrera política, además de por lo que he podido leer de usted. He leido "Agur Aznar" y me dispongo a hacer lo propio con "Dos familias vascas". Escribe usted como habla, lo cual resulta muy divertido.
Una vez, por mi trabajo, conocí a una amiga suya de Bilbao -ciudad de la que ando enamorado- que me habló, en efecto, maravillas de usted y de Arzalluz.
Soy de Cádiz, y nunca he vivido allá, así que tampoco puedo hablar mucho de cómo es la realidad. De lo que nadie me baja del burro es de que el PNV y CiU cuentan con los mejores profesionales de la política de este país, siempre con un sentido de estado que se sobrepone a las lógicas aspiraciones nacionalistas/soberanistas. Otros partidos centralistas debieran aprender de esa responsabilidad y seriedad. No me enrollo más. Un abrazo.
Publicado por: Isaac Lobatón | 04/28/2007 en 01:19 p.m.