Leo en el Diario Vasco un interesante trabajo de Iñigo Gurrutxaga sobre Escocia. Me llama la atención el título de que la independencia en Escocia gana terreno y me digo que los vascos cuando queremos otro tipo de Europa, no estamos tan desorientados. Nada más aparentemente unido que el Reino Unido y, sin embargo, los escoceses empiezan a despertar y a desunirse.
Dice Gurrutxaga también que los nacionalistas del Scottish Nacional Party han logrado que el nivel de poder escocés sea tema de debate en la agenda política.
Y que el Partido nacionalista Escocés quiere dejar de ser un Pepito Grillo y borrar el estigma de partido efímero de protesta.
El nacionalismo escocés ya vivió antes momentos de popularidad que luego parecieron quedar en nada. En 1974, el SNP envió 11 diputados a Westminster. El Reino Unido vivía una crisis económica y social. Huelgas e inflación lo diagnosticaban como «el enfermo de Europa».
El laborista Harold Wilson creó una comisión para estudiar qué habla que cambiar en la estructura constitucional para responder al surgimiento nacionalista en Escocia y, en menor medida, en Gales. Su sucesor, James Callagham, derivó las conclusiones de la comisión hacia un referéndum para crear la autonomía escocesa. Pero el requisito era que al menos el 40% de los electores diesen su voto favorable. Los conservadores y muchos laboristas contrarios a la idea derrotaron el proyecto. Y Margaret Thatcher, en 1979, ofreció una dirección a la crisis.
El SNP perdió 9 escaños. Pero el resultado fue que Thatcher, en el Gobierno de Londres, implementó políticas no populares en Escocia, donde los 'tories' fueron en el siglo XX el segundo partido, tras los liberales, primero, y tras los laboristas, cuando el nacimiento de la izquierda obrerista rompió la gran coalición liberal. La unión británica se formó en 1707. Si se observa la evolución de las elecciones en Escocia para el Parlamento de Londres desde 1868, se aprecia, en primer lugar, que el Partido Liberal dominante en el XIX pierde su hegemonía en el primer cuarto del siglo XX. Pierden votos hacia el nuevo Partido Laborista, pero también hacia el Unionista, que se uniría más tarde al Conservador inglés.
El SNP nacionalista nace en 1934, obtiene algún escaño y se abstiene de ocuparlo. Despega en los años setenta y se hunde ante el auge de Thatcher. Pero se recupera tras la victoria de Blair en 1997, cuando los conservadores pierden votos hacia los nacionalistas y los liberales.
Lo que ha cambiado desde 1979 es la creación del Parlamento de Edimburgo, donde el sistema proporcional asegura la presencia del SNP, que obtuvo, en las primeras autonómicas 35 diputados, y 27 en las segundas. Ahora los sondeos pronostican un SNP mayoritario, con más de 45 escaños.
Como los sondeos muestran también que sólo un tercio de la población escocesa quiere romper la unión británica, estas elecciones parecen decisivas para saber si el SNP puede llegar al Gobierno con alguna alianza y cumplir las siguientes etapas de la independencia o se convierte en la oposición permanente del bloque favorable a la unión.
El SNP presenta a una variedad de personas con capacidad profesional para gobernar. Stevenson fue responsable de tecnología del Banco de Escocia. Su viejo amigo, diputado por esta circunscripción en Westminster y líder del partido, Alex Salmond, fue economista del petróleo del Royal Bank of Scotland. Los nacionalistas son, con su ideología de centro izquierda, una casta política que reemplaza a los conservadores como alternativa al dominante laborismo, que, según Stevenson, ha mostrado en la administración municipal un alto grado de incompetencia y ha fomentado una cultura de la dependencia y del subsidio. «Queremos despertar la energía de nuestra sociedad», dice.
Quieren, además, con un nacionalismo que rechaza explícitamente definirse como identitario, separarse del Tesoro británico, controlar como Gobierno independiente los recursos del petróleo del Mar del Norte y, aunque no son euroescépticos, sino europeístas, abandonar la política pesquera común, renacionalizar las aguas territoriales y fomentar acuerdos bilaterales que eviten que abogados austriacos o políticos malteses decidan sobre lo que hay que hacer con sus pesquerías.
Si en Banff y Buchan, el SNP ha reemplazado a los conservadores como el partido de la aspiración, su reto es ahora penetrar en bastiones laboristas. Aquí se dio un primer paso. Y los sondeos dicen que darán el siguiente en mayo.
Interesante artículo. No obstante pienso que toda comparación entre Gran Bretaña y España es puro disparate gracias a ETA. En Escocia nadie pinta dianas por las calles ni mata ni extorsiona, ni nada de nada. Eso posibilita un diálogo relativamente sereno aunque no exento de las lógicas diatribas políticas. En España, mientras ETA exista, un escenario así es imposible. Los sucesivos gobiernos españoles han dado muestras de una enorme fléxibilidad con las aspiraciones nacionalistas de ciertas zonas en comparación con los gobiernos Británicos (y no digamos los Franceses) puesto que el grado de autonomía que disfruta el País Vasco desde hace años es muy superior a la que disfruta actualmente Escocia. Por lo demás, en ausencia de terrorismo, estoy seguro de que ya se habría producido hace años el referendum de autodeterminación que tanto ansían los nacionalistas y los independentistas. Eso lo saben en el PNV y por eso con seguridad se sienten perjudicados por ETA.
Mientras tanto, Otegui sigue mareando la perdiz en una actitud victimista y quejándose de que el gobierno español persigue a la izquierda independentista simplemente por serlo. ¿Acaso Aralar no es de izquierdas e independentista?, ¿acaso alguien les prohibe presentarse a las elecciones y manifestarse publicamente?.
El caso de Cataluña es distinto porque si bien no existen organizaciones terroristas catalanas, allí nunca ha habido una reivindicación clara de un referendum de autodeterminación. De hecho dudo que los partidos mayoritarios catalanes quieran la independencia. Tan solo quieren privilegios y poder dentro de España. Quieren servirse de España y despreciarla al mismo tiempo.
Publicado por: Carlos | 04/19/2007 en 11:33 a.m.
Aunque todos los nacionalismos tienen un fin común que es el alcanzar un mayor grado de independencia y autogobierno, la situación en Escocia y Euskadi no es comparable por muchas razones, es divertido mirar que todos los apellidos de los independentistas escoceses son apellidos ingleses, en euskadi en cambio hay una mayoría de nacionalistas con apellido vasco en puestos de mando.
Otra razón muy importante es la histórica, debido a la peculiaridad de la Reconquista todos los españoles tienen una gran cantidad de antepasados montañeses, incluso los vascos fueron los primeros repobladores de Castilla, hasta el punto de que la singular pronunciación del castellano proviene en mucha medida del vasco (dobles r, no distinción entre v o b etc.) lo que prueba el sustrato vasco de Castilla y por ende de todas las zonas que psteriormente se conquistarían debido a la potencia militar castellana.
Los vascos queramos o no hemos convertido a España en lo que es actualmente y hemos recibido muchos de sus habitantes a lo largo de los siglos, sobretodo en este último, con lo que la interacción ha sido grandísima, entre Burgos, Vitoria o Palencia por poner tres ejemplos hay muchas más similitudes que diferencias, y cuando la política deje paso a la realidad histórica entonces se probará de una vez por todas sin mentiras que el castellano fue latín mal hablado por euskaldunes.
Un saludo a todos
Publicado por: Javier | 04/21/2007 en 03:16 p.m.
Londres ha tenido que salvar de la bancarrota los 2 principales bancos escoceses, con un montante de dinero que supera el presupuesto anual escocés de este año, así que supongo que no le volveremos a leer artículos sobre Escocia durante una temporada.
Saludos Sr. Anasagasti.
Publicado por: fernandito | 07/19/2009 en 01:41 a.m.