Enric Juliana es el responsable de la sección política de La Vanguardia. Escribe bien aunque en su libro “La España de los Pingüinos” nos pegó varios sartenazos a cuenta del Concierto. Le contesté con un artículo, que le llegó, titulado “La España de los Botijos”.
El pasado día 10, en su sección “Análisis” nos dedicaba el siguiente trabajo que tiene su aquel. Siempre está poniendo el dedo en lo del “privilegiado País Vasco”, dato que me da a entender que no tiene mucho leído sobre el siglo XIX y sobre el nacimiento del PNV, pero bueno, algunas de las cosas que dice, no están nada mal.
Escribió lo siguiente:
“Hay bastante hojarasca, es verdad, en la supuesta entrevista de dos encapuchados de ETA con el diario Gara. Hay mucha hojarasca, pero los dos nazarenos con boina se meten con el Partido Nacionalista Vasco como pocas veces había ocurrido en el pasado.
Atención, arremeten, literalmente, contra "el PNV de Imaz"; el PNV que impulsa el tren de Alta velocidad, esto es, la dinamización de las conexiones sociales y económicas con Madrid y el eje Trancos del Atlántico. ETA ataca sin muchos miramientos al "PNV neocapítalista", por emplear una expresión hoy habitual en ambientes abertzales que van más allá del círculo batasuno. Es una crítica constante, por ejemplo, en la retórica del poderoso sindicato ELA-STV, fundado en 1911 como ramificación obrera del partido de Sabino Arana. ELA tiene un fuerte arraigo entre los empleados de la bien pagada administración pública vasca y conserva una notable influencia en determinadas ramas industriales. Gestionado al estilo alemán por una red de sindicalistas muy profesionalizados, mantiene en la actualidad posiciones más radicales que LAB, el sindicato anexo a Batasuna.
El PNV de Josu Jon Imaz, efectivamente, es el partido de la alta velocidad. Es el partido que ha conseguido, mediante discretas gestiones en Edimburgo, que los nacionalistas escoceses del SNP no se opongan a la opa de Iberdrola sobre la eléctrica Scottish Power, jugada maestra que deja a los de Bilbao en casilla segura, mientras alemanes, italianos y españoles de ambos bandos se despellejan por Endesa; mientras los catalanes de Gas Natural se recuperan de la desfeta, y los gallegos de Unión Fenosa se pliegan a Florentino Pérez. Estamos hablando de Iberdrola que fue de los Oriol, de los muy españoles Oriol de Hidrola, luego fusionada con Iberduero.
El PNV de Imaz es el que persigue desde hace meses la fusión de las tres cajas de ahorros vascas para crear un polo financiero que, entre otras cosas, compense la expulsión de la burguesía de Neguri del BBVA de Francisco González. La Moncloa parece estar de acuerdo con ello y sólo falta que, las próximas elecciones municipales hagan posible un pacto PNV-PSOE en la Diputación Foral de Álava.
El de Imaz es un partido moderno y pragmático que busca la incardinación del privilegiado País Vasco en las nuevas coordenadas europeas. Y que, por lo tanto, no puede ignorar la pujanza económica española. Como no la ignoran aquellas cajas vascas que, sin publicidad, están invirtiendo en el bullicioso y no siempre diáfano negocio inmobiliario del litoral mediterráneo. La kutxa es la kutxa”.
Este es comentario de Enric Juliana, que como he dicho es el analista político de La Vanguardia. Sus puntos de vista no dejan de tener mucho interés.
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