Cuando hace algún tiempo visité el Bundestag vi en el hall una mesa con la fotografía de un diputado y un libro de firmas. Acababa de fallecer uno de ellos y aquel recuerdo me pareció bien. Durante mi etapa en el Congreso siempre me llamó la atención que ante la muerte de un diputado nadie dijera ni pío.
Por eso propuse que cuando fallezca un senador, un compañero, le hagan ante el pleno una laudatio y se ponga una mesa con un libro de firmas que luego se entregue a la familia. Se aprobó.
Desgraciadamente en esta legislatura creo han fallecido ya cuatro senadores. Tres del PP y uno del PSOE.
El último, el senador mallorquín del PP, Carlos Gonzalez quien a sus cincuenta años, se le detectó un cáncer y falleció la semana pasada. El hombre tuvo el coraje y las ganas de vivir, de defender un proyecto de ley, entre el respeto de toda la Cámara que le veían protagonizar su último acto político.
A diferencia de algunos broncos jabalíes de su partido, este senador del PP era un hombre afable y educado y, sobre todo, muy compresivo ante todo lo vasco.
El caso es que falleció y su compañero en la laudatio dijo que cuando un compañero se va, una estrella se apaga.
La Mesa por otra parte encargó el miércoles, antes del pleno, una misa en el convento de la Encarnación de las Agustinas Mercedarias, una misa para que el que quisiera acompañar a la familia y al PP en la despedida de ese compañero.
Y allí estuvimos como Grupo Vasco en pleno y con la iglesia llena de todos los Grupos. Son estas cosas humanas que no salen en los medios de comunicación pero que humanizan la política.
¿Porque no salen? ¿A la gente no le interesa? Yo creo que si.
Comenté esto con un senador. Me dijo que la semana pasada entraba en una iglesia con un jesuita y ante la visión de un viejo confesionario, comentó: “la cantidad de cosas que habrán escuchado estas maderas”. El jesuita le contestó: “¿quieres que te diga la verdad?”. “Si”. "Pues, siempre lo mismo”. Es verdad. Siempre lo mismo. Sota, caballo y rey. Naces, creces, te multiplicas y mueres. En medio algo de bronca. Pero, siempre lo mismo. Y pensar que hay gentes que creen que se van a quedar aquí de simiente de rábanos.
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