Me encontraba un día, allá por los años setenta, en el hall de la Delegación en París del Gobierno Vasco. Estando hablando con el secretario del Lehendakari Leizaola, José M. Azpiazu, entró un señor rechoncho, calvo y con una gabardina de color indefinido. Nos saludó y pasó al despacho del Lehendakari. Al volver de acompañarle, Azpiazu, me dijo: “Es el presidente de la República española en el exilio, José Maldonado”. Me quedé un poco confuso mientras recordaba a Azaña, Martínez Barrio, Jiménez de Asua, Niceto Alcalá Zamora, y Sánchez Albornoz.