En septiembre de 2000 el presidente Alberto Fujimori perdía el poder tras diez años en el poder. Su mandato estuvo caracterizado por la corrupción y por el fortalecimiento de un sistema de espionaje político, organizado por su Rasputín oficial, Vladimiro Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).
La era Fujimori no solo se deshizo por su extremada corrupción, sino por la presión norteamericana, sus enfrentamientos con la Iglesia Católica, y los sectores populares, y muy especialmente por sus permanentes agresiones a los derechos humanos a través de sus servicios de seguridad interior en donde Montesinos, un ex militar, organiza un entramado de espionaje y delación contando con auxiliares extranjeros, posiblemente enviados para ese fin por gobiernos amigos. El SIN controlaba los teléfonos, violaba la correspondencia. Era la soga, la mordaza, la venda, el látigo, la omnipotencia y el terror. El caso del ex miembro del CESID-CNI español, Roberto Florez García, un suboficial de la Guardia Civil, nos hace sospechar con mucho fundamento que el gobierno español, y más en concreto el ex presidente Aznar, estaba colaborando activamente con el régimen de Fujimori. Los hechos que entonces ocurrieron dejan poca duda al respecto. El 8 de junio de 2000 el partido de Alejandro Toledo, Perú Posible, denunció que un agente de los servicios de información españoles, adjunto al agregado de Información de la embajada de España en Lima, se había infiltrado en la dirección del partido. Los integrantes del partido de la oposición descubrieron y expulsaron a Roberto Florez, aunque ya por entonces se había convertido en asesor de Toledo, según publicó el diario limeño La República. El matutino informaba que Florez informaba al Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) sobre las actividades del partido. Florez García estaba entonces a las órdenes directas del jefe de antena del CESID en Lima, Juan Coll Reol y del general Ignacio Pastor, jefe de la División de Inteligencia Exterior del Servicio de Información cuyo jefe máximo era el teniente general Javier Calderón, señalado por varios medios de comunicación españoles como unos de los ejecutores del alzamiento del 23-F en España. Al estallar el escándalo, la embajada de España en Lima anunció que Ricardo Florez fue obligado a abandonar Perú el 19 de mayo de 2000, añadiendo que sería expedientado, lo que no ocurrió ya que inmediatamente fue destinado a otro puesto en el que se mantuvo hasta 2004, dejando el CNI a petición propia. Varios partidos de la oposición española, el PSOE y ERC, entre otros hicieron una batería de preguntas al gobierno de Aznar que fueron respondidas con evasivas por parte del ministro Trillo que protegió claramente al agente del CESID-CNI infiltrado en el partido de Toledo. El candidato peruano Alejandro Toledo manifestó que tenía sospechas de la colaboración del CESID con el SIN de Vladimiro Montesinos. O alguien esta metiendo cizaña en todo esto o hay una complicidad de España con el servicio de inteligencia peruano, declaró Toledo. El agente Florez García entró a trabajar en el servicio de prensa de Toledo, sin recibir ninguna remuneración a cambio, unos dos meses antes de las elecciones, fue porque dijo que trabajaba en la Dirección de Información y Prensa de la Embajada Española. El entonces candidato presidencial Toledo, que mantuvo posteriormente una entrevista con el presidente Aznar, calificada por Toledo de ser bastante dura, denunció la presencia en Perú de otros agentes de influencia españoles como José Luís Sanchos, asesor electoral de Fujimori, que desempeñó funciones en las campañas de Adolfo Suárez y Antonio Hernández Mancha, Este último secretario general de Alianza Popular. Aunque Sanchos fue contratado por la candidatura de Fujimori, parece que Toledo daba por sentado que se trataba de alguien puesto allá por el Gobierno de Madrid. Aznar apoyó el régimen de Fujimori. En las elecciones de 9 de abril de 2000, unos comicios fraudulentos, el presidente español dijo que el resultado era válido, lo que valió un enfrentamiento con Toledo que éste mismo relató al matutino español El Mundo durante una entrevista publicada el 1 de abril de 2001. La participación del gobierno español a través de sus servicios de información en asuntos internos de otros países en la era Aznar, como el caso de Venezuela, ha puesto de nuevo al descubierto la personalidad de éste mandatario, un neurótico del poder que favorecía esas actividades de sus agentes, mientras en España perseguía igualmente a opositores políticos del PNV, de ERC y otros, así como también al ex presidente de la República italiana Francesco Consiga quien denunció los hechos en mayo de 2002. Gastaba el presupuesto nacional en esos menesteres, mientras ETA campaba a sus anchas y en un barrio de Madrid islamistas radicales planeaban el atentado del 11-M.
Esto ya me lo esperaba yo de la detención del espía se deduce que el culpable de todo es el PP. ¿si Ud tenía toda esta información? por qué no la ha puesto en conocimiento del público hasta ahora?
Hay que tener JETA
Publicado por: dpmt | 07/26/2007 en 01:13 p.m.
Es un artículo muy certero. Aznar se dedicaba a todas esas cosas y a otras más inconfesables. Y su cabo de varas Javier Calderón, jefe del Cesid, era su larga mano en todos los turbios asuntos de viiolación d ederechos civiles al interior del estado y fuera de nuestras fronteras. Desde el 23-F hasta la persecución de venerables hombres de intachable conducta democrética como Francesco Cossiga. Enhorabuena por su artículo.
Publicado por: juan castresana | 07/26/2007 en 09:28 p.m.
Esto y mucho mas. Como apuntarse el primero al golpe cntra Chavez. O la fragata española mandada a Guinea Ecuatorial cuando habia otro golpe planeado por el hijo de la Tatcher. Y sus vuelos secretos a republicas caucasicas para recabar apoyos para la guerra de Irak. Un ser despreciable en resumen.
Publicado por: Milio | 08/12/2007 en 02:10 a.m.
http://ramonfranciscoarnaunuez.blogspot.com.es/2014/08/corrupcion-judicial-policial-y-politica_25.html?spref=fb
Publicado por: joaquin | 09/04/2014 en 10:24 p.m.