Goicoechea es la cara visible de este movimiento universitario que le está tocando las narices a Chávez
Carlos ALSINA
Es nieto de vascos. Vizcaínos de Gordejuela -ahora Gordexola, junto al valle de Oquendo- que saltaron a Venezuela a hacer las Américas. Anteanoche, en la radio, me dijo: "No aspiro a tumbar a Chávez, sólo reclamo libertad de expresión".
Jon Goicoechea era un crío de doce años cuando Chávez llegó al poder. Ocho años después, se subió a una tarima improvisada en la plaza Brión de Chacaíto para condenar el cierre de Radio Caracas Televisión, el grupo de comunicación privado al que Chávez colgó su sambenito preferido: "golpista". Fue ese día, y en esa tarima, cuando el aplicado alumno de la Universidad de los Jesuitas se convirtió en líder de otros estudiantes y dolor de muelas para el caudillo.
Goicoechea es la cara visible de este movimiento universitario que le está tocando las narices a un gobierno chavista al que se le indigestan los grupos de manifestantes que reclaman, simplemente, libertad. Democracia real. Más derechos de la gente y menos "Aló Presidente". Estos estudiantes, que beben en las fuentes de Praga, de Lennon y de Tiananmen, son tan calurosamente aplaudidos por los opositores como ardorosamente despreciados por los chavistas. El gobierno recurre al tópico de que están pagados por la CÍA -que poco originales son los regímenes autoritarios en sus campañas de intoxicación-, los llama "cachorros del imperio, muchachitos llorones, marionetas del golpismo mediático". Ellos replican que seguirán "de pie, en paz siempre, pero siempre de pie".
No estoy seguro de que a Chávez le haya venido mal que el Rey le mandara a callar. Alimenta ante su parroquia su falsa imagen de adalid de la "verdad" incómoda, revolucionario y perseguido. Es Hugo Chávez quien pretende acallar a una parte enorme de la sociedad venezolana. Él es el perseguidor, no el perseguido. Es el censor, no el censurado.
A Jon Goicoechea, nieto de vascos, ya le han partido una vez la nariz por decir lo que piensa. Ya ha escuchado cerca el sonido seco de los disparos. "¿No os da miedo manifestaros sabiendo que os van a tirotear?", le pregunté a Jon en la radio, anteanoche. Ésta fue su respuesta: "Si callamos ahora, callaremos siempre".
Es como si oyera a alguien de la llamada izquierda abertzale hablar sobre la situación aquí....¿cómo puede Anasagasti pensar lo contrario en ambos casos? me resulta contradictorio.
Publicado por: leila | 11/20/2007 en 10:24 p.m.