La política exterior del Gobierno Zapatero no ha encontrado un rumbo preciso, pese al activismo en varios frentes. La definición inicial de la estrategia internacional fue rotunda y supuso un cambio radical con relación a la excluyente etapa de José María Aznar, que lo había apostado todo en Iraq. Zapatero retiró las tropas allí enviadas, apostó por Francia y Alemania, y lanzó la pacifista alianza de civilizaciones. Pero el mundo sigue moviéndose. La política atlantista, que tuvo en Felipe González un gran defensor, está debilitada. París y Berlín caminan hacia nuevos liderazgos y nuevas ideas. Y la Europa política sigue en crisis, sin que España se distinga hoy por un discurso europeísta creativo y vigoroso.