La política exterior del Gobierno Zapatero no ha encontrado un rumbo preciso, pese al activismo en varios frentes. La definición inicial de la estrategia internacional fue rotunda y supuso un cambio radical con relación a la excluyente etapa de José María Aznar, que lo había apostado todo en Iraq. Zapatero retiró las tropas allí enviadas, apostó por Francia y Alemania, y lanzó la pacifista alianza de civilizaciones. Pero el mundo sigue moviéndose. La política atlantista, que tuvo en Felipe González un gran defensor, está debilitada. París y Berlín caminan hacia nuevos liderazgos y nuevas ideas. Y la Europa política sigue en crisis, sin que España se distinga hoy por un discurso europeísta creativo y vigoroso.
Guste más o menos, esto es lo que ha sucedido y sucede con la llamada política exterior del presidente, en la que se intenta adaptar las estrategias a los difíciles embates de la realidad y donde se ha apostado ya definitivamente por enterrar el buenísimo con el que el presidente llegó a la Moncloa. Pero cuando se abren las puertas de las fronteras y se observa cómo transcurre el otro gran pivote de la política de un presidente y de un gobierno, se ven pocas cosas en el horizonte, por lo menos, no se ve que la estrategia internacional trazada en el 2004 haya llegado a grandes puertos o tenga una estupenda proyección de futuro. Y mucho menos esa defensa de los derechos humanos, que ha brillado por su ausencia, a pesar de haber dicho que iba a ser el eje de su política exterior.
No se trata de comparar lo que hizo José María Aznar con lo que ha hecho Zapatero en esta materia porque al ex presidente se le fue del todo la mano, pero puede decirse que la apuesta del líder socialista ha sido más bien la deconstrucción de lo que hizo su antecesor, una deconstrucción lógica pero en la que, dicen algunos, falta la posterior edificación de una política exterior de largo recorrido.
No hay duda de que la primera gran apuesta fue la retirada de las tropas de Iraq. Una decisión lógica y prometida, y también entendida y apoyada por nosotros. Pero de aquella apuesta se le reprochan dos cosas. Primero, la forma. Es decir, el repliegue rápido y sin consultas suficientes a los entonces aliados. España quizás perdió algo de su credibilidad exterior con aquel movimiento drástico, aunque el Gobierno alegó motivos de seguridad. Zapatero sabía que la decisión lastraría las relaciones con Washington y así ha sido, pero lo que critican algunos analistas no es la citada decisión, sino las actitudes posteriores: las declaraciones en Túnez poco después animando a todos los países a hacer lo mismo, y un goteo de declaraciones críticas con George W. Bush, muchas de ellas merecidas. El respaldo a los nuevos líderes populistas iberoamericanos (Hugo Chávez, Evo Morales) bajo el lema de que es mejor colaborar que castigar tampoco ha ayudado. Una cosa es combatir la pobreza y otra distinta hacer cosas en América que aquí jamás se harían.
Zapatero no ha sabido así recuperar su lado atlantista, un lado atlantista que no debe vincularse sólo con Aznar y con una renuncia al europeísmo, ya que también fue cultivado con mimo por Felipe González. Javier Solana, su ministro de Exteriores, fue por algo secretario general de la OTAN.
El asunto de Venezuela ha sido tema recurrente en esta legislatura y uno de los caballos de batalla de un Moratinos que no ha sabido manejarlo con tiento. Las dos crisis más importantes que ha tenido en su mandato ocurrían tras su participación en el programa de TVE, “59 segundos” y tras la Cumbre de Chile. Ante esto nuestro Grupo se ha guiado por el mejor conocimiento de la situación de la Junta Extraterritorial del PNV de Venezuela, del jesuita P. Luis Ugalde rector de la Universidad Católica, bergarés y hombre de izquierda perseguido por el chavismo, del líder emergente estudiantil Jon Goikoetxea, descendiente de Gordexola y de Iruña Urrutikoetxea periodista hija de gudari encarcelado en el Fuerte San Cristóbal por el franquismo. Y sobre todo por los vascos que ante el temor de la importación de un sistema autoritario con modelo cubano iban volviendo a Euzkadi a tratar de rehacer su vida en la tierra de sus mayores.
En esta legislatura es de destacarse que el cerco político que el gobierno de Aznar declaró para Euzkadi se rompió con la organización en Bilbao del primer Foro de todos los Parlamentos Iberoamericanos, iniciativa que ha tenido continuidad en Montevideo y en Chile con lo que se va poco a poco consolidando un espacio latinoamericano para que parlamentarios americanos discutan sobre temas específicos ya que tras la Cumbre de Chile esto, de alguna manera quedó tocado.
Por esto el secretario general de Iberoamérica, Enrique Iglesias, se ha comprometido para que en el primer semestre de este año, se analicen las cosas que han fallado y que iniciativas hay que asumir para revitalizar un Foro que puede jugar un papel de interés en la integración americana.
No ha sido satisfactoria la política errática del gobierno español en relación con el Sahara. Entre el Polisario y el rey de Marruecos podríamos decir que el gobierno Zapatero ha preferido cultivar al rey Mohamed VI frente a una demanda de autodeterminación que España ha sido incapaz, como antigua potencia colonial, de poner en el tapete internacional, con la necesidad del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas. Y ahí nuestro Grupo ha sido especialmente beligerante así como continuo controlador de un gobierno que no le ha importado importunar a Marruecos con el viaje del rey a Ceuta y Melilla pero ha sido incapaz de presionar con mayor contundencia para solucionar la situación de un pueblo irredento a treinta años de aquella nefasta Marcha Verde.
En la Comisión Mixta Congreso Senado para la Unión Europea se acordó la creación de un Grupo de trabajo en su seno que estudiase la aplicación por las Cortes Generales de lo que se ha venido en llamar el Sistema de Alerta Temprana previsto en el Protocolo de Subsidiariedad que acompañaba al Tratado por el que se establecía una Constitución para Europa.
Como se sabe el Tratado fue ratificado en referéndum por el estado español pero no así por otros estados miembros de la Unión Europea lo que impidió su entrada en vigor. No obstante, el 13 de diciembre de 2007, los Jefes de Estado y de Gobierno suscribieron en Lisboa un nuevo Tratado por el que se modifica el Tratado de la Unión Europea.
El Tratado Constitucional fue ratificado por el Reino de España pero no así por otros Estados miembros de la Unión Europea, lo que ha impedido su entrada en vigor. No obstante, el 13 de diciembre de 2007, los Jefes de Estado o de Gobierno han suscrito en Lisboa un nuevo Tratado por el que se modifica el Tratado de la Unión Europea, y el Tratado Constitutivo de la Unión Europea (Tratado de Lisboa), en el que se recoge sustancialmente, con alguna modificación, la regulación del referido Tratado Constitucional en lo referente al control del principio de subsidiariedad. El grupo de trabajo, cuando prácticamente había concluido su Informe, ha tenido que adaptar el mismo a las previsiones del Tratado de Lisboa, que constituyen en consecuencia la referencia normativa al que se refiere este Informe. En el se contempla el papel de los Parlamentos Autonómicos.
Debe tenerse en cuenta que una vez que entre en vigor el Tratado de Lisboa habrá dos Tratados fundamentales que contienen la normativa sustancial del Derecho originario de la Unión Europea: El Tratado de la Unión Europea y el Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, sustituyendo este último al todavía vigente Tratado de la Comunidad Europea.
El objeto de la actividad del Grupo de Trabajo fue examinar las repercusiones parlamentarias del Sistema de Alerta Temprana previsto en el citado Protocolo, analizar las diferentes soluciones adoptadas por otros Parlamentos de la Unión Europea y realizar propuestas que pudieran ser de aplicación de las Cortes Generales.
La apuesta por la vieja Europa dio buenos réditos a Zapatero en los inicios de legislatura. Jacques Chirac le agasajó después de sus pésimas relaciones con Aznar, y con Gerard Schroder – tampoco muy amigo del líder del PP – construyó una buena sintonía. La construcción del eje París-Berlín fue sin duda muy importante y sigue siéndolo, pero también ha perdido fuerza. Ángela Merkel arrebató a Schroder el mando y Alemania, a su aire, vuelve a liderar la UE, Chirac se fue y el fracaso de la Constitución europea dejó el proyecto que defiende Zapatero semienterrado en un debate que va para largo. Además, con Nicolás Sarkozy en Francia, algunas cosas van a cambiar con París porque los amores políticos de Sarkozy están con el P.P.
No es que Zapatero haya fallado en Europa, pero si que algunos analistas consideran que faltan cambios de rumbo después del fracaso de la Constitución para recuperar un cierto liderazgo. Tampoco se puede decir que falle el ministro Miguel Ángel Moratinos, que –aunque si bien Europa no es su punto fuerte- tiene un secretario de Estado, Álvaro Navarro, que se maneja muy bien en Bruselas. Los portavoces de Exteriores de los grupos parlamentarios hemos considerado que el ministro ha dado muestras sobradas de ser un buen diplomático, pero se destaca también que no es un animal político, y tampoco puede acabar de tirar la política exterior del jefe del Ejecutivo. “¿Qué puede hacer un ministro de exteriores si a su presidente no le gusta la política internacional?”, se preguntaba Pujol.
El Gobierno defendió sus primeros pasos en política exterior señalando que se había recuperado un elemento básico lastrado por Aznar: la buena relación con los vecinos. Se recuperaron rápido las relaciones con Rabat y se saneo la política de buena vecindad aun a costa de Argelia y el Sahara. Aunque este es un movimiento concreto.
La alianza de civilizaciones fue el gran proyecto de Zapatero. Era el vestido ideológico que acompañaba su gesto de retirada de tropas de Iraq, su apuesta por el diálogo con los países árabes y, en general, el intento de trasladar a la escena internacional la defensa de la paz con mayúsculas. Pero las grandes palabras son muy difíciles de concretar y, de momento, no parece que vaya a ser el envoltorio de grandes cambios en el mundo. En cierta manera, se ha buscado una cierta concreción práctica de la alianza en el conflicto entre palestinos e israelíes, pero si ni la UE puede influir a fondo, tampoco va a poder España por muy buena información que tenga Moratinos.
No es que Zapatero no haya viajado, pero es verdad que se dosifica y que demasiado está lloviendo en La Moncloa como para despistarse. Se argumenta que con las mayorías absolutas es más fácil dedicarse a la política exterior, pero mientras sigue sin verse el hilo conductor de una cara fundamental en la definición de un gobierno, todo ha sido errático e inconsistente.
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