En plena Guerra Civil, los dos partidos políticos vascos crearon sendos equipos de fútbol para recaudar fondos. La iniciativa fue un éxito.
Por : Julián García Candau
El deporte en las dos Españas de la Guerra Civil sirvió de bálsamo para la población y un modo de procurar ingresos para ejércitos, hospitales de sangre o Pelayos pobres en Sevilla. En el País Vasco hubo boxeo, ciclismo, pelota y se recurrió al fútbol para crear sensación de normalidad. Los partidos nacionalistas del momento, PNV y ANV, colaboraron con la creación de dos equipos que se enfrentaron en San Mamés.
Tras los encuentros entre los dos partidos el grado de politización fue creciendo y se llegó a la formación de la selección de Euskadi, idea del lehendakari José Antonio Aguirre antigüo jugador del Athletic de Bilbao, y el periodista Melchor Alegría. La mayoría de futbolistas vascos quedó en la zona republicana. Muchos acabaron en México, Argentina y Francia y murieron en el exilio. Zabala llegó a ser condecorado por la España nacional, y por el contrario, José Iraragorri, El Chato, dirigió el equipo de Acción Nacionalista Vasca y José Mandaluniz, el del Partido Nacionalista Vasco.
El primer encuentro entre las formaciones partidistas se disputó el 7 de febrero de 1937. Hubo lleno en las graderías y en palco estuvo el presidente del Gobierno Vasco, José Antonio Aguirre. Iraragorri, miembro de la Sección de Sanidad de ANV, alineó el siguiente equipo:
ANV (Eusko-Ekintza). Eguía; Euskalduna, Aedo; Julián Ramón, Cuqui Bienzobas, Marculeta; Rejón, Iraragorri, Lángara, Bata y Oyaneder. Mandaluniz, posteriormente jugador del Girondins y exiliado en Burdeos con Benito Díaz formó así su equipo:
PNV (Eusko-Gudarostea). Ispizúa; Pablito Areso; Cilaurren, Soladrero, Zubieta; Larrondo, Unamuno, Gurruchaga, Mandaluniz y Gorostiza. A Larrondo lo sustituyó Ruiz en el segundo tiempo.
Al partido, anunciado como Pro Avión Euzkadi, asistieron 22.000 espectadores. Las localidades costaron 2 pesetas, la general; 3, la preferencia; 4, la grada, y 5. la tribuna. Los niños, 0,50. El presidente Aguirre entregó las copas a los capitanes Iraragorri y Mandaluniz y luego dirigió un discurso al público en el que, entre otras cosas dijo: "Se me semeja este de hoy un acto simbólico, por lo que tiene de aleccionador. Un pueblo en guerra contra sus traidores y que demuestra aún en estas circunstancias adversas, al celebrar un acto como el de hoy, que pone de manifiesto dos condiciones magníficas, exponentes de la raza, virilidad y civilidad"... "Un pueblo que demuestra el entusiasmo, la fe inquebrantable en el triunfo, la disciplina del nuestro, no puede ser vencido".
Rumor. El partido lo dirigió el árbitro Iturralde, abuelo del actual árbitro de Primera División Iturralde González, auxiliado por los jueces de línea González y Saracho. Aquel Iturralde debió ser muy hábil porque logró sacar a Isidro Lángara del buque-prisión Quilates, fondeado en la ría bilbaína, en el que había sido recluido al considerarle fascista. Lángara, delantero del Oviedo, fue soldado de cuota durante la revolución de Asturias, Iturralde, tras la guerra, no fue depurado y continuó arbitrando. El partido lo ganó ANV por 7-5. El primer tiempo acabó 4-3. En un posterior encuentro, el 22 de marzo del 37, revancha del anterior, vencieron los gudaris del PNV por 3-0. Se corrió el rumor de que el resultado se había amañado para que hubiera un tercer partido con el que recaudar nuevos fondos.
Las alineaciones fueron muy parecidas; Ispizúa, Larrondo y Gurruchaga dejaron sus puestos a Blasco, Sánchez-Arana y Larrínaga, y Julián Ramón, hermano de Juan Ramón, defensa del Valencia, quien murió posteriormente en acción de guerra, dejó su lugar en la media a Muguerza. Los tantos los marcaron esta vez Larrínaga, Zubieta, de penalti, y Mandaluniz. Arbitró Rivero.
El 4 de abril del 37 se jugó otro partido organizado Pro-Konsomol. Se pretendió que fuera el tercer partido PNV y ANV y se desistió de la idea a pesar de que fue patrocinado por un diario. En este encuentro las alineaciones variaron.
Uniforme blanco; Eguskiza; Areso, Pablito; Bienzobas, Soladrero, Zubieta; Ruiz, Iraragorri, Mandaluniz, Lam'naga y Gorostiza.
Uniforme rojo: Blasco, Ciríaco, Ahedo; Cilaurren, Muguerza, Marculeta; Larrazábal, Bata, Unamuno, Gerardo y Sánchez Arana.
Venció la selección blanca por 7-2. El primer tiempo acabó 2-0 a favor de los rojos con goles marcados por Sánchez Arana, campeón de España de atletismo, y Unamuno. Los blancos lograron los siete tantos en el segundo período a pesar de que el equipo rojo era casi una selección nacional. Cilaurren se retiró a los pocos minutos porque le anunciaron la gravedad de su padre. Después le confirmaron que había muerto. Le sustituyó Arana, otro de los futbolistas que se exilió en Francia. Los organizadores de los partidos con la confrontación entre los equipos representativos de Guipúzcoa y Vizcaya crearon el germen de lo que, posteriormente sería la selección de Euskadi. El 28 de febrero del 37, Guipúzcoa venció en San Mamés a Vizcaya por 2-1.
Guipúzcoa: Eguía; Ciríaco, Areso; Bienzobas, Muguerza. Roberto (Marculeta); Insausti, Unamuno, Lángara, Olivares y Sánchez Arana.
Vizcaya: Blasco; Pablito, Aedo; Cilaurren, Soladrero, Zubieta; Ruiz, Iraragorri, Bata, Larrínaga y Gorostiza.
Para formar la selección de Euskadi, que viajó por Europa y América, se contó, fundamentalmente, con los futbolistas de ANV y PNV. De los jugadores citados formaron en su selección, Blasco, Eguskiza, Pablito, Areso, Abedo, Cilaurren. Muguerza, Zubieta, Lángara, Iraragorri, Larrínaga y Gorostiza. Emilín Alonso y Urquiola y Roberto Echevarría. Los Regueiro, Luis y Pedro, se unieron en Francia a la expedición. Para la gira por América se incorporó Chirrí II, aunque ya estaba retirado.
Gorostiza renunció a la selección y. desde Francia, con Roberto Echevarría y el masajista Perico Birichinaga, regresó a la España nacional. José Antonio Aguirre pensó en la necesidad de apoyar publicitariamente al bando republicano y en llevar al mundo buena imagen de los vascos. La gira comenzó en Francia y al día siguiente del debú y victoria ante el Racing de París, los expedicionarios conocieron el bombardeo de Gernika. Luego siguieron por Checoslovaquia, Polonia, Rusia, Finlandia, Noruega. Dinamarca, Francia, México. Chile, Cuba y otra vez México, país que supuso el exilio final. Una de las consignas que tenían los futbolistas era la de comportarse correctamente para hacer honor a su tierra. "En aquellos días, me contó Melchor Alegría, había la creencia generalizada de que todos los españoles éramos comunistas y de ahí que en algunos países estuviéramos muy vigilados".
En Varsovia, los policías, que les marcaban estrechamente, se sorprendieron cuando el domingo todos oyeron misa.
Trabajo publicado en la revista "Tiempo"
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