El pasado lunes tres de marzo se presentó el libro Juan ajuriaguerra en el corazon, libro que compendia 76 testimonios sobre la personalidad de éste indudable referente del nacionalismo vasco cuyo treinta aniversario de su fallecimiento se conmemora el próximo mes de agosto.
Son 76 testimonios recogidos cuando falleció y enriquecidos en la actualidad. Están todos los Lehendakaris, burukides, parlamentarios, colaboradores de Ajuriaguerra y gentes que tuvieron la oportunidad de conocerle. Todo esto está enriquecido con fotografías y caricaturas inéditas.
El libro lo pueden adquirir en la librería KIRIKIÑO de Bilbao y en la sede de Sabin Etxea. Nosotros, cada día, vamos a reproducir una de las colaboraciones del libro. Esta es la número veinticinco: JOSE M. ZALBIDEGOITIA
UN FARO DE LUZ EN MEDIO DE LA OSCURIDAD
José M. Zalbidegoitia
Burukide y economista
La primera vez que oí hablar de Juan de Ajuriaguerra fue, siendo muy joven, a mi ama y a un tío mío que era ingeniero. Más tarde y en mis primeros pasos profesionales me habló de él mi primer jefe que también era ingeniero como lo era Ajuriaguerra. Ingeniero de Bilbao. Todo un título. Me hablaban de él como una persona austera, íntegra, de criterio y un tanto dura.
Cuando le conocí pude comprobar que todo lo que había oído de él se aproximaba a lo escuchado pero daba la confianza que dan las personas con palabra y principios.
En el primer gobierno pre-autonómico, el Consejo General Vasco, todos los que le conocíamos habríamos deseado que fuera nuestro Presidente pero no pudo ser. Lo tenía merecido y hubiera sido el mejor de los premios, el mejor broche final para una persona de su trayectoria y de la lucha consecuente de toda una vida de entrega.
En aquellos años todo lo que se movía en la política nos interesaba mucho ya que yo a pesar de ser de familia nacionalista era un hijo del silencio que aquella dictadura impuso a mi generación y recuerdo como a D.Juan le preguntaron en una entrevista a qué aspiraba el PNV. El contestó que el Partido Nacionalista Vasco afirmaba la existencia y la personalidad de Euskadi y reclamaba en consecuencia sus derechos. Decía también Ajuriaguerra que no se podía discutir que el pueblo vasco tuviera una personalidad definida y que por tanto esos derechos no eran negociables. Y que entre esos derechos se encontraba el derecho de autodeterminación o sea que el pueblo vasco pudiera decidir su status jurídico pero como sabía que ese reconocimiento no se iba a producir porque sí, y, proclamando que el PNV era un partido democrático se aceptaría la decisión que adoptara el pueblo en cada momento libremente.
Ajuriaguerra creía que había que propugnar y lograr una estructura federal en el estado que pivotara democráticamente en el pluralismo y que sin que se solucionase el encaje de catalanes, vascos y gallegos no quedaría resuelto el problema territorial del estado español.
Sus largos años de persecución, clandestinidad y reflexión le habían hecho un político posibilista que veía que ante una Euskadi destrozada, sin infraestructuras y con la economía en declive había que tener instrumentos para recuperar el euskera, sanear la economía y dar al ciudadano bienestar
Y aquellas ideas dichas por una persona con tanta autoridad política y moral en aquellos momentos de confusión fueron como una especie de gran faro de luz en momentos de agitación y de trastoque de valores.
Las jóvenes generaciones deberían de ver en él un referente de como tiene que ser uno en la vida.
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