El pasado lunes tres de marzo se presentó el libro Juan ajuriaguerra en el corazon, libro que compendia 76 testimonios sobre la personalidad de éste indudable referente del nacionalismo vasco cuyo treinta aniversario de su fallecimiento se conmemora el próximo mes de agosto.
Son 76 testimonios recogidos cuando falleció y enriquecidos en la actualidad. Están todos los Lehendakaris, burukides, parlamentarios, colaboradores de Ajuriaguerra y gentes que tuvieron la oportunidad de conocerle. Todo esto está enriquecido con fotografías y caricaturas inéditas.
El libro lo pueden adquirir en la librería KIRIKIÑO de Bilbao y en la sede de Sabin Etxea. Nosotros, cada día, vamos a reproducir una de las colaboraciones del libro. Esta es la número sesenta y uno: ARANTZA AMEZAGA
Y MURIÓ EN NABARRA Arantzatzu Amézaga Escritora
Tengo en las manos el libro que me entregó para que lo leyera, dos días antes de su muerte; una historia de Nabarra, y aun tengo en las manos la impresión, suave y amable, del apretón que me dio en un último gesto de reconocimiento un poco antes de morir. Y tengo sobre todo en el corazón el recuerdo de estos días en que ha estado en Nabarra como queriendo aspirar una vida que se le iba escapando poco a poco de su cuerpo, cada vez más frágil, cada vez más débil... pero esa vida que permanecía, casi fieramente aferrada en los ojos, agrandados e inquisitivos, tremendamente lúcidos ante su propio fin. Murió preocupado por Euzkadi porque vivió preocupado por Euzkadi. Tenía una honda y terrible preocupación por Nabarra y esa honda y terrible preocupación lo trajo aquí para estar cerca de alguna manera en la celebración del "Arbasoen Eguna". El intuía -con esa taladrante percepción que poseía- que aquél era el día que estaba esperando hacia mucho tiempo Nabarra, y por eso se alegró de al menos estar cerca, al menos tan cerca donde las fuerzas de su cuerpo le permitiesen. No tuvo queja ninguna sobre las dolencias de su cuerpo. Ni tenia queja ninguna sobre los pocos días que le restaban de vida. Solamente padecía la angustia de no llegar a cumplir la misión que Euzkadi le exigía, aunque se daba cuenta de que esa misión era más larga que la vida de un hombre- aunque fuese la de un hombre de acero como él y que era además más larga que las fuerzas de un hombre, aunque fuesen las fuerzas de un hombre templado en el crisol en que él se templó. De Otxandiano a Santoña recorrió el largo camino de los combatientes por la libertad de Euzkadi. Y no flaqueó. Pudo salvarse y aún así eligió entonces la muerte antes que la vida, porque siempre tuvo claro que era preferible Euzkadi antes que él. De Santoña al exilio de Iruña. Y de Bilbao a Estella el camino fue por primera vez el camino de un hombre rendido a las fuerzas de su cuerpo, de un hombre ablandado por sus propios sentimientos ... de un hombre que se permite un pequeño reposo en la larga vida de un guerrero. Pero aun así, cuando supo que ciento cincuenta hombres y mujeres de Bizkaia hacían un alto en la ruta histórica de Nabara para brindarle un saludo, se levantó de su sillón y caminó al balcón para abrir los brazos en un saludo y recobró vigor para que su voz impartiera aliento y bríos para el futuro de Euzkadi, y escuchó de pie, como los buenos gudaris, el "Euzko Gudariak Gera" que salía casi quebrado de todas las gargantas. Yo estaba detrás suyo, como temiendo que la frágil coraza de su cuerpo no aguantase la tamaña presión de la fortaleza de su corazón, pero el no desmayó, y cuando todo hubo terminado me miró con sus ojos inquisitivos y dijo solamente "Ha sido emocionante... ¡que gente tenemos!". El hablaba de los otros... pero yo pensé qué pueblo podríamos ser cuando nos nacen hombres con tanta entereza y tanta capacidad de entrega y con tanta resistencia como la suya. Y cuando besé sus manos quietas y rendidas en el sueño de la muerte, no pude pronunciar la fórmula ritual de los difuntos "descanse en paz" porque de alguna manera percibí que tal espíritu no descansará jamás en paz hasta que Euzkadi sea libre.
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