En nuestro viaje parlamentario a la República del Salvador, a José Bono se le ocurrió ir a visitar a los jesuitas e, incluso asistir a la misa que todos los domingos, a las ocho de la mañana celebra en Santa Tecla, el P. Jon Sobrino, uno de los jesuitas divulgadores de la Teología de la Liberación y compañero de aquellos seis jesuitas asesinados en la Universidad Simón Cañas. Pero no solo ellos. Más de 49 jesuitas han sido asesinados por la represión de la derecha extrema en los años de hierro de las dictaduras centroamericanas.
No sin extrañeza, para ellos ya que era la primera vez que una delegación pedía acudir a una misa, allí fuimos el 14 de setiembre siendo recibidos por el P. Tojeira un gallego alto y afable que concelebró la misa con el P. Sobrino.
Una misa con cantos, ofrendas y lecturas por gentes de la comunidad parroquial, con dos mujeres llevando la dirección de unos cánticos con letras muy reivindicativas y un sermón del P. Sobrino explicando el evangelio de aquel día en el que Jesucristo pedía perdonar setenta veces siete a quien le había ofendido a su preguntante, con una parábola basada en una injusticia hecha por uno que había sido previamente perdonado. Y todo esto con un sutil mensaje en el que les decía a los salvadoreños que cuando iban a trabajar a los Estados Unidos los norteamericanos deberían pedirles perdón por los desaguisados que habían hecho éstos en su país, y no ellos por estar allí. Recordó de manera continua en su homilía, al obispo Romero, que le había impactado en su compromiso y al que habían asesinado y al jesuito Rutilio Granda. Y todo con un tono de voz suave en la forma y firme en el fondo. “Ellacuría decía que había que empujar el carro de la historia”.
Tras terminar la misa pasamos a la casa que tienen en la parte posterior de aquel pabellón, ya que la iglesia contigua, afectada por el terremoto, está inhabilitada. Allí nos tenían preparados jugos, pupusas y tostadas con un café con leche de buen café salvadoreño. En una mesa estaba un puzzle a medio hacer que entre todos van confeccionando, sin prisas.
Llegó Sobrino y al saludarle le dije si seguía los resultados del Ahtletic. Me contestó que antes de estar con nosotros, y, tras la misa lo había querido saber y ese momento empataban. Me preguntó del por que no jugaba Koikille y le dije sonriendo que se lo preguntara a Caparrós como había que preguntarle al Papa por que no le gustan algunas de las cosas que dice Sobrino sobre la naturaleza humana de Jesús. Sobrino nació en Barcelona, cuando el Gobierno Vasco hubo de evacuar a ésta ciudad en 1937.
Salimos a un patio y allí, toda la delegación escuchamos el relato de Sobrino y de otros tres jesuitas. El P. Tojeira, el nicaragüense Rodolfo Cardenal, sobrino de Ernesto Cardenal y el provincial, un castellano afable y listo.
Les preguntamos de todo. Por su relación con la jerarquía y con el arzobispo, por su desencuentro con el Vaticano, por el asesinato de Ellacuría, sus compañeros, la cocinera y su hija, por la pelea entre el partido Arena y el Frente Farabundo Martí, por la Cooperación española, por el número de jesuitas en Centroamérica y sus vocaciones (debe haber 250 y tres universidades a su cargo), por los responsables impunes de los asesinatos, por las siguientes elecciones y por la situación política del país.
A todo nos contestaron con argumentos, claridad y conocimiento. Fue un lujo estar dos horas con ellos. Al final nos sacamos las fotos de rigor. Uno de los presentes dijo que si las misas en España fueran como la que habíamos asistido, las iglesias estarían llenas.
En Francia, la asistencia a misa en las iglesias católicas no llega al 10% de la población, pero intelectuales como Régis Debray, antiguo camarada del Che Guevara, o Max Gallo, excomunista y asesor religioso de Sarkozy, han alertado sobre la pérdida de referencias culturales asociada al crecimiento del Islam y al retroceso del catolicismo.
Termino reproduciendo una de las canciones que cantaban los feligreses y cuya letra lo dice todo:
Padre nuestro que estás en la tierra,
desvelado por nuestros desvelos,
hoy tu nombre nos sabe a justicia,
nos sabe a esperanza y a gloria tu reino (Bis).
Padre Nuestro, Padre Nuestro,
no eres un Dios que se queda,
alegremente en su cielo,
tú alientas a los que luchan
para que llegue tu reino
Padre nuestro que sudas a diario,
en la piel del que arranca el sustento,
que a ninguno nos falte el trabajo
que el pan es más pan
cuando ha habido esfuerzo (Bis)
Padre nuestro que no guardas nunca,
contra nadie venganza o desprecio
que te olvidas de ofensas y agravios
y pides que todos también perdonemos (Bis)
Al despedirnos nos dijeron: “Están ustedes aquí en un Foro Parlamentario Iberoamericano. Eso está muy bien, pero trabajen también por la integración Centroamericana. Se necesita como el comer”.
Jon Sobrino es uno de los 50 intelectuales iberoamericanos -Iberia más América al sur de Rio Grande- propuesto por la revista Foreign Policy (edición española) para que sus lectores elijan de entre ellos a los 5 más INFLUYENTES.
Publicado por: Fortunato | 10/02/2008 en 06:39 p.m.
Berandu xamar irakurri dizut, Iñaki. Roberto nauzue, gasteiztarra, baina 2001 urtetik El Salvador-ren bizi naiz.
Kazetaria naiz eta askotan Jon Sobrino-ren mezatara joateko parada izan dut berari buruz hemen deitzen diogun "perfil" bat idatzi bainuen. Erdaraz da, hemen eta Argentina argitaratu zidatelako.
Apika norbaitek irakurri nahi duen!
http://robertogasteiz.blogspot.com/2009/01/jon-sobrino-el-obseso.html
Zaindu.
Publicado por: Roberto | 04/24/2009 en 07:23 a.m.