"El liderazgo político está en crisis, porque los liderazgos son locales y los problemas que tenemos son globales". Felipe González emitía el lunes su diagnóstico -pesimista y airado- de la crisis financiera que acapara los titulares de la prensa mundial. A su lado, Jordi Pujol acababa de anunciar que el Congreso estadounidense había rechazado el plan de rescate propuesto por Bush y Paulson.
Abrazo cordial, en el monasterio benedictino de Sant Benet del Bages, en un debate coloquio, organizado por Caixa Manresa y Esade, donde el ex presidente del Gobierno español confrontaba ideas con su homólogo de la Generalitat.
Pujol y González se habían combatido política y personalmente hasta la ira cuando ambos eran presidentes. Hoy son casi amigos, se tratan con mutua cordialidad y respeto y miran, desde la distancia, quizá también desde la nostalgia, el escenario político.
¿Políticos sin ideas, intelectuales sin poder?, era el título de la ponencia desarrollada por otro veterano ex político, Miquel Roca. Sus argumentos, generalistas y casi filosóficos, apenas abrieron el apetito para lo que se vino luego, una diatriba, compartida en modos distintos por Pujol y González, sobre la ausencia de valores en la sociedad actual, la debilidad de los liderazgos y las negras perspectivas que se abren a un mundo que anoche parecía sumido en una tempestad histórica de incalculables consecuencias.
"El liderazgo político descansa en ideas y proyectos", dijo Roca. "Los programas -en cambio- sólo atienden a lo inmediato". De ahí a un severo mazazo a la "sociedad mediática" y a la frivolización impuesta por los medios, había sólo un paso y Roca lo dio: "Si hoy tuviera que redactar de nuevo la Constitución, dedicaría algunos capitulitos más a los medios de comunicación".
Pujol lamentó también la falta de valores y de emociones en la política actual. Cualquier programa pierde su sentido si no está basado en unas ideas sólidas, claras y sencillas, capaces de dar confianza a la sociedad. Luego, Josep Oliu (Banc de Sabadell) le pasó un papelito comunicándole lo votado en el Congreso de EE.UU. y el ex president cedió los trastos a González. Con el ex líder socialista llegó el vaticinio de una crisis que apenas ha comenzado y que no se resolverá fácilmente ni en poco tiempo, porque "los liderazgos son locales y los problemas son globales". La falta de poder real de los políticos, dominados por un mercado que se ha hecho incontrolable, completaba la receta del indigesto pastel.
Comentarios