Hoy, en su Bergara natal, esa Bergara que para hablar de ella solía decir Jokin que había previamente que lavarse la boca porque era la capital del mundo, se oficiará un funeral por su eterno descanso. Seguro que no. Jokin nunca descansaba y nunca descansará. Lo suyo era ordenar, organizar, impulsar, arreglar.
La última vez que estuve en Bergara con él fue en la presentación del libro que le había editado la Fundación Sabino Arana.
La historia de este libro se las traía.
Lo escribió en Donosti un poco cabreado del poco caso que las nuevas generaciones hacían al trabajo y a la entrega de quienes les habían precedido. El adanismo consiste en eso. Creerse que el mundo empieza con ellos. Y de ahí su libro donde empezaba hablando de sus padres, de su madre muerta por un bombazo en la guerra, de sus hermanos, del ambiente nacionalista de Bergara tras la guerra, de las copias que hacían las mujeres del libro de Aguirre, de las pintadas y de su detención, de las cárceles por las que pasó, de la gente que conoció, de su salida y de sus noviazgos, y de sus huidas por Iruña, Zaragoza y Barcelona llegando a correrse una juerga con un escolta de la Guardia de Franco.
Hasta ahí yo creía que daba para un libro y la segunda parte, para otro. La segunda era mas comprometida ya que no solo hablaba de como montó Radio Euzkadi en Venezuela sino de su relación con los Servicios de Información norteamericanos en tiempos de la guerra fría. Todo eso lo interrumpió cuando le propusieron ir a Chile.
Pero no hubo manera. O todo o nada. Y me dio los originales que Anabel Sacristán pasó a limpio y yo corregí algo en el estilo, un estilo directo, tipo Henri Charriere en su libro Papillon. Un estilo fresco, sin florituras, con gran encanto.
Lo que no logré fue que me desvelara los nombres de algunos amigos suyos o de gentes que flaquearon en la resistencia, o uno que era homosexual reprimido, u otro que fue un traidorzuelo o, con los que trabajó en los Servicios. "Esa gente tiene familia y yo no hago daño a nadie por lo que hizo su padre "me decía. Y no hubo manera de sacarle de ahí. Y es que esta generación era de otra pasta. Dura, entregada, fiel, institucional, dándolo todo.
Por eso hoy los que conocieron a Jokin o los que supieron de él deberían arropar a su viuda Feli para decirle que la vida de su marido fue un regalo para Euzkadi, para el Partido y para su Bergara. GB Jokin. Todo un tipo.
Comentarios