En relación al levantamiento de la disciplina, el comentario de Arzalluz, no se ajusta a la verdad porque mezcla varias cosas de forma involuntaria.
Rebobino los hechos que tienen su miga.
En las elecciones del 15 de junio de 1977 hicimos una campaña por todos los rincones de Euzkadi. No he pronunciado más mítines en mi vida. Recuerdo especialmente uno de ellos celebrado en Gernika en su campo de fútbol. Habíamos organizado una reunión del Buró de Naciones Europeas sin Estado pero en ese mitin les habían impedido hablar a los invitados que habían venido de Catalunya, de Escocia, de Gales, de Alsacia, de Galicia, de Asturias, de Bretaña, el federalista Guy Heraud, etc. En aquel mitin hablamos Lurdes Munitxa, Aurre, Ramón Sota, Juan Ajuriaguerra y yo.
Como estábamos en Gernika recuerdo que hice mención al juramento que había hecho el Lehendakari Aguirre el 7 de octubre de 1936 bajo el Árbol. Como en aquel momento aquel juramento no era conocido y era breve lo leí en euskera “Jaungoikoaren aurrean apalik…”
Terminado el mitin se me acercó Ajuriaguerra y me echó una bronca monumental. ¿Cuál había sido mi delito?. Haber leído algo que él había redactado de su puño y letra para la ocasión. Eso me dijo. Le dije que no tenía ni idea de aquel dato, que perdonase y que lo leyera él en adelante. Al poco, era así, me pidió disculpas y me dijo que ojalá ese Juramento quedase para la historia porque Leizaola no lo había utilizado ante el féretro de Aguirre en su juramento en el cementerio de Donibane Lohitzun en 1960.
Pasó el tiempo y tras las elecciones de aquel mes de marzo de 1980 Garaikoetxea iba a ser elegido como tercer Lehendakari en la primera reunión del Parlamento Vasco tras la elección de su mesa y de la elección de su primer presidente, Juan José Pujana.
Entonces el Parlamento Vasco tenía 20 parlamentarios por territorio, sesenta en total y nosotros habíamos obtenido 25; HB, 11; el PSE 9; EE,6; UCD, 6; AP, 2 y el PCE, 1. Como HB no iba al Parlamento, la elección de Garaikoetxea no tuvo el menor problema.
Como todavía Garaikoetxea era el presidente del EBB y del Consejo General Vasco le sugerí utilizara la fórmula del Juramento de Aguirre con el comentario que me había hecho Ajuriaguerra tras la bronca. Me escuchó pero vi que no estaba muy convencido ya que era un texto en la que el presidente se presentaba ante el pueblo vasco “Humillado ante Dios…”, y eso en aquellos años de un izquierdismo bastante infantil era poco presentable.
A mí que siempre he valorado la importancia de la liturgia en estos actos me parecía un error no recuperar un juramento tan hermoso, y, tan nuestro y tan histórico y se lo comenté a Begoña Ezpeleta que había trabajado con nosotros en el BBB encargada de las Relaciones Públicas y Protocolo y había pasado al Consejo General Vasco. Era hija de un matrimonio muy nacionalista y captó inmediatamente la importancia de aquel juramento y logró que Garaikoetxea, como cosa suya, asumiera algo que éste desconocía. Y así fue como se recuperó aquella fórmula que repitieron posteriormente Ardanza e Ibarretxe.
Pero al poco empezaron las disensiones que se fueron agudizando hasta tal punto que Garaikoetxea, tras el forcejeo de la aprobación de la Ley de Territorios Históricos, no aceptó ser candidato si previamente no se le levantaba la disciplina del partido. Eso originó un gran revuelo, pero yo siempre defendí acatar la trayectoria histórica del partido que además expuse en Asamblea y que a Garaikoetxea no le gustó.
Ese año estábamos trabajando en la edición de unos cuadernos de historia vasca escritos por Ceferino de Jemein, guardián de las esencias de la ortodoxia del partido, en tiempos de la República y en el exilio, así como editor de un libro histórico sobre Sabino Arana.
Allí había descubierto algo que pocos conocían y que era que antes de ir a Gernika aquel 7 de octubre de 1936, el EBB de la época, presidido por D. Doroteo Ziaurritz, le habían llevado a José Antonio de Aguirre al camerino de la Virgen de Begoña a jurar fidelidad al Euzkadi Buru Batzar. El juramento se las traía. Decía así:
“Juro ante la Hostia Santa, fidelidad a la Fe Católica que profeso siguiendo y cumpliendo las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana. Juro fidelidad a mi patria Euzkadi y en su servicio queda ofrecida mi vida de la que dispondrán en la medida, en el momento, o en las circunstancias que señalen las únicas autoridades legítimas del Partido Nacionalista Vasco o Euzkadi Buru Batzarra.
Así lo juro desde el fondo de mi alma ante Dios en la hostia consagrada”.
Este juramento desconocido hasta entonces fue demoledor para la argumentación que esgrimía Garaikoetxea en relación con el levantamiento de la disciplina al Lehendakari Aguirre en plena guerra.
Sin embargo no sirvió para nada, porque la disciplina fue levantada y asi nos fue. Lo demás es ya historia.
Finalmente. De todos estos hechos solo lamento que el PNV no se presentara con su sigla en Navarra hasta las elecciones de 1982. Cinco años perdidos por ir en una coctelera que nos sacó de la circulación en una Navarra donde la sigla PNV, como tal, tiene tantos años en liza como en Bizkaia. Que nos sirva de lección.
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