Reconozco que una de las cosas que me llaman la atención es la desaparición total de la vida pública de personas que durante años han tenido un gran protagonismo en lo político, han hecho cosas por éste país, fueron referencias obligadas y voces autorizadas y, cuando ya no son elegidos o designados, desaparecen y nunca más se sabe de ellas.
Entiendo que el protagonismo han de llevarlo los nuevos elegidos pero un partido es una larga cadena con muchos eslabones y el secreto de su éxito está ahí, que la cadena no se haya roto. Por eso es un timbre de gloria que un partido como el PNV tenga 114 años de vida, y así lo proclamamos, pero esos eslabones durante años se han logrado mantener gracias a las personas, no a los marcianos.
Nosotros, antiguos diputados, solemos reunirnos de vez en cuando para no perder esa relación humana forjada en momentos duros, en situaciones complicadas, en la distancia de Madrid. Hay veces que pueden ir más, otras menos. Los jubilados del todo, siempre. Echo en falta que eso no se haga en el Parlamento Vasco, porque por hacerlo, lo hacen hasta los Colegios en los que estudiamos el bachiller.
El día que ilustra ésta foto se habían apuntado cuatro ex diputados más pero llegada la fecha, o, por viaje, o por Diputación permanente, o por reunión electoral nos reunimos seis ex diputados para arreglar el mundo y comentar y catar un buen menú que pagamos a toca teja cada uno, como tiene que ser.
Y como tanto se habla del restaurante Mugariz nos fuimos a conocer éste caserío entre Oiartzun y Astigarraga presidido por un gran roble, y con una gran huerta. No estaba ese día lluvioso Andoni Luis Aduriz pues había viajado a Madrid a la séptima edición de una Cumbre Gastronómica que estaba volcada en el debate y en la reflexión. Había sido un diálogo entre Ferrán Adriá, Aduriz, el británico Blumenthal, el norteamericano McGee y el italiano Davide Cassi. Todos ellos apostaron por la alianza de los fogones y los laboratorios y por normalizar la relación cocina-ciencia. Desde luego las patatas caolín que nos pusieron, junto a unas piedras calientes es buena gastronomía molecular. Todo estuvo muy bien. Lo recomendamos. Y la gente no tiene que perder la relación.
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