Conocí a José Antonio Griñán siendo éste ministro de trabajo del gobierno de Felipe González. Recuerdo haber comido en su despacho junto a Emilio Olabarría y, cuando Aznar ocupó la presidencia y obtuvo aquella asfixiante mayoría absoluta, eran muchas las parrafadas que echábamos en las escaleras del hemiciclo. Le recuerdo como un hombre cordial, progresista, que nos tenía simpatía, pero también como un buen español. De allí su amigo Manolo Chaves lo llevó a la Junta de Andalucía y ahora, al nombrarle Zapatero a éste ministro de Administraciones Públicas, Griñán ha sido elegido presidente de la Junta de Andalucía.