Por: Jose Ignacio Torreblanca
Pero como se sabe, España, en plena agonía de Franco, abandonó el territorio, transfiriendo su administración a Marruecos, que inmediatamente expulsó violentamente del territorio a todos aquellos que se opusieron a la ocupación. La decisión de España se puede explicar, y hasta justificar, pero no legaliza la ocupación del Sáhara por parte de Marruecos ni oculta el hecho principal: que España fracasó a la hora de garantizar al pueblo saharaui el ejercicio de un derecho al autogobierno que contaba y cuenta con el completo respaldo del derecho internacional.
Que dos décadas de negociaciones entre Marruecos y el Polisario no hayan logrado un acuerdo sobre la realización de un referéndum no se debe, como se aduce frecuentemente, a las diferencias en torno al proceso de identificación y registro de votantes, sino al hecho de que Marruecos no esté dispuesto a aceptar un referéndum que incluya la opción de la independencia. Aprovechando una coyuntura internacional, recelosa por razones obvias de la creación de nuevos Estados, Marruecos ha querido jugar la baza de la autonomía para el Sáhara. Muchos Gobiernos, entre ellos España, incluso de buena fe, han visto en una solución de este tipo una posible salida a este conflicto. Y ello pese a que las propuestas (como el Plan Baker) que promovían una amplia autonomía fueron rechazadas por el Consejo de Seguridad por no incluir al final del camino un referéndum de autodeterminación.
Con sus actuaciones, Marruecos está contribuyendo a relanzar la legitimidad de la agenda saharaui. Se trata, cabe recordar, de una agenda que está madura jurídicamente puesto que el Tribunal Internacional de Justicia no encontró evidencia de la existencia de ningún título de soberanía territorial favorable a Marruecos. Por tanto el único camino del que dispone Marruecos para lograr mantener el control del Sáhara-Occidental es, además de la fuerza bruta, el ser capaz de garantizar los derechos, individuales y colectivos, de los saharauis.
¿Está Marruecos en condiciones de otorgar a los saharauis una autonomía tan amplia que les haga renunciar a su legítimo derecho a la autodeterminación?. En una semana en la que la independencia de Kosovo está siendo examinada por el Tribunal Internacional de Justicia, se pone de manifiesto que la soberanía de la que gozan los Estados no es un fin en sí mismo, ni ilimitada, sino un medio para ejercer su responsabilidad de proteger a los ciudadanos a su cargo. Aunque hasta ahora el conflicto ha estado bloqueado, el derecho al autogobierno no deja de ser una puerta giratoria.
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