La prensa el 14 de enero de 1995
AZNAR BUSCA UN ELEFANTE BLANCO QUE LE LIMPIE EL SILLÓN
Antonio Gala resumía en "El Mundo": “El actual presidente se niega a la cuestión de confianza y el presidenciable Aznar rehúye la moción de censura a no ser que se le garantice que será investido tras ella”. “Ellos van a lo suyo -sentenciaba -, y el país a la deriva”. “Decididamente -valoraba el multimedia Pedro Altares-, los primeros espadas de la política española no parecen estar a la altura de las circunstancias”.
"El País", el periódico gubernamental según sus enemigos de la canallesca, al que acusaban de estar preparando el abandono del barco con el menor costo posible, pedía a González que se sometiera a una moción de confianza. “Como si una foto de González en la Cámara abrazado con Arzalluz y Pujol fuera a levantar los ánimos -ironizaba el mundano Pablo Sebastián-, suprimir de un plumazo los problemas políticos, económicos y de corrupción y garantizar que, desde entonces, el mal gobernante González se iba a transformar en un nuevo líder a estrenar”. “¿Qué más da -sostenía- que la confianza se la den a González en el Congreso o por teléfono Arzalluz y Pujol?”. La petición paisana le parecía al periódico de Pedrojota “salirse por la tangente, pues visto el panorama, con CiU apoyando incondicionalmente, “es ocioso preguntarse para qué serviría”.
Quienes no buscaban exclusivamente el derribo de González desde entonces, sin embargo, no rechazaban esa opción y, así, "El Diario Vasco" editorializaba que la moción de confianza sería “la salida más inteligente y viable”, pues “estabilizaría el país ante la crisis política, garantizaría una transición racional de la era socialista -claramente agotada- al nuevo Gobierno, serviría para moderar la oposición del PP y repercutiría favorablemente en la bonanza económica”. “Llevaría al Parlamento algo que, sin duda, es de su competencia –añadía "La Vanguardia"- y elevaría la figura del presidente sacándola del pozo de la sospecha inconfesable”. Claro que, según el multimedia Federico Abascal, “para solicitar la confianza, necesitaría que Pujol declarase oficialmente la suya, y el presidente de la Generalitat prefiere actuar entre los bastidores de la trama”. Sebastián comprendía “que a estas alturas del naufragio, las gentes de CiU y el PNV no quieran subirse al Gobierno”.
Para el PP, la receta era la moción de censura y, de acuerdo con una consulta que publicaba el diario de Polanco, el 46% de los ciudadanos deseaba que Aznar la presentara. Quien no quería era Aznar, que propone hacerla siempre que previamente se haya pactado su resultado, “una actitud muy parecida -comparaba Abascal- a la de jugar a las quinielas después de terminados los partidos”. “Parece una broma”, opinaba Pedro Altares en medios varios; “es pedir elecciones anticipadas con otra fórmula”, descubría el vanguardista José María Brunet; “lo que busca Aznar es que haya un elefante blanco que le limpie el sillón de La Moncloa antes de sentarse en él”, dictaminaba Raúl Heras, chez Pedrojota: “No quiere debatir su programa alternativo, quiere expulsar al dirigente del PSOE del poder”. “Lo que no se puede es decir que todo está mal -afeaba Altares- y no dar alternativas”. “Su obligación -insistía la multimedia Julia Navarro- es dejar claro a los ciudadanos que hay una alternativa y en qué consiste”.
Antonio Papell atribuía a miedo escénico la resistencia de Aznar a presentar una verdadera moción de censura y Sebastián sugería que el jefe del PP no quería perder “el temido debate con González”. Alberto de la Hera, catedrático de la Complutense, planteaba en "Diario 16": “¿Tiene la derecha un proyecto de gobierno nuevo, claro, ilusionante, diáfano y, además, explicable?”. Lo conoceríamos cuando lo suframos. Eso decían.
Domingo 15 de enero, 1995
TIEMPO DE PIRAÑAS
Ya ven vds., lo que era la política española en 1995: una batalla de pirañas. Puro canibalismo político. Todos contra todos, para al final, homenajear a los ajusticiados como fue el caso de Adolfo Suárez. Lo insultaron, dentro y fuera de su partido, se sublevaron contra él, le presentaron una moción de censura, le dejaron solo y sin apoyos y, entonces, catorce años después, le organizaron tres homenajes en una semana, como ejemplo del hombre sensato digno de ser imitado.
Nosotros ni nos prestamos antes, ni nos prestamos en esos años a participar en ninguna carnicería política. Íbamos por nuestro camino. Como con el caso Suárez. Al poco de dimitir, cuando estaba triste y solo, le otorgamos en 1984 a través de la revista “Euzkadi” un premio que fue muy comentado por lo raro que era reconocer algo a un político vivo y en activo. Y lo hicimos cuando todos le atacaban en ese momento. Pero en 1995, todos los tiralevitas aplaudían y estiraban el cuello, mientras preparaban sus dagas contra González. ¡La España Eterna!.
La propuesta del PP
El jueves 12 de enero, en A-3, José María Aznar hizo una curiosa propuesta, sin haber hablado con nadie salvo con IU. "Si todos me apoyáis, presento una moción de censura y convoco, desde la presidencia, unas elecciones". Es decir, no se atrevía a presentar una moción de censura, y quería que le ayudaran los demás y le hiciéramos encima la campaña gratis. Yo creo que este hombre pensaba que éramos bobos. De ahí que no nos cansábamos de decir que la política del PNV no tenía que andar con complejos, siguiendo a los tertulianos, ni acatando el dictamen de lo que quería IU y el PP. Nosotros teníamos nuestros propios criterios y nuestros propios intereses y a ellos nos debíamos.
¿Es que algún nacionalista en su sano juicio podía querer una mayoría absoluta del PP en Madrid y una IU con setenta diputados?. Pienso que no. “Pues entonces nos dijimos, vamos bien, aunque nos pongan a bajar de un burro por no haber apoyado la comparecencia de Felipe González para que le partieran la cara, pues todo el mundo sabía que si González iba al Parlamento no iba a decir nada del GAL”.
¿Y cuál era la estrategia del PP?. Muy sencilla: elecciones cuanto antes. ¿Cual la de IU?: elecciones cuanto antes y robarle un buen bocado al PSOE, ¿Cual la nuestra?: lo mejor para Euzkadi, que desde luego no pasaba por ese panorama. Queríamos que la economía se recuperara, se hablara de la lucha contra el paro, de la construcción europea, del desarrollo estatutario, de los fondos de cohesión, del fin de la violencia o de las infraestructuras. Esas eran nuestras inquietudes y no el que Aznar se sentara en La Moncloa, sin programa, sin equipo y con toda la derecha aplaudiéndole, o lo que dijera el tertuliano de la esquina.
El hecho es que la clave entonces seguían siendo los catalanes, mientras se rumoreaba que González dimitiría y pondría al frente a otro socialista y él se quedaría en el partido. Desde luego a nosotros, de momento, no nos habían dicho nada. ¿Solana, Belloch, Borrell?. Nadie lo sabía.
Y ésta era la situación en una semana donde nos zumbaron los oídos por el inmenso ruido existente que impedía percibir la verdadera música vasca.
Tarde
Generalmente ciertos presidentes suelen vivir bastante alejados de la realidad. Y cuanto más tiempo llevan en el cargo, más alejados están de lo que muchas veces necesita su partido o el hombre de la calle. Se limitan a seguir la vida a través del prisma de ciertos medios o escuchando a su pequeño entorno, siempre el mismo e incapaz de llevarle la contraria y sin posibilidad alguna de contraste. La discrepancia no se admite, aburre y molesta y no es tomada en cuenta.
Esto es lo que le ocurría a Felipe González. Vivía en pleno autismo, rodeado de incondicionales que eran incapaces de decirle que tenía que ir al Parlamento o explicar a través de los medios de forma rápida lo que fuera cuando se generaba algún problema. Confiado en su vaporosa credibilidad, si ésta no se ponía a juego de forma rápida, ésta se gastaría, como le estaba empezando a ocurrir por primera vez. La gente le escuchaba como quien oía llover y aunque aquel lunes tuvo una audiencia en TVE de ocho millones, el asunto interesaba, la respuesta se vio al día siguiente en la Bolsa. Una inquietante baja.
Si ésta intervención se hubiera producido en el mismo momento de saltar el escándalo GAL y si hubiera negado lo que negó, anunciado querellas, tomado la defensa inmediata del gobierno y el liderazgo en el esclarecimiento de los hechos, quizás el deterioro no hubiera sido tan evidente tres semanas después y tras las peripecias de Barrionuevo y las exculpaciones de Laborda, Leguina, Ruiz Gallardón y demás áulicos de la violencia de estado.
El problema había estado, quizás, en el poco entusiasmo a la hora de pedir justicia y luz en un escándalo tan sucio como el del GAL. Siempre, al final, lo vasco de fondo. De una manera u otra.
Felipe habló en un Asilo de ancianos, pero sin entusiasmo. Habló tras un Consejo de Ministros, habló el ministro Belloch en el Parlamento, presionado por nosotros, y habló finalmente González en Televisión. Tras esto, todos éramos conscientes de que de ahí, no iba a salir. El resto era ya una iniciativa de acorralamiento.
La postura del PP y de IU
Al PP esto del GAL le traía al fresco. Cuando se dijo que en tiempos de UCD había existido la Triple A y el Batallón Vasco Español, tragaron saliva y nos dijeron que no fueron ellos. Pero el GAL existió en aquella época con otro nombre. Es decir, sabían que un sector importante de su electorado veía bien al GAL. El propio "ABC" lo exculpaba y a ellos, en su retórica del orden y la unidad nunca les había interesado este asunto. ¿Por qué entonces?. ¿Por esclarecer el caso GAL?. No. Por erosionar a González que llegaba de otros casos: Roldán, Filesa, BOE, Rubio, etc. La puntilla. Una pera en dulce. Y no había que engañarse.
IU lo mismo. A los cantores de la bondadosa URSS, herederos de aquel PC, carcelero de pueblos, les importaba poco el GAL. Les interesaba el desgaste. Una prueba. Pedían en el Parlamento Vasco la comparecencia de Ricardo García Damborenea, cuando no había ni creada una Comisión de Investigación y cuando éste señor no era cargo público, ni había tenido responsabilidades de gobierno en Euzkadi. No les importaba. El caso era meter ruido y llamarle a Retolaza, a Atutxa y a quien fuera. Desgaste. Legítimo, pero desgaste. Nada que ver con el GAL.
Por eso la pregunta se imponía. ¿Tenían más medios que el juez instructor para llegar al fondo de las cosas?. ¿Creían en el estado de derecho y en la independencia judicial?. La respuesta a estas preguntas era clave, y nosotros nos las habíamos hecho.
Nuestra actitud
Fuimos los primeros en salir a la palestra cuando fue detenido Julián San Cristóbal. Pedimos la dimisión de Barrionuevo por responsabilidad política. Una persona que designa al fugado Roldan y a Julián San Cristóbal, entonces encarcelado, no podía andar pavoneándose intimidando al juez, con objeto de apoyar a los suyos y buscando justificaciones en ese contexto.
Dicho esto y si creíamos que vivíamos en una democracia, debíamos dejar a la justicia que actuara. No teníamos ni más elementos de juicio, ni capacidad de investigación superior a la judicial, ni razones para actuar en onda de erosión al gobierno.
Y así como al PP y a IU les interesaba el caos, porque en ese río revuelto, ganaban ellos, nosotros sabíamos que una elecciones anticipadas no iban a resolver nada, que iba a hacernos perder un año en aquel inicio de repunte económico y que podía lograr una mayoría absoluta del PP y unos setenta diputados de IU. Por todo esto ¿es que es que alguien en su sano juicio pensaba que teníamos que hacerle gratis la campaña al PP o a IU?.
Hay un refrán castellano que dice: "Los hombres y los rocines, cada uno va por sus fines”. Nuestros fines no pasaban por una mayoría del PP, ni por tenerle a Julio Anguita dando clases de democracia o haciendo arrumakos con Aznar. Ya con la mayoría absoluta del PSOE, aquellos años, habíamos tenido bastante, como para ir con un PP del que, por cierto, casi nadie se fíaba, porque si bien era la alternativa, era una alternativa que no ilusionaba ni a ellos.
¿Y esto que tiene que ver con el caso GAL?. Nada. La lucha es otra. Era una lucha por el poder. No por esclarecer el caso GAL.
Ahí estaba la situación italiana. El juez de la Operación Manos Limpias, creó su propio partido. En Francia, tres ministros de la derecha habían dimitido. ¿Y aquí?. Aquí podía ocurrir cualquier cosa. No seríamos pues, quienes tiráramos la viga, regocijados, para que nos cayera en la cabeza.
¿Qué pasará?
Nosotros que criticamos con dureza tanto a ETA como al GAL, frente a otros que o criticaban solo al GAL o solo a ETA, dijimos que seguiríamos en punta para que se esclareciera el caso GAL. Siempre lo habíamos pedido. Porque era una cuestión de principios y porque en el fondo fue algo urdido contra los propios vascos. No podía ser otra nuestra postura. Sobre lo demás, entraba en el campo de lo opinable.
¿Aguantaría el PSOE?. Lo haría si lo seguían apoyando los catalanes, si la peseta no se derrumbaba y si los casos Filesa, Expo, Rumasa, y el GAL no le desbordaban. Se haría pues, política al día, y en función de estos parámetros estábamos actuando.
Xabier Arzalluz comentó que aquellos eran tiempos para gente con nervios templados, no para gentes que hacían demagogia. Gentes en definitiva que suponían que a los vascos siempre nos ha ido mal cuando en Madrid ha habido una debacle. Tiempos para gentes con ideas claras y los pies en el suelo.
La prensa el 21 de enero de 1995
BARAHÚNDA Y CONFLICTO DE PODERES
“Barahunda”, “Peligro”, “Recusación”, podía leerse el sábado 21 de enero en las columnas de opinión a propósito del momento político. Decía Javier Ortiz en "El Mundo" que era evidente que todos los pasos que estaban dando los integrantes de eso que “pudiéramos llamar el frente del Gobierno" en relación al caso de los GAL responden a un plan conjunto. Y añadía: “Se supone que persiguen tres objetivos: 1°) embarullar al máximo, para entorpecer la labor del juez; 2°) provocar a Garzón para que entre al trapo y se "demuestre" así que no es imparcial, dando base a su recusación, y 3°) generar en la opinión pública un sentimiento de desconfianza hacia el juez por la vía del "algo tiene que haber".
Por su parte "El Correo Español-El Pueblo Vasco" editorializaba sobre la recusación presentada por Juan de Justo contra Garzón, juez instructor del caso GAL que, a su juicio, “puede responder a motivos legítimos o espúreos”. “No cabe descartar -continuaba- que la propuesta de recusación encubra, llanamente, una maniobra para tratar de apartar del caso al magistrado que, sin duda, más conoce de esa trama criminal y más empeño ha puesto en llegar hasta los reductos del Estado desde donde pudo organizarse y financiarse. Pero, incluso en este supuesto, habría que felicitarse porque ese objetivo lo planteen los imputados de una forma abierta y por un procedimiento judicial. Cualquier cosa con tal de poner fin a las triquiñuelas y despropósitos proyectados en los últimos días desde diversos frentes sobre unos ciudadanos atónitos y que amenazan con provocar un grave choque entre el poder ejecutivo y el poder judicial”.
Por su parte Federico Jiménez Losantos, terminaba así en "ABC" su columna “La justicia en la calle”: “Si los jueces y la Asociación de Derechos Humanos que firmaron ese admirable manifiesto de resistencia cívica llamasen a la ciudadanía en su apoyo, ya digo que me encantaría bajar a la calle y manifestarme con ellos y por ellos, en defensa de los demás y de mí mismo. Con el grito de ayer y de siempre: Democracia y Libertad, pero esta vez, de Amnistía, ni hablar”.
Mientras, en "El Correo Español", Federico Abascal veía riesgos de enloquecimiento general, y decía: “Cuerdos, lo que se dice cuerdos, sólo parecen estar los nacionalismos históricos, representados por Pujol y Arzalluz, quienes predican serenidad ante algunas explosiones de esquizofrenia”.
Javier Tusell expresaba su opinión en "El País", advirtiendo que “vivimos un clima de barahúnda ensordecedora en que cada sector sólo parece pensar en sí y da la sensación que no vemos una salida colectiva, como no sea un abismo de discordia muy cerca de donde caminamos. “Desde el punto de vista de los principios -añadía- me parece obvio que en el asunto de los GAL hay que llegar hasta el final (...) y las responsabilidades políticas del Presidente son claras. Cualquier presión sobre el poder judicial es inadmisible y cualquier estúpida trapacería utilizando el poder político será suicida, aparte de inmoral. Constituye un insulto el solo hecho de pensar que un voto de confianza resulta innecesario. Pero hay realidades políticas evidentes que tampoco deben ser olvidadas. González es el único líder viable del PSOE en este momento, su partido se dividirá sin él y el predominio de IU en la izquierda tiene muy graves inconvenientes”.
En el mismo diario Jon Juaristi confesaba que “hubo un tiempo en que defendí públicamente la tesis de la ausencia de relación entre el Gobierno socialista y los GAL (...).”. “Me equivoqué -añadía- como suelen equivocarse, en la política y en la vida, los que abusan (...) “de esa modalidad de pensamiento que consiste en tomar por realidades los propios deseos”.
Domingo, 22 de enero, 1995
CON EL ANEMÓMETRO EN EL HURACÁN
Para evitar malversaciones de los fondos reservados se tramitó un proyecto para regular en un futuro su utilización y control. El citado proyecto constaba de siete artículos en el que, fundamentalmente, se creaba una Comisión Parlamentaria integrada por el presidente de la Cámara y los cinco diputados que tenían acceso a los secretos oficiales, de forma que los ministros que tuvieran asignadas partidas de gastos reservados (Interior, Justicia, Exteriores) informaran semestralmente sobre la aplicación y el uso de estos fondos que, siendo secretos, necesitaban ser controlados. Imagínense ustedes la cantidad de dolores de cabeza que el Gobierno Central se hubiera ahorrado si aquella iniciativa la hubiera planteado hacía doce años y no la orgía vivida que habían permitido durante aquel tiempo y que habían dado origen al GAL, al caso Roldan y la corrupción interna.
Pues bien, nosotros, con IU, fuimos más allá. Pretendimos que ninguna norma pudiera impedir ni perjudicar en ningún caso la investigación judicial de cuantas conductas pudieran ser constitutivas de delito en el manejo de los fondos reservados. El diputado González de Txabarri me decía que se había quedado solo apoyando este buen criterio, mientras los super puros del PP presentaban sus reservas. Lo que se pretendía es que una investigación judicial con indicios racionales de delito pudieran ser investigados, evitando que el carácter de reservados y las limitaciones a su publicidad pudieran ser utilizados como barrera frente a los jueces.
Y la pregunta se imponía. ¿Había escuchado alguien hablar aquellos días de esta iniciativa?. ¿Se acordaba alguien de la demagogia y la manipulación que hubo en el sentido de que nos habíamos opuesto a la creación de una Comisión de Investigación?.
Y es que estábamos en manos de ciertos medios, poderosísimos, que quitaban y daban la razón, omitían o exageraban, atacaban o ensalzaban a conveniencia. Aquella noticia, importante noticia de cara al futuro, había pasado desapercibida.
Así estaba la política. Suárez, por ejemplo, había recibido en una semana tres homenajes. Don Claudio Gallastegui, el antiguo párroco de San Antón, solía decir que eso era como un funeral en vida. Y en 1995 a Suárez lo ensalzaban, mientras relucían otras navajas, y los sindicatos españoles de policía decían que no les había dolido de igual manera los asesinados por el GAL que los de ETA, o el presidente de la Diputación de la Coruña justificaba las acciones de los GAL haciendo suya la frase de Fraga de que “el mejor terrorista es el terrorista muerto”. Seguíamos en la piscina de pirañas.
Con Solana
El jueves 19 y el viernes 20 Arzalluz había puesto en marcha el radar para captar todas las vibraciones madrileñas dentro del huracán político que se estaba viviendo. Entrevistas concertadas mucho antes cuajaron en dos días. La primera fue la visita al ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana.
Salimos de Bilbao en coche a las 9,30 para llegar a Madrid tres horas después. Acordamos ir andando desde el hotel por el viejo Madrid de los Austrias. Como íbamos bien holgadosde tiempo, paseamos por la monumental Plaza Mayor. Yo le había dicho que no había necesidad de llevar abrigo, pues el frío de Madrid es seco y no húmedo como el de Euzkadi. Él llevó abrigo y yo no. Casi me quedo tieso. Hacía seis grados. El caso es que a las dos llegábamos al viejo caserón del Palacio de Viana. Nos recibieron e introdujeron en un espléndido salón rojo con pinturas de besamanos reales. La última vez que había estado allí había sido cuando fue ministro Fernández Ordóñez. Nos había dicho que no entendía la lucha de los judíos por cuatro piedras cuando había tanto espacio en el mundo.
Llegó Solana. Le llaman el “bien queda”, pues es amable y de buen talante. Tras ver los cuadros pasamos a una pequeña mesa redonda. En aquella casa están acostumbrados a servir docenas de comidas oficiales. Solana estaba interesado en agradar. Verdura, lomo y flan fue el menú con un Rioja de compañía. No fue para ganar una estrella en la guía Michelín.
A Solana muchos lo veían como el delfín de González. Llevaba de ministro desde el 82 y de diputado desde el 77. Se tragó en junio de 1993 ir en la lista de Madrid tras Garzón, la luminaria de González en ese momento, que luego echó al cesto como un kleenex, para estar pagando en 1995 aquella peripecia que dejaba en mal lugar a su partido. Y de eso hablamos, pues Solana es hombre de partido. Arzalluz fue quien llevó la voz cantante. El ministro le seguía sus palabras sin pestañear. Le había escuchado a Arzalluz la víspera en la SER con Gabilondo y estaba de acuerdo con lo dicho por el presidente del EBB sobre la justicia, la riada que vivimos y los efectos benéficos de la crisis para sentar la democracia.
Solana habló de la “democracia instantánea” que vivimos, en que todo cada hora se pone a prueba y de la influencia de la intercomunicación y la pérdida de soberanía. “Cuando cierra la Bolsa en Madrid, se abre en Nueva York y cuando ésta baja la persiana se abre la de Tokio. Así no hay manera y cualquier cosa influye. Los problemas de Telefónica en Perú, la crisis mexicana por Chiapas y la inyección de dólares nos afecta. El margen es muy estrecho”, decía el ministro con conocimiento de causa, pues se pasa la vida en un avión y tomando pastillas para dormir.
Solana admiraba en Arzalluz la capacidad que tiene el presidente del EBB para hablar de forma muy clara y éste le decía que si hubiera diez personas que hablasen de forma tan clara y denunciaran con contundencia ciertas conductas, muchos cantamañanas y manipuladores se tentarían la ropa antes de actuar. También le dijo que éramos separatistas democráticos, con lo que, tras escuchar esto yo me quedé asombrado cuando nos decían que utilizábamos un doble lenguaje.
Sobre la caza mayor que buscaba el PP poco nuevo que decir. Nada de lo que se hiciera calmaría la fiera. Hasta las elecciones de mayo la guerra sería a muerte. Pero no prosperará la propuesta de moción de censura, ni era procedente discutir una cuestión de confianza que se presenta sólo cuando el gobierno no tiene apoyos parlamentarios. Procedía hablar claro en el llamado debate sobre el Estado de la Nación (mejor debate de política general), que la justicia actuara y la economía se recuperara. Esos eran nuestros intereses como vascos.
Hablamos de Europa, de una empresa vasca de alta tecnología que le interesó, de cómo no se iba a llegar a la moneda única en 1997, de cómo Delors vio la dificultad de ganar la presidencia sin el apoyo del centro, de las relaciones entre Balladur y Kohl, de una conversación con Clinton sobre lo difícil que era hacer política, frente a lo fácil que eran las ciencias exactas.
En plena discusión vino el camarero con el Murrieta. Comentó que aquel vino no se lo daban al ministro porque él era coyuntura y los camareros la estructura, pero no sé si eso es verdad porque Solana llevaba de ministro desde 1982. Cuando lo fue de Cultura fui con Vallejo a visitarle y logramos que el Ministerio pusiera en Gernika la escultura de Henry Moore. Se portó bien.
Se habló del Consulado de Estados Unidos en Bilbao y de la relación bilateral para temas europeos que debe existir. Estuvo receptivo y confesó que la conversación, casi tres horas, con Arzalluz le había dado años de vida. En el fondo le gusta más la política doméstica que la europea. Lo demostró haciéndole esperar al ministro de Defensa de Túnez, que hacía antesala.
Contactos
Arzalluz, del Palacio de Viana, fue a La Moncloa para conversar por otras tres horas con Narcís Serra. Al llegar vio en la mesa del despacho la última revista “Times” con el reportaje sobre las razas humanas, los trabajos de Cavalli Sforza y la fotografía de un vasco. Ya nadie se acordaba de las polémicas del RH, pero allí estaban explicadas científicamente en una revista de prestigio.
Y hubo más contactos. Cena con periodistas, desayuno con ex ministro, conversación con Duran i LLeida, almuerzo con Aznar y, nosotros, almuerzo con Solbes y Almunia.
En los mentideros de Madrid nos informamos, entre otras muchas cosas, de que una personalidad del PP andaba pensando en un nuevo partido, que Ruiz Gallardón lo estaba pasando fatal en el PP, que los guerristas apoyaban a Belloch y éste los cultivaba, que un sector de socialistas estaban preocupados por los pactos municipales con IU y querían hacer cosas cuanto antes, que otro sector vería bien que el año 1996 González dimitiera y pusiera al frente del Gobierno a otro socialista siguiendo la fórmula PNV, que Garzón estaba como una pantera contra González porque en su día no le hizo ni caso después de ensalzarle, que a Pujol le gustaba demasiado el boato, que Javier de la Rosa era una gran bomba a explotar, que seguramente la semana siguiente encarcelarían a otro pez gordo, que el caso GAL pudiera que no prosperase por falta de pruebas, que Roldan cuando se fugó apenas tenía nada en el sumario, que González dejaba a su gente en la estacada, que Roca andaba nervioso y que sentimos bochorno por la expectación de la prensa que llenó el hotel donde estábamos antes de la entrevista con Aznar, mientras Pujol, sorpresivamente y quizás para contrarrestar la noticia, almorzaba con González.
Todo esto ocurría mientras el PP decía un día por boca de Abel Matutes y Mariano Rajoy que sería bueno que los nacionalistas estuviéramos en el Gobierno, hasta el punto de que Martín Villa no descartaba las carteras de Defensa y Exteriores, para ser corregido al día siguiente por Cascos y Mayor Oreja, mientras por Euzkadi criticaban al presidente del EBB por sus declaraciones sobre la justicia. Pero el problema era su programa desconocido. Nadie lo conocía. Aznar había estado en el Círculo de Economía de Barcelona la víspera y no había sabido argumentar su modelo de política industrial, al igual que no había hallado palabras para expresar cómo debe atajarse el déficit público. Había tenido, además, el dudoso gusto de comenzar con un chiste sobre catalanes. Seguía siendo un patoso y lo que profesionalmente es. Un inspector fiscal.
Lo mejor de la semana
El viernes 20 de enero almorzamos con Solbes y Almunia. Hablamos de presupuestos, formación profesional continua y Fondos de Cohesión. A Dios rogando y con el mazo dando. Solbes estaba optimista por la peseta, pues existían indicios muy serios de recuperación si la situación política se estabilizaba. La economía iba como un cohete. Incluso tenía peligro de que se recalentara.
Al final le regalamos a él y a Almunia un calendario del Metro de Bilbao. A Joaquín Almunia le interesó el proyecto de la Urbina-Málzaga y a Solbes el informe sobre los Fondos de Cohesión.
Pero, para mí, aquella semana tan movida e intensa, con tantos contactos y tanta presión, con la sensación de que éramos ursulinas frente a lo que había en Madrid sobre todo en la pestilente cloaca de Interior, no era comparable a haber conocido durante media hora a José Korta, un hermano jesuita de 65 años, que trabajaba en la selva venezolana con los indios y los estaba ayudando a crear un parlamento para que ellos mismos defendieran su ser. Todo su trabajo nacía de la experiencia de haber vivido 20 años entre las distintas etnias indígenas del Amazonas venezolano. Generando proyectos de autogestión y autoafirmación social, cultural y económica de estos pueblos. El vasco Korta luchaba contra un modelo de sociedad que nos inducía al consumo y la competencia mientras se generaba una cultura violenta y egoísta y se creaban tales presiones sobre la tierra que está logrando su destrucción. From lo decía “son personas que poseen convicciones profundas sin ser fanáticas, aman sin ser sentimentales, tienen imaginación sin ser irrealistas, son audaces sin despreciar la vida y aceptan la disciplina sin caer en la sumisión”.
Lo dicho. Lo mejor de aquella semana de enero de 1995 de ministros y comidas en palacios, de chismes y agoreros, de envidias y puñaladas, fue haber conocido a un idealista que pasó por Sabin Etxea creyendo en el ser humano, viviendo en la selva y teniendo como único patrimonio el cielo arriba y la tierra abajo.
Largo pero bueno y con muchos datos.
Publicado por: armendariz | 02/25/2010 en 09:24 a.m.
¡A ver para cuando las memorias, Iñaki! Me reservas un ejemplar.
Por cierto, ¿soy demasiado suspicaz o ya estas caldeando el ambiente con lo de "¡que viene la derecha!" otra vez? Y luego te vas con Iñigo a Madrid y os veis con Rajoy y dice Iñigo que "este es serio, con este se puede negociar" y aqui paz y despues gloria.
Publicado por: Ignacio | 02/25/2010 en 06:05 p.m.