11 de Febrero, 1995
EL CANDIDATO DE MARINO A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO
Hay socialistas que le han dicho a la multimedia Julia Navarro que, con los independientes, González se ha encontrado con la horma de su zapato. Los plumíferos también lo dicen. Como Jaime Campmany, que se regodeaba en "ABC" de que “los dos grandes protagonistas del cambio del cambio, Garzón y Pérez Mariño, llamados por Felipe para que fueran garantía de la lucha contra la corrupción, han huido de la cueva de Alí Baba y se han puesto a salvo de la ignominia”. O como "Diario 16", que editorializaba: “Al oportunismo del PSOE, que creyó contar con el apoyo de los jueces cambiando la ley para permitirles el regreso a la judicatura, le ha salido el tiro por la culata”.
El también abecediano Víctor Márquez Reviriego recordaba cómo ambos jueces “alumbraron muy bien la renovada gloria filipina en las elecciones de 1993”. “Con lo que entonces se elogió a estos independientes, ¿recuerdan?”, preguntaba Fernando Jáuregui. “El escándalo Pérez Mariño -opinaba César Alonso del los Ríos- no comenzó el jueves pasado, sino en la campaña de 1993, cuando la inclusión de dos jueces en unas candidaturas se convirtió en un hecho político de gran interés. La resonancia de la salida de Pérez Mariño es la proporcional a aquella entrada, y el daño actual para González tiene la misma entidad que el favor que entonces le hizo”. Raúl Heras comprendía en "El Mundo" “que utilizara el más potente de los altavoces a su alcance, de la misma forma que le habían utilizado a él en la campaña de 1993. Pagó con la misma moneda”. “Que no vayan de mítines mostrando su talante liberal a base de independientes -escribía Andrés Aberasturi-, cuando luego son incapaces de aceptar esa independencia”. Lorenzo Contreras, en el diario de Ansón, culpaba al PSOE de lo sucedido, pues “un independiente, una vez asumido e incorporado como cuerpo extraño a una organización, tiene que recibir ciertos cuidados, incluso ciertos mimos, si no se quiere que ocurra lo que acaba de pasar: es decir, que se sienta solo y frustrado. El independiente en esas condiciones es más peligroso que un niño con una pistola”. Contreras subrayaba que les salió bien con Francisco Fernández Ordóñez, “un político de mucha prudencia y calculados ideales”, y opinaba que “en esa misma situación estaría, si a él se recurriese, Manuel Jiménez de Parga”. Debe de tener razón, porque Jiménez de Parga, alias Secondat, rechazaba en "Diario 16" el transfuguismo como “práctica impura de nuestro sistema representativo” y lanzaba un dardo envenenado contra Pérez Mariño: “El voto particular en un Parlamento es a veces la manifestación de la soberbia del mediocre. "El soberbio está lleno de despecho, especialmente contra aquellos que le ayudaron a prosperar", escribió Nietzche”.
Mientras Alonso de los Ríos interpretaba que lo de Pérez Mariño ha sido “una venganza en toda regla”, Anabel Diez revelaba en "El País" que algunos socialistas sostienen que “ha actuado premeditadamente, dejando caer la bomba de sus declaraciones en el peor momento y en conexión con no se sabe qué agentes oscuros que, en todo caso, benefician al PP”. Federico Abascal no acaba de entender “las razones que le han impulsado a serenar su conciencia causando un estropicio que podría haber aminorado en otra circunstancia” y Pedro Altares se planteaba “serias dudas” sobre la intencionalidad política del juez. La caverna aportaba su clave: “Detrás de la feliz disidencia de Pérez Mariño -escribía "ABC"- podría latir un plan orquestado. Toda la clase política ha entendido que se refería al superministro Belloch al proponer a una personalidad independiente para presidir el Gobierno hasta la celebración de la elecciones”. El que faltaba.
Domingo, 12 de Febrero 1995
INCREÍBLE CAPACIDAD PARA PERDER APOYOS
Paso el debate. Dos días de tensión, presión, desilusión y esfuerzo para centrar nuestro campo de juego. Ni con unos, ni con otros. Con Euzkadi. Como siempre. Y todo esto con una advertencia al PSOE. No intenten jugar con un partido de cien años. Y se dieron cuenta. Ex ministros, diputados, por lo bajo, nos decían que nuestro discurso era el suyo, pero...
Aguantamos muchas presiones. No querían votáramos las propuestas de resolución de IU y el PP. La de la Comisión de investigación de los GAL, casi se aprueba. Faltaron dos votos. HB, no fue. Luego hablan. Ahí queda el dato. Madrazo de IU, nos critica por votar esto en Madrid y oponernos en Euzkadi. Al parecer su sutileza no le alcanza para darse cuenta que la responsabilidad del GAL, es del gobierno central y no del vasco. La cosa es decir tonterías y cuantas más, mejor.
El PP llegó a votar una propuesta para que se cumpliese, en esta legislatura, íntegramente, el estatuto vasco. Loyola de Palacio lo negoció con Rajoy. Se esforzaron bien. Guardo el papel como oro en paño. Los catalanes de CIU, a lo suyo. Hicieron el feo de blindar su propuesta con el PSOE. No admitieron nada de nadie. Mal sistema. No nos quieren cerca. Ellos los únicos. Los de Unió, sufren, pero Pujol manda. Y se está abriendo una sima. No ha sentado bien en Catalunya ésta cerrazón. Llegaron a votar contra el Estatuto Vasco. El colmo. Una cosa que no haríamos nosotros nunca contra ellos. Un ex-ministro socialista nos decía que el grupo catalán les dejaría a ellos, en cualquier momento, en la estacada. Abogaba por un pacto PSOE, IU y PNV. Se lo están ganando a pulso.
El gobierno central nos presionó mucho. Pero se encontraron con una pared de hierro. La siguiente vez, que espabilen, no improvisen y asuman la difícil situación en la que se encuentran. En el debate perdieron el apoyo de dos grupos, el vasco y el canario. Tienen una increíble capacidad para perder amigos.
En resumen. A la gente le gusta se dé caña y se hable claro. Lo hicimos. Pero la política no es sólo eso. Veremos si el PSOE ha aprendido la lección.
A José María Lorenzo Espinosa
El pasado martes, en DEIA, apareció un trabajo de José María Lorenzo Espinosa, donde insistía, muy correctamente y con una buena argumentación, que yo era un parlamentario español.
En mi anterior trabajo le contestaba que él llevaba su carnet de identidad con la misma nacionalidad escrita, incluso con la bandera, y que por tanto era tan hispano como yo. El me replicaba diciendo que él padece tal carnet, pero que yo puedo dejar de ser diputado español.
La discusión no es nueva. Es tan vieja como el nacionalismo y se centra en que unos apuestan por el gradualismo (sin dejar los objetivos), otros por el regionalismo, unos pocos por el radicalismo nacionalista pacífico y un conglomerado confuso por el radicalismo nacionalista violento.
Nosotros estamos en el primer grupo. Somos un partido de cien años.
Ya, a Sabino Arana, en el juicio que tuvo tras su detención al ser interceptado un telegrama que envió en 1898 a Teodoro Roosevelt como consecuencia de la independencia cubana, le preguntaron por su españolidad.
Sobre ella Sabino escribía: "No me he declarado español. De dos modos puede uno ser español: de modo natural o de modo constitucional: esto es, por obra de la naturaleza o por obra de los hombres. Pues bueno. Del primer modo, es decir bajo el punto de vista étnico, no soy español, ni he podido decir que lo soy, a no ser mintiendo, cosa que no acostumbro. Enteramente vasco y enteramente español, en ese sentido, no se puede ser a un tiempo. Como tampoco bellota y naranja".
"Soy ciertamente español -concluía desde la cárcel de Larrínaga-, porque soy ciudadano español. Pero no lo he declarado ante el juzgado, porque no es preciso, desde el momento que todo juez que me ha tomado declaración y yo, hemos estado previa y cumplidamente enterados de que soy sencillo súbdito español. Pero ni españolista o partidario de la unidad del Estado español, comprendiéndose en él al pueblo vasco, me he declarado ante nadie, ni pienso hacerlo".
Si eso decía Arana, no puedo añadirle más al Sr. Espinosa. Solo decirle que en el antiguo parlamento de Austria, hoy Senado de éste país, en sus escaños, están escritos los nombres de quienes fueron diputados en tiempos del Imperio Austro Húngaro. Allí puede leerse el nombre de Benes, padre de la que fuera Checoslovaquia o el de Alcide De Gasperi, el relevante político italiano, cuando Trento pertenecía a Austria. En su día fueron diputados austríacos. Luego lo fueron de sus países.
No me quiero comparar con estos personajes, pero ya ve, Sr. Espinosa, que todo es cuestión de tiempo.
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