“Hay cosas que se han hecho mal, no puedo perder la libertad de decirlo”.
Ni dos semanas ha llegado a durar la tregua que el expresidente del Gobierno Felipe González concedió a su sucesor socialista en el cargo, José Luis Rodríguez Zapatero, en atención a la preocupante depresión en que se hallaba instalado el PSOE por el radical cambio de guión impuesto a la legislatura.