Por: Fabián Estapé (Economista)
Se demuestra una vez más mi antigua tesis de que en España lo que más dura es lo que se hace con carácter provisional.
El libro de Anselmo Carretero Los pueblos de España constituye una piedra miliar en la historiografía nacional. El libro que tuvo su primera edición en México y también la segunda, alcanzó la tercera en 1977 en San Sebastián. La que hoy comentamos es la publicada en 1992 en Editores Hacer de Barcelona, con el patrocinio de la Fundació Catalana Rafael Campalans.
Y en estos meses en que se han puesto en marcha reformas de estatutos de autonomía que entrañan en muchos casos una modificación a veces sustancial de la Constitución actual, su lectura y reflexión se me antojan más necesarias que nunca.
Anselmo Carretero, nació en Segovia en 1908, residiendo muchos años -los de su formación decisiva- en León, ciudad de la cual guardó un recuerdo especial y reiterado en sus memorias publicadas parcialmente. Pasó a obtener el título de ingeniero industrial en Madrid, donde desarrolló diversas actividades políticas que le llevaron de la FUE (Federación Universitaria de Estudiantes), como es sabido de marcado tinte izquierdista y con cierto peso en el advenimiento de la Segunda República.
Anselmo Carretero pasó de la FUE al PSOE, y como consecuencia de la Guerra Civil, fue uno de los quinientos mil españoles que tuvieron que expatriarse. Dentro de una desgracia que jamás pudo superar, Anselmo Carretero tuvo la suerte de llegar a México con un grupo integrado por más de sesenta mil españoles, que tuvieron también la oportunidad de disfrutar del amparo político que generosamente les otorgó el Presidente Cárdenas. Dentro de ese ambiente amistoso, Anselmo Carretero desempeñó puestos de ingeniería y de gestión de empresas en importantes firmas mexicanas. Pero durante sus ocupaciones jamás dejó las inquietudes intelectuales que le llevaban a profundizar en las entretelas de la Historia de España, el país que, a pesar de todo, seguía siendo el suyo.
En una primera cala, destacan sus artículos premonitorios en una revista fundamental titulada Las Españas. El libro que les he traído a colación fue certeramente calificado por el gran prehistoriador, Pere Bosch i Gimpera, el gran rector de la Universidad de Barcelona (1933-1939), con el que tuve el honor de cruzar una aguda correspondencia y que también como Anselmo Carretero tuvo que unirse a la corriente del medio millón de españoles exilados.
Comunidad de pueblos
Y vean lo que dijo Bosch: "concebir a España -como hace Carretero- como una comunidad de pueblos, aplicar sin temor a esos pueblos el calificativo de nacionalidades, no hacer del concepto de nacionalidad una idea exclusivamente política y llegar a la supernacionalidad española en que caben todas las nacionalidades que los siglos y la tradición de los pueblos españoles han formado, es llegar a la raíz del problema".
Es interesante, a efectos de conocimiento histórico-político, lo que nos dice el querido amigo Jordi Solé Tura, catedrático de Derecho Constitucional y uno de los llamados padres de la Constitución, al señalar que la obra de Carretero en su publicación de 1977 -un año antes de concluir el texto de la Constitución del 78 - supuso sorpresa, revelación e incitación; lo que no me extraña en él por su estar al corriente de las consideraciones políticas sobre el devenir de España.
Con Anselmo Carretero he de subrayar ahora que la distribución provincial de España y la de las comunidades autónomas que se crearon, se inspiró directamente en los mapas de las provincias españolas diseñados en 1833 por Javier de Burgos, uno de los expertos más destacados de la secretaría de Estado con Fernando VII, tan equivocadamente llamado El Deseado; esto demuestra una vez más mi tesis de que en España lo que más dura es lo que se hace con carácter provisional. Por cierto, que Carretero señala que en Catalunya, el Penedés ostentaba suficiente singularidad social, económica y cultural para haber sido la quinta provincia catalana.
Como consecuencia de ello, la agregación que en su día pisoteó las realidades históricas, políticas y artísticas de las provincias dio lugar -y me gustaría que leyeran el apéndice transitorio del libro- a lo que suavemente llama Carretero "los embrollos castellano-leonés y castellano-manchego". Desterramiento de Castilla y ocultación de León.
Interesante artículo... sobre todo teniendo en cuenta que el autor formo parte del gobierno de Franco
Me pregunto Senador si lo querrá juzgar tambien por su pasado...
Publicado por: Antxon Gaztelu | 01/23/2011 en 08:46 a.m.
Yo creo que el Sr. Anasagasti lee a muchos autores, sean o no de su ideología. Yo por ejemplo leo sus libros, y uno que me he leído varias veces es el librito rojo de MaoTseTung. El librito lo "cogí prestado" en un Hotel en China hace dos años. Ese librito habla del Comunismo de Mao, y os aseguro que si lo leyera Franco, Musso o Hitler se acojonarían de su radicalidad política.
Anécdota: esta mañana estuve con un arquitecto de la zona, que se llamaba Franco Musso. Casi me da la risa jejeje.
CJota.
Publicado por: Christian Johansen | 01/23/2011 en 05:03 p.m.
Senador
Parece que no ha tenido exito el artículo del Sr. Estapé con el que nos ilustra. Lastima!
Y, por cierto, no me ha contestado si lo quiere juzgar como persona aun viva de un gobierno de Franco. ¿En qué quedamos?
Publicado por: Antxon Gaztelu | 01/24/2011 en 10:09 p.m.
El artículo muy bueno. Un ciudadano que ha visto y nos hace ver la luz entre las tinieblas al resto. Ya no solo lo dicen los politicos nacionalistas de Euskadi, Catalunya o de Galicia. Sino un ciudadano español capaz de ver las cosas desde la lejania forzada, con amplitud de miras. Que es capaz de ver el conjunto como sus diferentes partes y características que las hacen especificas y únicas. La actitud de uniformizar, de forzar voluntades, de obligar a ser y a entender la sociedad, la vida de una manera. Para mi la España de Madrid político fracasa en la periferia y su fuerza radica en los BOES, medios de comunicación y en la fuerza militar. España es artificial en lo político (no en lo cultural), sino no se entiende al miedo enfermizo que tiene el Madrid político al separatismo (sea violento o democrático) y la obsesión de construir leyes de represión brutal para acabar con el movimiento o aminorarlo (leyes anticonsulta "Ibarretxe" o la actual ley de partidos). Hay Estado pero no hay país. Hay gobierno pero no hay nación creible. Aqui no se sigue modelo Canada o Reino Unido. En el Madrid Politico se vive con miedo a escenarios futuros democráticos. Hay se verá si España es una democracia occidental avanzada o una reminiscencia del Magreb.
Publicado por: Enrique III de Nabarra | 01/25/2011 en 06:53 p.m.