Por: Suso de Toro
Que nos diga que el nacionalismo es perverso refiriéndose a "los otros" realmente es un poco irritante
Ante tales opiniones, uno cree que ni llegó a conocer la Barcelona de entonces ni la de ahora
La república precisa a los artistas pero mal hará la república si les entrega su gobierno, su propia creatividad y su pathos producirían desastres y, finalmente, mucho dolor. De hecho, en España hemos visto a intelectuales pasar de un extremo a otro con gran desparpajo ideológico, y asistir a esos radicales desplazamientos ideológicos y políticos confirma que hay que tomar con pinzas sus aseveraciones. ¿A qué debemos hacer caso, a lo que defendían antes o a lo que defienden ahora?. ¿Cuándo estaban equivocados?. Aseveraciones como las que acaba de hacer Mario Vargas Llosa al recibir el premio Nobel.
De hecho, la trayectoria de M. V. Ll. también es de las que van de un extremo a otro, desde luego con toda sinceridad y honradez personal, con una convicción en sus posiciones y una determinación que explica sus actos. Pero cuando opinamos, aunque echamos mano de discursos arquetípicos y máscaras ideológicas, lo que hacemos es decirnos a nosotros mismos, expresamos nuestro yo, y Vargas Llosa también lo hace, exponiéndose con un arrojo ejemplar tanto en su obra de ficción, la fuente del escritor, como en sus intervenciones en la vida pública. Porque el escritor vive de su subjetividad, y ahí reside su fuerza y su centro de gravedad, no podemos separar los argumentos que emite Vargas Llosa de su peripecia vital y su personalidad.
Vargas Llosa, como todo contemporáneo, es alguien escindido, pero alguien que lucha rabiosamente contra su división y lucha por la unidad interna. La escisión o escisiones íntimas, esa herida que alimenta la obra de todo autor, se expresa tanto en la ficción como en sus argumentaciones discutiblemente racionales. M. V. Ll. es el más dramático de los escritores sudamericanos y nadie como él formuló con tanto desgarro el drama de saberse extraño a su propio país ("¿Cuándo se jodió el Perú?"). En muchas ocasiones el tan invocado cosmopolitismo es la consecuencia de un drama irresoluble.
La literatura es juego y sueño, pero en M. V. Ll. el sueño está atado por la vigilia y la urgencia de la acción. Su pathos de hombre de acción lo llevó años más tarde a presentarse a presidente de su país, lo que no fue un arranque pasajero sino un momento más de una dialéctica con su sociedad y una implicación profunda en su destino. Sus reflexiones sobre Perú son inteligentes y su crítica al pensamiento indigenista, formulado por José María Arguedas, es de gran valentía. Y casi diría que su lucha con Arguedas, el gran mestizo escindido, es un desgarrado pleito íntimo. En todo caso, M. V. Ll. es un intelectual de un país diríamos que imposible, y desde luego algo completa e inevitablemente diferente de la Europa, el París, soñado por los jóvenes escritores americanos.
Probablemente resulte imposible aceptar una realidad tan difícil y dolorosa como debe de ser la peruana, dividida entre una casta que se siente blanca y un mar de indios y cholos, y ello conduzca a negarla y a soñar países. El país imaginado por Arguedas es un sueño del corazón mientras que el pretendido por M. V. Ll. es un sueño de la razón, y en ambas soluciones extremas hay la misma desesperación.
Así pues, el origen de sus preocupaciones, los conflictos que lo agobian, es algo muy particular y subjetivo pero las respuestas que propone son arquetípicas, diría que de hormigón. Su discurso se puede encajar en la ideología de la derecha ultraliberal actual, aunque no es el de un sectario sino de alguien que desde esa posición analiza las contradicciones y conflictos y, por tanto, deja un margen para la opinión propia. Y conviene destacar que exponer con militancia esas opiniones no le granjea simpatía alguna entre el posible público lector de literatura, que tiende a ser biempensante y vagamente progresista. M. V. Ll. asume la responsabilidad de ser un intelectual y la ejerce y acepta pagar su precio. Otra cosa es si la figura del intelectual, una creación de la Europa ilustrada, no estará ya fuera de lugar en este nuevo tiempo donde los medios son espectáculo.
Donde cualquiera puede emitir información, opinión, creación, igualándonos. Donde una voz ya no tiene más valor, autoridad o fuerza moral que otra, pero ese es otro cantar. En todo caso, M. V. Ll. cree en el valor y la vigencia de esa figura y, en la medida en que tiene la aceptación y complacencia de los medios de comunicación, le da encarnadura. Es por lo que creo que debemos disentir de las opiniones que repite sobre España y lo que llama "los nacionalismos".
En España varias generaciones vivas tuvimos la experiencia, en mayor o menor medida, de nacer y vivir dentro del franquismo. Es decir, muchos ciudadanos españoles sabemos bien lo que es vivir en un Estado y un régimen nacionalista. El franquismo no fue una dictadura sin más, fue una sociedad totalitaria y muy concretamente una utopía nacionalista, la que forjaron aquellos generales que se llamaban a sí mismos "nacionalistas". Y no eran nacionalistas vascos o catalanes, precisamente. Fue la versión más rancia del nacionalismo español, pero realizó el sueño de una España castellana homogénea y centralizada. Y esa idea sigue muy viva y actuando en la política española, el nacionalismo españolista se realiza cada día en el Parlamento, en los parlamentos, y de forma abrumadora en los medios de comunicación. Y M. V. Ll. es un militante de partido y, como vemos estos días en los medios de comunicación, un instrumento de esa ideología integrista que pretende un Estado nación homogéneo, esa corriente social con gran ansiedad identitaria y que ven que se cuestiona su identidad nacional, la España una. Una identidad nacional que todavía construye con restos de la España imperial y que se expresa en los medios de comunicación, cuando por las corridas de toros, cuando por la defensa de la "gran lengua", supuestamente perseguida por algunos malos españoles en unas "provincias traidoras".
Que M. V. Ll., un nacionalista, nos diga que el nacionalismo es perverso refiriéndose a "los otros", a quienes quieren existir con otra identidad nacional, realmente es un poco irritante. Un escritor debería interrogarse sobre por qué no hay presencia de la lengua catalana, gallega o vasca en los medios de comunicación de ámbito estatal, ya no digamos de la literatura. Por qué no podemos ni siquiera oír en ellos cantar en catalán, por ejemplo. La ideología de "gran lengua", de la que es fervoroso militante, es antidemocrática y refleja la pulsión de someter al distinto. Si existe un totalitarismo lingüístico e ideológico en España no será desde luego el de los ciudadanos bilingües, sino el de los monolingües que creen que su condición es un absoluto. En cualquier caso, entendemos que sus manifestaciones son las de un militante ideológico.
M. V. Ll. hizo también estos días balance público de su relación con España y, en concreto, con Barcelona. Barcelona lo reconoció, como reconoció a muchos otros que llegaban sin otro atributo que su obra, y Madrid ahora lo exalta, pero ante sus consideraciones uno cree que ni llegó a conocer la Barcelona de entonces ni la de ahora.
Un escritor al final es un soñador y, como decía al principio, lo que hace es argumentar sus obsesiones y sus ansiedades. Su identidad. A Vargas Llosa le seguiremos admirando como escritor, pero seguiremos discrepando de parte de sus ideas, tan partidistas, pues, siendo un intelectual apasionado, le ciega su pasión.
(Suso de Toro, escritor, autor de, entre otros, “Otra idea de España”)
Suso de Toro parece que no te has enterado de la vida. Te lo digo desde el respeto, y no con él. Nó porque tampoco sueles respetar a otros. Vamos a ver señor, porque escritor no te puedo llamar, ya que dices que los escritores no deben posicionarse ni ser partidistas, lo cual eres tú. Entonces deduzco que no eres escritor. Serás columnista casual, todos mis respetos.
Sabrías nombrarme 1 escritor que no haya sido partidista?. No me vale que respondas Walter Disney (aunque éste era pro nacionalsocialista. Véase su cortometraje Wayward Canary en el que Mickey enciende un pitillo con un mechero con la Swastika. Año 1932). Dígame otro que fuese o sea neutral en sus escritos.
Una persona puede cambiar de posición e ideología. O también es inhumano errar?. Lo que le molesta a usted, es que Vargas Llosa se hiciera listo, y se fuera hacia el lado correcto. Un ejemplo de cambairse de chaqueta por simple enfado y niñez es el "adonis" Verstrynge.
CJota. "perdonen que me excediera"
Publicado por: Christian Johansen | 01/24/2011 en 03:44 p.m.
Me dejé llevar por la exaltación y quisiera aclarar que Mickey NO se enciende un pitillo, sino que simplemente aparece un bebé canario y se calienta el pompis mojado con el mechero con la Swastika estampada como logotipo. Este cortometraje fue censurado durante muchos años, y sólo gracias a internet ha podido ser visto otra vez sin censura. Adjunto link para quien quiera verlo. Ocurre todo en segundos, en el minuto 3:21 del cortometraje.
http://www.youtube.com/watch?v=UXyqi7MLpik
CJota "añadimando".
Publicado por: Christian Johansen | 01/24/2011 en 11:40 p.m.
Vargas Llosa es lo que llaman un "JALABOLAS"
QUE LO HIZO PARA CONSEGUIR LA NACIONALIDAD.
Ya los NOBEL se los dan a cualquier cantamañanas es una verguenza.
Cosas del Mercadeo.................
Publicado por: joseba | 01/25/2011 en 05:53 a.m.