Por: Igor R. Iglesias
Hoy voy a hablar como lingüista y también como ciudadano de este estado: España. He escuchado y leído de todo durante estos días en relación a los pinganillos del Senado y he percibido que hay quienes manifiestan una enorme ignorancia sobre la realidad de las lenguas, a quienes les conviene esa ignorancia y quienes (que son los menos) saben del valor que la diversidad lingüística representa para la mayoría y, especialmente, para los hablantes de su lengua o sus lenguas.
Yo soy andaluz, hablo una lengua que tiene dos nombres, castellano y español. Si fuera catalán, hablaría catalán y sabría hablar español (la situación de cuando hablar una y otra lengua es otro asunto, una cuestión de elección, intervenga o no la actitud o la creencia individuales o colectivas hacia cada lengua).
Yo he estado en Cataluña sin ser hablante de catalán y no he tenido ningún problema. Me han hablado en catalán y cuando he hecho saber con un gesto o con palabras que no había entendido nada, amablemente se me ha hablado en español o castellano. Cataluña es una tierra de gente abierta y amable y sin el nivel de analfabetismo funcional que sí me he encontrado en otros territorios ultraespañolistas donde por ser andaluz sí he tenido problemas (con cuatro carajotes, no con todo el mundo, como es obvio). Joan Puigcercós, por cierto, también se fue de carajote cuando dijo de nosotros (los andaluces) que somos gente que no pagamos nuestros impuestos (sus palabras fueron: “En Andalucía no paga ni Dios”). Eso fue, sencillamente, una mentira, un prejuicio y una catetada excluyente por parte de Puigcercós, que no ayuda al nacionalismo catalanista frente al nacionalismo españolista, aún más excluyente.
Volviendo al asunto de las lenguas, y relacionándolo con esa exclusión manifiesta del nacionalismo españolista, hay gente que se escandaliza más porque un catalán hable catalán con quien sabe entenderlo que por que el rey viva como un dios, cuando la Corona es un gasto innecesario. Como también lo es pagar a los expresidentes del Gobierno un salario vitalicio por los servicios prestados si se da el caso de que cobren de empresas privadas al mismo tiempo. Podría seguir enumerando cuestiones casi indiscutibles.
Volviendo de nuevo al asunto de las lenguas, la viuda de Camilo José Ceña Cela, Marina Castaño, ha dicho en televisión en referencia a los pinganillos del Congreso: "Me indigna que mis impuestos, parte de mis impuestos, vayan a invertirse en eso, ¡me indigna!". ¿Qué es lo que le indigna a usted? ¿Que España tenga cinco lenguas oficiales, dos dialectos históricos (procedentes del latín: el asturiano-leonés y el aragonés) y las modalidades lingüísticas del español (como el andaluz o el canario, entre otros) que la Constitución ordena proteger y respetar? Incluso algunas de estas situaciones (y no es el caso ni del euskera ni del catalán, se dan en situaciones de monolingüismo o de un castellano o español salpicado de formas ajenas (como sucede en algunas áreas de Galicia y en otros lugares, que no son precisamente ni Cataluña ni Euskadi), que, curiosamente, a nadie escandaliza, en comparación con lo que le mosquean a ciertos individuos que los vascos sean vascos y los catalanes, catalanes. A mí me indigna que la fundación que dirige Castaño esté en la bancarrota recibiendo subvenciones públicas como recibe.
Detrás de ese pensamiento (y lo de la señora Castaño es sólo un ejemplo; representativo, pues preside la fundación de un premio Nobel, que fue su difunto marido) está ese tufo rancio de centralismo y castellanismo incapaces de convivir en paz con las diferencias que presentan los demás.
Habría que advertirle a Marina Castaño que el plurilingüismo es el estado natural de la riqueza lingüística del planeta, como nos recuerda el lingüista Jesús Tusón. Otro lingüista, Juan Carlos Moreno, nos informa de la diversidad lingüística en otros países: EEUU (176 lenguas), Australia (234), Indonesia (713), China (205), Brasil (195), etcétera. El problema no es la ignorancia, sino las ideas preconcebidas, observa el profesor sueco de salud internacional Hans Rosling.
Algunos culpan al bilingüismo de que haya niños y jóvenes (y yo lo extendería a adultos) en Cataluña que escriban en español con faltas de ortografía, sin observar que esos mismos niños, jóvenes y adultos comenten igual o más faltas en catalán y que niños, jóvenes y adultos de las zonas monolingües, donde sólo se habla español o castellano, cometen (en la misma proporción) faltas de ortografías y encima en la única lengua que tienen para moverse por el mundo. El problema (y es tan obvio esto que me parece ridículo tener que escribirlo) ni es el catalán ni es el nacionalismo catalanista, etcétera. El problema es la actitud de la sociedad ante la educación y la cultura: los mismos que consagran Gran Hermano frente a CNN+, por ejemplo, son más culpables que aquellos que se expresan en la lengua que han mamado en su casa y que forma parte de su cultura. ¿Quién soy yo (y quién usted), pues, para arrebatar a un pueblo sus costumbres y su cultura, incluida su lengua o sus lenguas (recordemos que la situación de plurilingüismo es más normal que la de bilingüismo y, por tanto, que la de monolingüismo)?.
El español o castellano, objetivamente y con datos científicos en la mano (la lingüística es una ciencia y entre sus disciplinas se encuentran la política y normalización lingüísticas y el contacto de lenguas), no necesita de protección en ningún territorio de España, pues es la lengua imperante del Estado y no corre riesgo de desaparición. En la situación real de bilingüismo que se da en ciertos territorios del Estado, se ha hecho necesaria una normalización lingüística que iguale ambas lenguas, igualmente legítimas (el negarlo es pura ignorancia) e históricamente castigadas, censuradas, excluidas y relegadas a la clandestinidad. Ninguna lengua desaparece espontáneamente, sino por motivos extralingüísticos, por la imposición colonizadora de una realidad cultural que se impone sobre otra sin que dejar la puerta abierta a la convivencia (claro está que para ello la normalización lingüística es fundamental). Por cierto, el franquismo (ese régimen de fascismo nacionalcatólico españolista) castigó, censuró, excluyó y relegó a la clandestinidad cultural a la modalidad lingüística del andaluz; y eso también me indigna.
Pero no lo que sucede en el Senado con los pinganillos. Me indigna que haya rey, que los políticos cobren tanto, que la Iglesia reciba más de 6.000 millones de euros del Estado español (y poca gente se escandalice y no haya un debate social sobre ello) o que la libertad y la democracia (como está pasando) hagan de la cultura y el saber una opción. ¿Es libertad que alguien escoja ser un analfabeto funcional? Eso no es libertad; si acaso, una forma de neoesclavitud, entre otras cosas.
El debate de los pinganillos es perverso, porque se aprovecha una realidad (que fácilmente todo el mundo puede ver como prescindible, desde un punto de vista práctico, para ahorrar dinero) para seguir manteniendo el rechazo generalizado hacia lo diferente de lo españolista, con un discurso populista. Más se gasta el Estado en la iglesia y no hay debate.
Los gastos en políticas lingüísticas no son nunca prescindibles. Que las lenguas españolas estén en el Senado es un paso muy importante para que los pueblos que sólo hablamos el español o castellano veamos como un hecho normal que esas lenguas son también españolas, y por tanto no ajenas a nosotros. No se trata de que se hable euskera en Huelva o Sevilla (a ver quién es el primer tonto que interpreta mis palabras en esa línea), sino de acercamiento, de familiaridad, de conocernos los unos a los otros. Los prejuicios y la ignorancia llevan al rechazo y, por tanto, a la separación entre los pueblos. Es como el dicho popular: a las personas hay que tratarlas para conocerlas y saber cómo son.
No es un gasto innecesario, pues. Afirmar esto es conceder más autoridad a los que también ven con malos ojos otros gastos es cuestiones culturales e, incluso, sanitarias: ¿para qué investigar enfermedades que sólo tiene una persona de cada millón de habitantes? Lo práctico, según ese pensamiento es gastar el dinero de la mayoría en lo que a la mayoría le concierne (adiós, pues a la Ley de la Dependencia, por ejemplo) y el PP y Mariano Rajoy (en cuestiones lingüísticas, sanitarias y sociales) caminan por esa senda. Cuidado, pues, con los discursos que abogan por velar sólo por lo que es de la mayoría y para la mayoría. ¡Cuidado con el neofascismo!
*Igor R. Iglesias es periodista y lingüista
Me gustaría preguntar a los nacionalistas vascos, incluído el Sr. Anasagasti, si están de acuerdo con lo que afirma Igor cuando dice que el euskera y el catalán son lenguas españolas y, por lo tanto, es normal que estén presentes en el Senado.
A mi también me parece que ese reconocimiento del euskera como lengua española y su utilización en el Senado es un paso en dirección contraria a la independencia del País Vasco. A pesar de ello, los que habitualmente se desgañitan afirmando que ni son, ni se sienten, ni se sentirán nunca españoles, resulta que ahora defienden este reconocimiento de la nacionalidad española del euskera. No lo entiendo.
Vosotros, ¿qué pensáis?
Publicado por: Ramon | 01/29/2011 en 12:28 p.m.
El Euskera y el Catalan son lenguas oficiales del estado espanol. Pedir a Ramon, o a cualquier palurdo nacionalista espanol, que distinga entre nacion y estado, es como pedir tomates al roble.
Publicado por: takolo3 | 01/29/2011 en 09:48 p.m.
Igor, er hán-dalú! Qué-pá killo!!! A ver si nos enteramos, que el andalú no es una lengua. Es un dialecto del Castellano. Decir "español" es globalizar el castellano. En sudamérica, excepto Brasil, se habla el "español".
Que el euskera es una lengua española?. Jejeje. Seguro que habrás hecho a muchos felices esta noche con esa afirmación. Bueno killo que sábre uno ya pabáho, la güi y er fufú!
CJota. "andaluzeando".
Publicado por: Christian Johansen | 01/29/2011 en 11:37 p.m.
CEJOTA.
No existe el "Español" como lengua, ni legal ni científicamente hablando, solo existe para los falaces y la gente engañada con bajo nivel informativo y cultural.-
¿Cuando dices que te irás para el reino de Dinamarca, donde todo es perfecto?
Publicado por: Juan Rua | 01/30/2011 en 11:28 a.m.
Sr. Igor R. Iglesias.
Lo que dice en su escrito de:
"Español o Castellano", me extraña en un lingüista pues:
Español NO ES, SINÓNIMO de Castellano
El Castellano es una lengua española, es decir que se habla en España, aunque también en muchos otros sitios y no por eso se le llama Argentino, Colombiano, etc.
Para terminar en el Estado Español se hablan otras lenguas como: Catalán, Gallego, Vasco, Gascón, etc. Que histórica y geografica y legalmente tambien son españolas, con independencia que se hablen al mismo tiempo en otros países.
Publicado por: Juan Rua | 01/30/2011 en 11:46 a.m.
Pienso que en la columna se pierde en detalles ajenos al debate en cuestión: ¿Es necesario usar pinganillos y traductores en el Senado?.
Estamos de acuerdo en que hay que respetar y potenciar las lenguas propias de cada región. También podríamos debatir sobre los expolios económicos públicos que se hacen en otros ámbitos. Compartiríamos la opinión de que estos traductores son un pequeñísimo gasto en comparación con otros gastos también innecesarios... pero... después de todo ello, ¿Realmente es necesario traductores?.
Se supone (o quizá esté confundido yo) que el Senado es un lugar para ponernos de acuerdo no para potenciar las políticas lingüisticas. Soy euskaldun y con mis amigos y clientes catalanes hablo en castellano, no necesitamos un traductor de euskera-catalán para entendernos puesto que el fin es ponernos de acuerdo y con ello, facilitar la comunicación es básico.
Publicado por: Aritz | 01/30/2011 en 02:04 p.m.
Euskadi no es una region. Euskadi es una NACION.
Y el actual estado espanol NO es una nacion. Es un proyecto nacional fracasado. A todo PIG le llega su san martin.
Publicado por: takolo3 | 01/30/2011 en 04:18 p.m.
Soy Haritz CON H, digo esto para diferenciarme de aritz sin H. Como dije el otro día considero importante el uso de euskera, catalán y gallego en el Senado si al menos se quiere que éste sea una Camara con vocación territorial. Como expuse el otro día el prespuesto del Senado HA DISMINUIDO en términos globales y todos sus capítulos de gasto. Desgraciadamente no se usará en sesiones de control.
El uso de las lenguas citadas debiera ser obligtorio para la monarquía mientras ésta dure en el Estado, que por cierto ya está durando bastante... y a ésta si que no le veo ni sentido ni fundamento y representa un montón de gasto
HARITZ
Publicado por: haritz | 01/30/2011 en 08:19 p.m.
Ramón, voy a pasar por alto tu sospecho aislamiento y énfasis de esa particular frase del artículo en la que efectivamente el autor, a mi modo de ver, absolutamente accidental se refiere al euskera y catalán como legunas españolas. Y digo sospechoso porque no deja de llamar la atención que sea este hecho accidental y seguramente involuntario del autor y ninguno otro de los argumentos que se esgrimen lo que planteas para la reflexión en este foro.
En todo caso, no puedo pasar por alto que afirmes que existe una supuesta relación inversa entre que apoyemos el uso del euskera en el Senado y al mismo tiempo aspiremos a la independencia. El propio planteamiento en si de esta cuestión y en estos términos pone en evidencia tu falta de formación o, cuanto menos, conocimiento de lo que escribes. Verás, no hay nada de antagónico en la reclamación y puesta en práctica de un derecho constitucional, como la protección y defensa de las lenguas cooficiales en el Senado con la aspiración a un nuevo marco jurídico-político que supera la propia Constitución, como la independencia. ¿Sabes por qué? Se llama DEMOCRACIA. También la independencia es un derecho legítimo, si es defendido democráticamente y dentro de los mecanismos que previstos en el texto constitucional, ciertamente complejos pero técnicamente factibles. En resumen : defendemos cosas legítimas y de forma legítima, aunque algunas de ellas impliquen la propia destrucción de la Constitución.
Publicado por: Enrique López | 01/31/2011 en 02:50 p.m.
Querido Enrique López,
Yo he señalado el hecho de que la defensa del uso de las lenguas cooficiales en el Senado, por una parte, y la aspiración a la independencia del País Vasco, por otra, son movimientos que van en dirección contraria el uno del otro. Antagónicos, por utilizar tu expresión. Lo de menos es que el autor del artículo haya escrito una determinada frase a conciencia o se le haya escapado. Cuando termines de mirar el dedo, busca la luna, que está ahí. Tampoco es relevante aquí la erudita distinción entre nación y estado que nos explica el entrañable y siempre atento takolo3.
La cuestión es que el uso del euskera en el Senado es un paso hacia una mayor integración del País Vasco en España (como nación, como estado o como lo que quieras) mientras que la independencia es, evidentemente, lo contrario.
Permíteme que te comente también, con todo respeto -más respeto del que tu me muestras a mi cuando me llamas inculto o, cuanto menos, ignorante- que el argumento con el que pretendes demostrar que esas dos aspiraciones no son antagónicas, mezcla churras con merinas y, en consecuencia, no demuestra nada. Efectivamente, arguyes que tanto el uso del euskera en el Senado como la aspiración a la independencia son legítimos en democracia. Estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación, pero eso no viene a demostrar, ni tiene nada que ver con el hecho de que ambas aspiraciones sean antagónicas. Dos aspiraciones pueden ser legítimas y antagónicas al mismo tiempo.
Saludos
Publicado por: Ramon | 01/31/2011 en 05:59 p.m.
Ok, Ramón, reconozco que mi tono al dirigirme a tí fue mejorable y ruego por ello que me disculpes. Esto del blog a veces te enseña cosas : no siempre atinas en las intenciones de quien escribe y por otro lado te envalentona el anonimato del medio en sí. Espero merezca en adelante tu disculpa y respeto. Bueno, leídos tus argumentos sigo sin percibir antagonismo en esa relación. De verdad: no somos ni queremos ser ANTI nada (ojo, habrá quien lo quiera... Allá él !), e invertimos demasiado tiempo en justrificar que en realidad somo PRO aquello que nos respete y reconozca. Aunque es largo de explicar, la misma Constitución que recogió a calzador el respeto a la plralidad lingüistica nos impuso unas reglas de juego que para nosotros fueron pasos atrás y luego se nos dio a "elegir" en referendum entre todo o nada.
Publicado por: Enrique López | 02/01/2011 en 08:48 a.m.
Disculpas aceptadas, Enrique López. Yo también me paso a veces.
Aprovecho para comentar que creo que los nacionalistas vascos cometéis un error estratégico cuando parecéis olvidar que también hay una España no nacionalista, democrática, que cree en los derechos humanos, que piensa que España no es un ente superior al que debemos adaptarnos, sino la suma de los españoles y la suma de sus voluntades. Iría más en pro de los intereses nacionalistas vascos (intereses que no comparto, no te equivoques) tratar de crear lazos con esa España que utilizar todas vuestras energías criticando a ejjjpania. Ya digo: por pura estrategia.
He leído en más de una ocasión que, en realidad, no odiáis a España, que nos sois anti- nada, que son los medios de comunicación españoles o españolistas los que crean tal imagen... Pero eso no es toda la verdad. Llevo un par de años leyendo el blog del Sr. Anasagasti y otros blogs de nacionalistas vascos y admito que no todos los artículos critican lo español: algunos se limitan a exaltar las virtudes y las azañas de los vascos. Pero todavía no me he encontrado con ninguno (menos aun un comentario de un contertulio) que trate de tender un puente.
Publicado por: Ramon | 02/01/2011 en 10:20 a.m.
Bueno, Ramón, con lo del puente entras en un debate muy hondo. Probablemente unos y otros hemos malgastado demasiados años de sacar el carácter para que el otro no nos pisotee. Aún así, ser nacionalista no es ser violento; la autodeterminación es un derecho, defendible dentro de un Estado de derecho, con mecanismo recogidos en su texto constitucional. La pluralidad en convivencia es signo claro e inequívoco de democracia, de aceptación de reglas de juego : aceptemos con respeto la cooficialidad de las lenguas y prestémonos a instalarlas en el Senado como gesto en reconocimiento y defensa de esta pluralidad.
Publicado por: Enrique López | 02/01/2011 en 11:14 p.m.
Muy bueno el artículo. La verdad es que me resulta sorprendente que se gaste el dinero público en esta tecnología, y más con la que está cayendo...
Publicado por: Pinganillo | 07/17/2012 en 06:41 p.m.