POR: Xabier Barrena
La principal diferencia entre Euskadi y Catalunya es musical. Los vascos (y también los navarros) tienen una relación fiscal con el Estado, el concierto económico, que suena a música celestial a los oídos de los partidos catalanistas que en privado, y a veces en público, se preguntan: “¿Y nosotros, por qué no lo tenemos?”.
La razón esencial la fija la Constitución, que “ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales”. Y como recuerda el dictamen sobre la propuesta de Estatut del Consell Consultiu, en base a sentencias del Tribunal Constitucional (TC), por territorio foral la Carta Magna entiende a los “territorios (...) que pese a los decretos de Nueva Planta de 1707, 1711, 1715 y 1716 mantuvieron sus fueros durante el siglo XVIII, XIX, llegando incluso hasta nuestros días manifestaciones de esa peculiaridad foral”. Y por si hubiera dudas, el TC sentencia: “Tal fue el caso de las provincias vascongadas y Navarra”. Catalunya se quedó en el camino, en 1716, concretamente.
Por todo esto, el Consultiu calificó de inconstitucional la propuesta de ERC y CiU de blindar el sistema de financiación con los derechos históricos. Así las cosas, Catalunya, sin fueros donde agarrarse, tuvo que acogerse al régimen general, es decir, al modelo de financiación de todas las autonomías excepto Euzkadi y Navarra, y, según el artículo 157 de la Constitución, “participar de los ingresos del Estado”.
Soberanía fiscal
Y ahí radica la diferencia. Las comunidades forales recaudan los impuestos y del montante total entregan al Estado una parte, el cupo, en concepto de pago por los servicios prestados. Las demás autonomías participan porcentualmente en cada uno de los impuestos. Pueden recaudarlos pero siempre, según la Constitución, “en coordinación o colaboración con el Estado”. El primer modelo, que supone la soberanía fiscal, sería propio de estados confederales. El segundo, de federales.
Y por si fuera poco, el Consultiu recuerda que en los estatutos vasco y navarro, realizados uno y tres años después que la Constitución, ya se detalla “de manera específica y detallada” qué derechos históricos tiene cada territorio. El Estatut vigente, no. Como tampoco incluyó la demanda de un concierto económico para Catalunya.
Y no porque nadie reparase en ello. Según consta en el libro L'Estatut d'autonomia de Catalunya 1979 de Jaume Sobrequés y Sebastia Riera, dos partidos hicieron una propuesta de Carta autonómica en la que se reclamaba el concierto: Convergencia Democrática (CDC) y Unió Demócratica (UDC), cada uno por su lado y apenas unos meses antes de coaligarse electoralmente.
En su propuesta, el partido de Jordi Pujol reclamaba que los impuestos recaudados en Catalunya se distribuyeran de manera que “una parte sea destinada a atender los servicios públicos del Estado”, otra para el fondo de compensación territorial y “el resto” quedaría para la Generalitat. Unió defendía que no hubiera cuota de retorno aparte en concepto de solidaridad, sino que estuviera incluida en el cupo principal. Es decir, la propuesta de Unió en 1979 es exactamente la que ahora defiende CiU.
Moderación de ERC
ERC, por su parte, defendía posiciones alejadas del concierto y más en la línea de la propuesta del Govern tripartito, ya que reclamaba que “la participación (de la Generalitat) en los impuestos” se fijara “en un tanto por ciento”. ERC se decantaba por el federalismo. CDC y UDC, por la soberanía fiscal.
Con estas propuestas, y la de los otros partidos catalanes, la Comissió dels 20 (nombre que recibieron los 20 miembros de la ponencia redactora) realizó una primera redacción del Estatut en Barcelona y en el parador de Masies de Roda, cerca del embalse de Sau, que finalmente dio nombre al Estatut. La financiación no se abordó, no obstante, hasta en una segunda fase.
El que después sería conseller de Economía Maciá Alavedra defendió la propuesta de CDC, que calificó de “concierto económico moderno y encubierto”. Por el PSC, Eduardo Martín Toval, futuro presidente del grupo socialista en el Congreso, abogó por la participación en los impuestos estatales más la cesión a la Generalitat de otros. Jordi Solé Tura, del PSUC, dijo “no desagradarle” el concierto, aunque opinó que sería más adecuado aplicarlo en años venideros. En el redactado del anteproyecto, finalmente, no se incluyó.
Franquistas y pacifistas
CDC lo intentó de nuevo en el pleno de parlamentarios que tenía que aprobar el texto definitivo antes de enviarlo a Madrid. El pleno de parlamentarios estaba formado por los diputados y senadores electos en las primeras elecciones democráticas, el 15 de junio de 1977. Entre ellos, había figuras tan opuestas como el independentista Lluís María Xirinacs y el exministro franquista Laureano López-Rodó (AP).
Para este pleno, CDC había emitido un voto particular para modificar varios artículos del texto estatutario. Ramón Trias Fargas, economista de prestigio y conseller de Economía entre 1980 y 1982, defendió las posiciones nacionalistas. Expuso que CDC se rendía ante la imposibilidad de seguir con su proyecto inicial, el del concierto, aunque alentó, en una sui generis interpretación de una frase de John F. Kennedy, a “no pensar en cuánto nos tiene que dar Madrid, sino en cuánto le damos nosotros a Madrid”.
Y en Madrid, la comisión mixta de parlamentarios catalanes y del resto de España no salvó ni un sólo artículo del capítulo de financiación aprobado en Barcelona y se reescribió de nuevo. O sea, se recortaron competencias.
El Estatut se debatió en la capital después del vasco. El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, había declarado que el Estatuto vasco era el “nivel máximo tolerable” de autonomía y que en ningún aspecto la Carta catalana debía superarlo. El secretario general del PSC, Joan Raventós, le convenció de que ambos estatutos eran diferentes, entre otras cosas, porque “los vascos habían pedido un concierto económico y los catalanes, no”.
Los catalanes aprobaron en referendo un Estatut sin concierto. Pero no sería la última vez que oirían hablar de él. Desde 1980, ERC lo ha incluido en todos sus programas. También Iniciativa, heredera del PSUC, ha reclamado siempre, también en 2003, un concierto solidario. Es decir, un concierto económico pero que tenga en cuenta una cuota de solidaridad. Curiosamente, el modelo que defendió Trias Fargas y CDC.
Rentabilidad electoral
Los nacionalistas, por su parte, rentabilizaron su propuesta de concierto para el Estatut. En las primeras elecciones, las de 1980, los convergentes se lamentaron, en su programa electoral, de que “los partidos de ámbito u obediencia estatal” impidieran que la propuesta siguiera adelante. Prometieron abordar, al final del periodo transitorio de seis años, una nueva negociación que configuraría “definitivamente la Hacienda de la Catalunya autónoma”.
En 1984, CiU prometió que, en la revisión de las cláusulas financieras, al acabar esos seis años, se conseguiría “una auténtica autonomía fiscal para Catalunya”. La música del concierto se había silenciado.
La segunda mayoría absoluta la conseguiría CiU en 1988. La ambición de un modelo de financiación había decaído en beneficio del realismo de quien gobierna. La cesión del IVA o la recaudación del IRPF, junto con una mayor participación de la Generalitat en el reparto, fueron todas sus propuestas.
Pujol consiguió su última mayoría absoluta en 1992. El programa de CiU se conformaba en el año olímpico con pedir, sólo, los mismos recursos por habitante para todas las autonomías.
Pero CiU era clave en Madrid
En 1993, el PSOE ganó sus últimas elecciones pero, a diferencia de las anteriores, desde 1982, sólo con mayoría simple. A cambio del apoyo de CiU, los socialistas cedieron el 15% del IRPF a las autonomías. En 1995, en el programa de CiU figuró el aumento del porcentaje del IRPF y participar en el IVA e impuestos especiales. Perdió, como el PSOE, la mayoría absoluta.
En 1996, el PP de José María Aznar ganó las elecciones pero, de nuevo, CiU fue la clave de la gobernabilidad. El pacto del Majestic entre populares y nacionalistas catalanes trajo bajo el brazo la cesión del 30% del IRPF.
En 1999, CiU reclamó un pacto fiscal basado en la participación en una cesta de impuestos: 60% del IRPF, 50% del impuesto de sociedades, 50% del IVA, 100% de los impuestos especiales. Algo que ya hubiera firmado el tripartito en julio. A pesar de que se sabía clave en Madrid, nadie en la coalición se acordó de pedir el concierto.
La mayoría absoluta del PP en el 2000 desbarató los planes de CiU. En 2002, sin fuerza negociadora, los nacionalistas aceptaron una financiación, aún vigente, que poco aportó a la que ya tenía Catalunya.
En el 2003, la presentación de un nuevo candidato a la presidencia, Artur Mas, y el llevar a cuestas la cruz de haber ayudado al PP durante ocho años, obligaron a CiU a volver a los orígenes, a Trias Fargas, tras 23 años de olvido. Y reclamó el concierto.
Estos catalanes jeje. Los que más y mejores condiciones tienen en todo el territorio español y salen quejicas los muy ratillas jeje :) Y habla de pacifistas, se refiere a esos melenudos ewigestudenten que se dedican a romper, quemar y robar los bienes muebles e inmuebles de los pobres trabajadores?. Bah, esos ni merecen la cárcel ni sanciones (pobres padres), merecen trabajos forzosos para pagar sus canalladas, aunque fueren años bajo el sol, pico y pala. Pacifistas a mí.
NB: felicidades a la GC y a Francia por las nuevas detenciones de hoy. jeje mientras ETA pide paz de rodillas les cazan. Qué ironía.
CJota.
Publicado por: Christian Johansen | 01/11/2011 en 08:05 p.m.
La expereciencia que he tenido con los catalanes es HORRIBLE, mal educados, tacaños y ridiculos son una PLASTA DE ELEFANTES
Publicado por: YARA | 01/11/2011 en 09:23 p.m.
Hay una leyenda urbana que dice que los catalanes no tienen concierto porque Tarradellas no quería vincular a la Generalitat con la impopularidad de actuar como recaudador de impuestos. Realmente a la altura de 1978-79 los únicos que sabían cómo funcionaba el Concierto eran los alaveses y navarros, pero los cambios introducidos en el Estatuto del Pais Vasco de 1979 en el concepto de cupo también provocó tensiones en el Pais Vasco.
Publicado por: glicerio | 01/12/2011 en 09:16 a.m.
Buen artículo. Pero los dos primeros comentarios... que un CJota diga la memez que suelta: "Estos catalanes jeje. Los que más y mejores condiciones tienen en todo el territorio español y salen quejicas los muy ratillas jeje".A este energúmeno ya le he leido estupideces de tamaño catedralicio. Y el figura del Yara, que ha tenido experiencia ("LA") con los catalanes. ¿Cuántos, ricura? A ver si resulta que lo más cerca que ha estado de un catalán le venía por el cuñado de un amigo que un día pernoctó en l'Hospitalet del Llobregat (barrio de la Torrassa). Vaya par de catavinos.
Publicado por: Tablatxo | 01/12/2011 en 06:02 p.m.
Tablatxo supongo que eres catalán. A pesar de eso sigo pensand lu mesm de vusutrss catalunss de lus cuyuns :) Os coméis el final de las palabras los catalanes, quizás por ello de "agarraos y tacaños" ahorráis en teclado jeje.
CJota.
Publicado por: Christian Johansen | 01/13/2011 en 12:44 p.m.
Yo creo que los catalones solo son mas "ahorradores"
Publicado por: informatica online | 01/15/2011 en 02:43 a.m.