Cánovas del Castillo hizo increíbles elogios de los Fueros Vascos: llegó a asegurar “querríalos yo comunicar, si posible fuera, al resto de España”. Pero fue él, precisamente él, quien impulsó su desaparición.
Buscando esas contradicciones, no me ha sido fácil encontrar los hilos que permitan encontrar los porqués de algunos comportamientos en los senadores, en los partidos políticos y en el Gobierno. Pero lo cierto es que esa contradicción existió entonces, como ya había existido en 1839 y como hoy mismo estamos viendo que existe.
Curiosamente, entonces como hoy, los argumentos y justificaciones tienen análogo contenido; sorprende la poca imaginación que ahora demuestran quienes se oponen a toda autonomía vasca. Me atrevería a decir que más que argumentos, lo que hay, ayer como hoy, es una pasión que tiene algo más de tribal, que de otra cosa.
En aquel entonces, buena parte de las iras iban hacia el carlismo vasco, como hoy van hacia el abertzalismo. Entonces, como hoy, se enjuició el asunto sobre una parte de los datos del problema, ignorando o soslayando otros, con lo cual, de una visión parcial, nada bueno era de esperar.
¿Por qué esto? ¿Por qué fatalmente se tiene que repetir la historia? ¿Qué da origen al drama?
Hoy más que nunca, voy llegando a la firme convicción de que, además de las historias no escritas de pasillos, hay algo más.
Cuando escuché en 1978 lo que tuve que oír a cuenta de nuestra visión de lo que debe ser aquí una Constitución, cuya necesidad nunca he negado; cuando he oído (no citaré nombres para no entrar en polémicas, pero ahí están los diarios de sesiones) Dios sabe qué cosas acerca de los vascos, del hecho vasco o del Estatuto de Autonomía, he pensado muchas veces si las gentes del PNV no estaremos equivocados, como tantos se encargan de asegurarlo.
Pero .los Sagarmínaga, los Moraza, los Barroeta Aldamar, los Egaña y tantos otros, que no llegaron a conocer lo que iba a ser el Partido Nacionalista Vasco, dijeron lo mismo que nosotros; hablaron de este pueblo .y de esta nación de forma que yo, por prudencia, no me he atrevido a hacerlo. ¿También estuvieron equivocados?
Creo que no y buena prueba de ello es que en todas nuestras Diputaciones Forales están sus retratos y efigies, dentro del respeto y veneración de todos. Nadie, ni la Dictadura, se ha atrevido a cuestionar su honestidad política y, por lo tanto, de la causa que defendieron.
¿Qué es lo que pasa?
Como he apuntado, algo mucho más profundo y complejo que lo que pueda resultar del análisis de la simple coyuntura histórico-política.
Sospecho que detrás del tema vasco, como del catalán, late, desde siglos atrás, un problema de concepción política y social, modos de ver y sentir diferentes a los que Castilla ha patrocinado. Los conceptos de la unidad política, de patria y del propio poder político no son coincidentes. No entraré en la polémica de cuál es mejor, aunque tengo las ideas claras al respecto; lo cierto es que así y que esto viene de antaño, Franco no se comportó en función de ideas distintas a las de Cánovas del Castillo o el Conde de Olivares, por poner unos ejemplos.
En la tierra vasca, como en alguna otra, entre el ciudadano y el poder hay un pacto; el poder político tiene un origen paccionado. El navarro Olave recordó hace bien de años que el pacto constituye el elemento permanente de la historia política vasca. Para dictar cualquier norma, el Rey debería legislar con el Parlamento, las Juntas Generales.
En este sentido, Juan Beneyto hizo una afirmación enormemente significativa. No cabe, dice, “la parificación entre las políticas de los países de la meseta y los del litoral, en el orden del pensamiento”.
Sorprendentemente, se ha olvidado, por interés, una doctrina tan significativamente autóctona y autonomista como la de Vitoria, Suárez y otros.
El consejo, mal consejo, del Conde Duque de Olivares al Rey, sugiriéndole reducir todos los reinos a las leyes de Castilla, ha hecho mella; no ha sido olvidado. Ahí está la clave esencial del problema.
Han pasado cerca de cuatrocientos años desde que el obispo Fray Juan de Palafox escribiera “Y es que Dios, que pudo criar las tierras de una misma manera, las crió diferentes... así, en toda Vizcaya no se hallará una naranja, ni en toda Valencia una castaña, no habiendo otra cosa en Valencia que naranjas, ni en Vizcaya que castañas... En consecuencia, para que la Monarquía hispana se mantenga importa que se gobierne a los castellanos en castellano, en aragonés a los aragoneses, en catalán a los catalanes”.
Un absorbente sentido del poder, revestido del misticismo, prefirió seguir los caminos del Conde Duque, así se separaron Portugal, Flandes y luego América.
Dicen que Isabel la Católica cambiaba de vestido cada vez que iba de uno a otro Estado de su Corona. Sus sucesores olvidaron este prudente modo de proceder.
Cuando una determinada teoría política, sólo y nada más que teoría, eleva a los altares del patriotismo una específica manera de ver y entender las cosas, las tensiones se convierten en desatinos del poder. Napoleón manipuló el concepto de patria, para servirse de él y aquí se le copió de una forma necia. No contentos con ello, se le echó leña al fuego fustigando y mandando a la hoguera, con el sambenito de antipatriota, a quien tuviese un mínimo de sentido crítico. Determinados capítulos de la historia se escribieron contando las cosas a medias, creando imágenes míticas y heroicas a diestro y siniestro: las escuelas y los intereses de los funcionarios se encargaron del resto, que ya lo sabe el lector.
Los Fueros Vascos no murieron porque los carlistas los habían defendido, porque también los defendieron otros que no fueron carlistas y además apoyaron la Restauración. No murieron por obra y gracia de ser privilegios de burguesía y otras insensateces, ahora de moda. Se les mató porque, dentro de una determinada concepción del poder sobraban, sin comprender que la Historia de España proclama en cada página el descalabro de esta forma de obrar.
No es fácil reducir a simples líneas todo este proceso ideológico y social. Sé que muchos discreparán de mis opiniones, pero bueno será hacer examen de conciencia, porque mientras quienes detentan el poder no se aperciban de las funestas consecuencias que entrañan conocidas formas de obrar, la cuestión seguirá igual. La memoria histórica de los vascos es increíble y su conciencia colectiva tiene un vigor que no deja de causarme asombro. Si Cánovas del Castillo pudo deshacer los Fueros, sin abolirlos formalmente, tengo la íntima convicción de que hoy no se podrá repetir la hazaña, creando un instrumento de potenciación para un arreglo, como es el Estatuto, si al mismo tiempo se piensa burlarlo o paralizarlo. De hace cien años tengo una cita increíble, pronosticando la violencia, que no la transcribo porque deseo la paz. Aprendamos todos la lección y muy particularmente quienes más medios de pacificación tienen en sus manos.
Los fueros vascos fueron por vez primera del todo abolidos UNI-lateralmente en 1791, y ahí vemos los resultados más de dos siglos después: un policier o un gendarme que por poco no lo cuenta, tras la intervención en defensa propia de una activista defensora de los fueros vascos, de una activista de ETA, ayer.
ETA declaró solemnemente e inequívocamente el 10 de Enero de 2011 un alto el fuego a verificar. Cuál ha sido la respuesta del gobierno francés? Cuál la del hispano? No saben, no contestan. Muy bien, ellos mismos. ETA desde luego tiene el derecho a defenderse como organización, como todo el mundo.
Publicado por: Donatien Martinez-Labegerie | 04/10/2011 en 11:53 a.m.
Los Fueros Vascos, son los últimos fueros que fueron abolidos en un proceso de centralización progresivo.
Como dice el autor del artículo "De reducir el monarca, todo, a las leyes de Castilla".
Pero eso no quiere decir que los culpables
sean los castellanos, pues después de la 1ª separación de Portugal, se empieza por parte de los partidarios de la Hispania Única a
eliminar los distintos fueros y comienzan:
1.Reyes Católicos:Doma del reino de Galicia.
2.Carlos I. Guerra de los Comuneros y la ´perdida de los fueros en Castilla y León.
3.Felipe V. Pérdida de los fueros en la corona Catalano-Aragón
4.Guerras carlistas, del 36, etc., sucesivas pérdidas y recuperaciones de los fueros
Vasco-Navarros.
Hay que notar que no importa que algunas particularidades del derecho civil, sea Gallego, Catalán, enviar representantes a Cortes,etc. se mantengan.
Se pierde lo esencial que es la capacidad de elegir como, quién o de que forma va a ser uno gobernado y por último el punto clave: Poder decidir ser independiente.-
Publicado por: Juan Rua | 04/10/2011 en 05:04 p.m.
Así que una activista defensora de los Fueros ¿Sabes qué harían tus amigos persas, con una soga, a la activista que dispara a un policía para defenderse? ¿Sabes que harían doscientas vírgenes karatecas, con un libro verde, a tu activista? Tranquilo marques, será juzgada. Y de defender los Fueros nada, tú no entiendes lo que son los Fueros. Más bien ensuciar el nombre de Euskadi es lo que hace. Si de verdad parasen, otro gallo nos cantaría, pero no lo van a hacer porque no quieren desaparecer de nuestras vidas.
Publicado por: Bakea eta egia | 04/11/2011 en 06:37 p.m.
Muy buen artículo. Somos el resto de lo que queda del viejo imperio español que cuanto más avanza hacia la modernidad más se nota que hace aguas, con el velamen roto y las cuadernas al aire y entrando agua. El instinto me dice que nos vamos a independizar vascos, catalanes gracias a Europa. Eso si, antes el viejo Imperio Español nos va zurrar de lo lindo, como es habitual en ellos antes de perder otro territorio por su mala gestión. La 4 generación de naciones que vienen en Europa.
Publicado por: Enrique III de Nabarra | 04/17/2011 en 09:38 p.m.