Junio 21.- Salimos de Francasal a las 20 y minutos; todo marcha bien, lo mismo el avión que el tiempo; entramos sobre el mar a unos 800 ó 1000 metros de altura, cuando volábamos por un cálculo de tiempo aproximadamente a la altura de Lekeitio, el motor izquierdo se paró no rápidamente, sino con algunos rates, hasta que por fin se paró definitivamente; todo esto en el transcurso de un momento. Como volábamos con viento de cara, aunque no muy fuerte, decidí inmediatamente virar en redondo y poner rumbo aproximadamente a Hendaya, por creer más fácil llegar a este punto que a terreno nuestro.
Estábamos a unos diez o quince kilómetros de la costa aproximadamente en el momento de la avería; al pararse un motor tuve que darle más gas al otro y hubo un momento que yo creí que podríamos volar sin perder altura y como no teníamos que remontar nada creí poder llegar a Francia, pero enseguida el motor, bien por el auto-encendido de las bujías o por exceso de temperatura en los cilindros, tuve que reducir gas y poner paso más pequeño, pues no era posible sostenerme en el aire por más tiempo y puse rumbo completo a la costa, y cuando lo divisamos, creí ser la playa de Lekeitio, por tener al Oeste un peñón que yo conocía, pues estuve volando sobre dicha playa una vez que iba a aterrizar allí cuando estaban construyendo una embarcación para mi padre.
Continuamos rumbo Este y en este momento teníamos más que cien metros de altura y en el anemómetro no marcaba más que 120-130 y cada vez perdíamos más altura; nada más perder de vista la que yo creía playa de Lekeitio, el motor cada vez peor, decidí antes de caer al mar, tirarnos a esa playa, aunque rompiéramos el avión; llegamos a la playa por los pelos, y una vez que el avión paró, todos nos quedamos dentro del avión, excepto el mecánico que fue el primero en descender y habló con una chica, que fue la primera persona que se acercó, y entonces se acercó el mecánico a la puerta y dijo: “Estamos en Zarauz”. El Sr. Espinosa dijo: “Diremos que nos hemos pasado, quedándonos de acuerdo. Enseguida se llenó de gente y luego algunos guardias y militares nos ordenaron “manos arriba”, y andando por la playa nos llevaron a la última casa del Oeste de la playa, que es la Comandancia, y cuando íbamos andando hacia allí preguntó uno de los militares por el piloto, para que parase el motor, que seguía en marcha, a lo cual le contesté que estaban cortados todos los contactos y ya pararía. Después de andar bastante rato, llegamos a la casa y nos metieron a todos juntos en un despacho. (Uno de los militares conocía a Aguirre y le dijo que cómo era posible que él estuviera con nosotros, a lo cual contestó que le había cogido la revolución en terreno nuestro y no podía hacer otra cosa). (Eso antes de llegar a la casa, o sea andando por la playa).
En la casa nos cachearon bien e incluso nos descalzaron, y todo lo que nos cogían iban poniéndolo aparte, con nuestro nombre. Aquí no nos preguntaron más que nuestros nombres y el cargo que teníamos cada uno. Solamente al francés le dijeron el por qué iba con nosotros, a lo cual contestó se dirigía a Santander en un viaje sin ninguna importancia, le dijeron que cómo era posible que estando en guerra fuera a un viaje de paseo a España, a lo cual ya no supo contestar.
Después de todo esto nos sacaron uno por uno y nos condujeron a una habitación, solos, o sea, cada uno en una; en ellas había (al menos en la mía) una cama sin preparar, y enseguida la acondicionaron; esto lo pude comprobar porque todas las puertas estaban abiertas; después ordenaron nos trajeran la cena, y al mismo tiempo entró en mi habitación un Capitán de Aviación (extranjero), quien me dijo que ya era hora para que me echaran mano, pues sabían que hacía muchos viajes y querían cogerme; se marchó y volvieron tres (españoles oficiales) y me preguntaron por qué habíamos aterrizado allí, a lo cual contesté haber aterrizado voluntariamente, pues todos veníamos a pasearnos, menos el francés quien no sabía nada (todo esto duró no más que un cuarto de hora). También me preguntaron si no llevábamos nada de correspondencia oficial, y yo dije que no; me preguntaron si no la habíamos tirado al mar; contesté que no (antes había sucedido que Ubierna había tirado su carnet y lo encontramos en la playa y dijo que se le había caído).
Volvieron de nuevo y me dijeron: “Usted tiene en su poder unas cajas que a Vd. le dieron en Bilbao, para que las guardara allí, y es necesario que esas cajas las tengamos nosotros, pues de lo contrario les mataremos a todos. Yo dije: No las tengo; me dijeron: “Sabemos cierto que sí, así es que no niegue Vd. pues será peor; las tiene en el Banco Courtois y si quiere le decimos en qué día las depositó Vd. Y entonces dije: “No tengo las llaves, pues por miedo a perderlas nunca las traía conmigo. ¿Quién las tiene?. - ¿Dónde están? – Están en Toulouse y las tiene mi mecánico. Me dijeron: “pues es necesario que nos las entregues, pues de lo contrario ya le he dicho, sus compañeros y Vd., lo mismo que su familia de Bilbao, que sabemos que son muchos y se han quedado allí porque no han podido evacuar, también correrán la misma suerte que Vds. Se marcharon y yo me tumbé en la cama y a las dos y media de la mañana me llamaron y me dijeron: “Vístase Vd., me sacaron a la calle, me metieron en un coche y cuando íbamos a arrancar llegó Goyoaga y me dijo: ¿Dónde te llevan?. – “No sé, pero por la forma de hacer creo que me van a dar el paseo”. El Sr. Goyoaga dijo: “Que no salga el coche hasta que yo salga; esperar un momento”, enseguida salió y dijo: “Yo también voy con vosotros para que vea yo si te dan el paseo. Salimos en el coche y no paró hasta el Hotel Continental y Hotel Biarritz, en una plazuela que hay enfrente; enseguida seguimos la marcha hasta Irún, cambiamos de coche y seguimos hasta el puente internacional; pasamos la primera barrera y en la otra paró el coche y no se apearon más que dos personas, pues yo y otro de los acompañantes nos quedamos en el coche y no nos molestó nadie ni nos pidieron ninguna documentación y seguimos el viaje. Cuando eran aproximadamente las siete, paramos en un pueblo a desayunar y luego seguimos a Toulouse, donde llegamos aproximadamente a las diez, parándonos en una calle próxima al Grand Hotel y desde el coche nos fuimos a pie y subimos a una habitación donde me metieron en el cuarto de baño, donde me afeité y me puse una corbata que ellos me trajeron, pues yo no tenía mas que lo puesto; allí estuve un gran rato y nos trajeron de comer unos bocadillos para mí y mi acompañante, y los otros no sé que comieron, pero sí sé que comieron en la habitación y no hablaron apenas nada, pues quise escuchar y solamente oí que les había costado mucho conseguir las llaves. Aproximadamente a las dos y media salimos del hotel y me volvieron a advertir que si me notaban algo anormal que me matarían, lo mismo que a los otros y que a mi familia de Bilbao le sucedería lo mismo. Llegamos al Banco, bajamos tres, pues el otro se quedó en el coche, y en cuanto salimos, el coche ya estaba en marcha y salimos sin parar hasta ya fuera de la población, que paramos para echar gasolina y nos marchamos para allí parando otras dos veces para cargar gasolina. Una vez que estábamos cerca de Hendaya nos encontramos con otro coche, y al mismo tiempo que me cambiaban de coche, sacaban las cosas del otro y pasé la frontera. En ese coche me llevaron a la Comandancia de Irún y cuando me sacaron de allí era ya bastante tarde, y me llevaron a Vitoria donde me encerraron en una habitación que había 18 personas más; aquí les pregunté a los centinelas que había de guardia si sabían algo de los otros, y no me decían nada, pues me decían que no lo sabían. Allí quedé hasta que el día 23 por la tarde me sacaron y me interrogaron otra vez. ¿Por qué decía que habíamos aterrizado voluntariamente si el motor izquierdo no marchaba, y el derecho, después de poner en marcha le habían tenido que poner bujías, pues las tenía casi todas deshechas?. Yo le dije que el avión en el momento de aterrizar, no le había notado nada. Luego me hicieron una fotografía y me llenaron una hoja y me marcaron las huellas del dedo pulgar de la mano derecha; me volvieron a encerrar. Así estuve hasta el día 27 que me llevaron a Salamanca para preguntarme durante 3 ½ horas muchos datos sobre aviones, o sea cantidad, características y situación de los campos, cosa que no les dije sino como yo estaba completamente dejado de las cosas militares las ignoraba.
El día 2 me trasladaron a Burgos, donde me preguntaron noticias de tres oficiales que son Romero Girón, Escribano (del otro no me acuerdo) que en el momento del levantamiento estaban en Bilbao, y les dije que no sabía, pues yo no intervenía para nada en cosas de detenciones, ni sabía dónde podían estar presos. El día 10 me trajeron a Irún, donde estuvieron durante mucho rato preguntándome sobre cosas de Toulouse y de Blanc. Yo no les informé de nada; les dije que me limitaba a conducir el avión (todas las cosas que me preguntaron no fueron informados ni yo las podría explicar ahora porque eran muchas y no me podía acordad).
Me llevaron a Vitoria otra vez, y al día siguiente, o sea el 11, me dieron un mono, y en una camioneta, junto con muchos más, nos condujeron a una carretera en construcción, donde estuvimos durante todo el día trabajando y lo mismo al día siguiente.
El día 13 me volvieron a llevar a Irún y después de estar durante mucho tiempo preguntándome sobre el mismo tema de Toulouse y qué era lo que hacía Blanc, ofreciéndome dejarme completamente en libertad; pero yo ya no creía nada de lo que me decían, y sin conseguir nada me volvieron a encerrar. Aquí estuve hasta que un día por la mañana se presentó junto con el oficial de la cárcel, un señor con un brazalete de la Cruz Roja y otro que también era extranjero, y me presentaron a ellos, y enseguida, en la misma hoja donde me habían tomado mis señas, me marcaron otra vez las huellas dactilares del pulgar de la mano derecha y me llevaron a la Cárcel de Ondarreta, donde volvieron a hacer igual que en la otra Cárcel a la salida y entrada, que fue a las 5 de la tarde, y ya todos juntos, en una camioneta de viajeros, custodiados por los guardias, nos llevaron a la frontera, donde nos entregaron al Cónsul de Hendaya.
Toulouse, 23-7-37
Leído y aprobado
=José Yanguas=
LO QUE EXPONE YANGUAS SOBRE LAS CAJAS DEPOSITADAS EN EL BANCO
Las cajas me las entregó D. Eliodoro para que las pusiera en el Banco a nombre de ciertos señores, para lo cual me dio instrucciones; como yo no domino el francés, le dije a Blanc que me acompañara para que él pudiera explicar que yo quería que se hiciera, y él, creo se acordará, que yo no quería ponerlo a mi nombre, pues sabía que me exponía todos los viajes a no llegar, pero como el seguir dejando en casa de Blanc era expuesto, las dejamos y yo de regreso a Bilbao le expliqué el caso a D. Eliodoro, quedándonos de acuerdo para que él vendría muy pronto a Toulouse y lo arreglaría, pero como se pasaban los días y no venía, le volví a decir cómo no se lo daba al Sr. Oruezabala y me dijo: “Mañana o pasado mañana le pondré un telegrama al Sr. Oruezabala para que se entienda con Vd. y a los cuatro o cinco días de esto vino a Toulouse conmigo y le dije: “Ahora puede Vd. arreglar el asunto del Banco y me dijo: “Hoy no puedo porque me marcho, pero a la vuelta lo haremos”.
De vuelta a Valencia llegamos muy tarde, pues hasta cenamos en el campo y a las 12 de la noche nos marchamos a Bilbao, cosa que no pudimos hacer por mal tiempo, regresando a Toulouse a las 3 ½ horas de la mañana y le volví a recordar que así que nos habíamos vuelto podíamos arreglarlo, pero enseguida acordamos de volver a cargar gasolina y hacer otro intento al amanecer, llegando a Laredo a las 6 y cuarto.
En cierta ocasión (que no recuerdo fecha, pero creo muy próximo al día del accidente), me habló el Sr. Michelena para decirme que tenía el encargo de solucionar este asunto y yo le dije que me marchaba y que yo le avisaría para que viniera, pues como pensábamos de parar para revisar y reparar aquella misma semana yo quería estos días que estuviera sin volar, arreglar todas mis cosas lo mismo que eso.
¿Del por qué yo me saqué el dinero aquel mismo día y me lo llevé?. No es verdad, pues lo que hice fue sacarlo de mi Banco y llevarlo a otro, pues de ese dinero gran parte era mío, puesto que como no me mandaban el dinero en la fecha que debía de haber sido, yo pagaba las cosas con dinero mío; pero este detalle creo está solucionado desde el momento que si Espinosa no cede el viaje del domingo a los rusos, yo le hubiera llevado a él sin haber estado para nada en ningún Banco, y yo no hubiera estado aquí el lunes para llevarlo a él, pues si el viaje se hizo fue por su insistencia, puesto que en el avión se estaba ya trabajando para reparar, pues en el viaje anterior de Barcelona a Toulouse no lo hemos podido hacer por no poder pasar sobre los Pirineos y como volábamos entre nubes, decidí ir por terreno enemigo, sin calar abajo hasta el mar, y como volábamos a la altura de Pasajes y había bastantes nubes, me fui a Laredo para traer a cuatro señores que Irala me había dicho era de mucha urgencia que llegaran a Francia.
Toulouse, 23-7-37
Leído y aprobado
=José Yanguas=
(...) cierto es que Milosevic y Mladic gozaron del mismo apoyo popular en su aventura genocida que medio siglo antes había tenido Hitler en Alemania. Sólo la fuerza y determinación de EE.UU., una vez más, lograron parar aquello. Después de Srebrenica.
Es bueno recordarlo ahora aquí en España cuando algunos dicen que 300.000 votos en una región española legitiman una opción criminal. Mladic, y por supuesto Hitler, tenían muchos más votos que BILDU."
HERMANN TERSCH, pensador ultraderechista espanol, heredero de aquellos fusiladores fascistas de Zarautz, hoy en FatxABC.es
Publicado por: Donatien Martinez-Labegerie | 05/27/2011 en 12:17 p.m.
“En algunos ámbitos del conocimiento –física de materiales- somos muy buenos. Pero en todos los ámbitos del conocimiento somos conocidos.”
“ Un universitario debe expresarse en la mayor cantidad de idiomas. La mejor defensa del euskera es tener personas que hagan sus tesis en vasco, defendiéndola luego en el mundo en cualquier otra lengua.”
“En esta casa nunca se va a silenciar una idea. Contrastarla y convencer a su dueno de que no es la correcta, es la clave de nuestra casa, la Universidad, y creo que eso debería suceder también ahí fuera, en las otras casas”
INAKI GOIRIZELAIA, Euskal Herriko Unibertsitatearen Errektorea, gaur nazional botaldiko GARA egunkari ospetsuan.
Dentro video:
http://www.gara.net/bideoak/110527_goirizelaia/index.php
Publicado por: Donatien Martinez-Labegerie | 05/27/2011 en 02:31 p.m.