Por: Borja Vivanco Días (Doctor en Economía y Licenciado en Sociología)
Los incondicionales seguidores de Hugo Chávez le califican de “demonio”. La oposición política, mientras tanto, lo estima como un “ángel de la guarda” venido del País Vasco. Se trata de Luís Ugalde, jesuita nacido en el año 1939 en la villa de Vergara y quien -durante veinte años-ha sido rector de la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello, fundada en Caracas. En los últimos doce años, Ugalde ha sido conocido en la sociedad venezolana por no ahorrar críticas al “populismo”, a los “abusos de poder”, a la “corrupción” y a la falta de “calidad democrática” de la “era Chávez”, a través de sus contundentes artículos periodísticos en la prensa censurada y otras intervenciones públicas.
Pero en realidad, más que un duro opositor a Chávez, el misionero vasco Ugalde ha sido su “contraejemplo”. El excentricismo y la demagogia irritantes del presidente de Venezuela hacen aguas cuando se contrastan con la sobriedad y la serenidad del discurso y del comportamiento del rector universitario. La desmedida “ambición de poder” de Chávez le ubica en las antípodas de las lecciones de ética política del despejado profesor. El manido argumento “patriotero” del chavismo se desvanece frente a la mente universal de un vasco transformado, en cuerpo y alma, en venezolano. Y el “carismático” militar golpista metido a político queda enseguida en evidencia ante la valentía del intelectual formado en diferentes universidades. De ahí que Ugalde ha gozado de una autoridad moral que le ha convertido, a la vez, tanto en uno de los principales baluartes de la heterogénea oposición política como en uno de los enemigos acérrimos del régimen chavista y más difíciles de batir.
¿Qué es lo que le ha movido, a una personalidad universitaria como Ugalde, a tomar partido contra el chavismo?. ¿Cómo este jesuita, sin renunciar a su identidad vasca, ha llegado a sentirse venezolano por los cuatro costados?. Desde los tiempos del navarro Francisco Javier, los jesuitas han sido llamados a mimetizarse con las culturas y a comprometerse, de principio a fin, con las legítimas aspiraciones de los pueblos a los que arribaban. Hoy sorprende que hasta los años 60 era un hecho usual que los jesuitas vascos, que apenas salidos de la adolescencia marchaban destinados a América, África o Asia, no regresaran nunca a su tierra natal. El liderazgo social que Ugalde ha alcanzado en Venezuela nada ha tenido que ver tampoco con el afán de protagonismo que, como es sabido, tanto distingue a Chávez. Más bien, debe entenderse en clave de “liderazgo ignaciano”, en alusión concretamente al pensamiento y a la experiencia vital del fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola. Es decir, su “modo de proceder” ha tenido como guía “dar testimonio”, “servir de ejemplo”, “vivir de manera heroica hasta lo más ordinario”, “no excluir a nadie” y cultivar el “ingenio” con el fin de no afrontar las preguntas de hoy con las respuestas de ayer. Justamente llama la atención que, en ocasiones, Ugalde haya recurrido a palabras en euskera para describir la situación política de Venezuela, tan sui generis y que no rara vez es difícil de definir en cualquier idioma. En resumidas cuentas, las escuelas de liderazgo no deberían desatender al conocido como “liderazgo ignaciano” y a los jesuitas que, como Ugalde, lo han hecho suyo durante casi medio milenio.
Hace unos días se han celebrado las singulares elecciones primarias de Venezuela, en las que salió elegido el candidato de la oposición que se enfrentará a Hugo Chávez el próximo otoño. La oposición está en su mejor momento ante el desgaste político de Chávez y la grave enfermedad que el presidente sufre añade las correspondientes dudas respecto a sus posibilidades de continuidad al frente del país.
Ugalde ha sido una de las más notables figuras del mundo universitario de América Latina, como lo fue hace algunas décadas el también jesuita vasco Ignacio Ellacuría. Ha presidido asimismo, durante un decenio, la asociación que agrupa a la treintena de universidades jesuitas de América Latina. Ignacio Ellacuría y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador se distinguieron, durante los años 70 y 80, por su denuncia de la represión que el Gobierno militar derechista ejercía. Por su parte, Luis Ugalde -desde los mismos ideales cristianos y de promoción de la justicia- lideró su universidad, reuniendo en torno a sí a profesores y alumnos, en aras de transformarla en el principal “foco de oposición intelectual” a la degenerada “revolución bolivariana y socialista”.
Ugalde pertenece a la legión de jesuitas vascos que marcharon a Venezuela a lo largo del siglo XX. Edificaron colegios, bibliotecas y universidades en dónde nunca existieron, como la mejor simiente para respaldar el desarrollo cultural, económico y social de Venezuela. Fe y Alegría, el más relevante movimiento de educación popular de América Latina y que cuenta hoy con cerca de 3.000 escuelas, fue fundado por el jesuita y misionero José Maña Vélaz.
Hay que subrayar el papel que los jesuitas vascos jugaron a la hora de forjar la importante corriente política democristiana en Venezuela, como simbiosis de la doctrina social de la Iglesia y de la tradición católica del país. Precisamente el anterior presidente de la nación, el democristiano Rafael Caldera, fue antiguo alumno del colegio de San Ignacio que los jesuitas regentan en Caracas. Y que cientos de exiliados nacionalistas vascos encontraran refugio en Venezuela, con ocasión de la Guerra Civil española, se debió en parte a la influencia de los misioneros de la Compañía de Jesús sobre la clase política del país, previamente formada en sus selectos colegios.
Todavía hoy, más de medio centenar de jesuitas de origen vasco viven y trabajan en Venezuela, dedicados mayormente a la enseñanza y a la atención pastoral. Y, naturalmente, Ugalde no es el único que se cuenta en la lista negra dé Chávez.
Lo bueno de Venezuela es que estar en la lista negra de Chávez no implica nada malo para quien la integra.
En España te encarcelan o torturan si estás en la lista negra de JC Borbón, el rey felón.
Ate imaginas, Inaki, al de la bisera encarcelado como Otegi?
Publicado por: Donatien Martinez-Labegerie | 03/16/2012 en 10:45 a.m.