El señor Ricardo de la Cierva y de Hoces fue nombrado hace todavía poco Ministro de Cultura. Hombre relevante, licenciado y doctor en muy diversas disciplinas del saber y cosas así... Y sin ánimo de ofensa, panegirista destacado del franquismo, en tiempos pasados.
Nacido en el año 1927, es obvio que no pudo participar en la guerra civil; pero sí ocupó altos cargos en los gobiernos franquistas posteriores. Siempre relacionados con la cultura, como por ejemplo: Director General de la Cultura Popular, Cultura Hispánica y otros de semejante especialidad y alcurnia.
No tengo el gusto de conocer personalmente a tan ilustre personaje, aunque sí hemos tenido algún encontronazo epistolar, cuando desde las columnas del diario "El Alcázar", lanzó contra mí un dardo envenenado. Del que no pude acusar recibo, porque en aquel entonces me encontraba alojado en la prisión de Carabanchel. Además, en ese terreno no podría medirme con él, porque nuestros pesos son muy desiguales. Pero sí pienso que en el terreno del hombre puedo batirme con él, si me lo permite el señor Ministro. Pero mi audacia no tiene mérito alguno. La osadía hubiera supuesto un grave riesgo en otros tiempos -todavía no muy lejanos- , cuando yo deambulaba con nombre supuesto, por los mundos de un régimen de cuya filosofía no quiero acordarme. Pero quiero pensar que un humilde servidor puede hoy mirar cara a cara a un príncipe de la cultura, al igual que ahora pueden hacerlo los japoneses ante su emperador, Hijo del Sol... Afortunadamente los tiempos cambian; no sé sí en el pensar, pero sí en el posicionamiento acomodaticio de las personas públicas.