El 25 de octubre de 1979, los vascos aprobaron en referéndum su Estatuto de Autonomía. El de Gernika. El Lehendakari Leizaola, desde el exilio de París, siguió con atención la jornada rodeado de sus colaboradores. Pocos ya. D. Manuel de Irujo, había regresado en marzo de 1977 para estar presente en la Asamblea Nacional que el PNV organizó en Iruña. Sus palabras, "Cuarenta años de exilio os contemplan" fueron un grito, contra aquella vida, representada por unos hombres que con una total precariedad de medios, habían sido por espacio de ese tiempo, lo vasco en el exterior.
D. Manuel de Irujo, en el mitin de cierre de la Asamblea, en el Pabellón de Deportes "Anaitasuna" recordó al Lehendakari Leizaola. El recinto, cayó en aplausos. Y es que Leizaola, a pesar de que la transición política había comenzado, continuaba en el exilio como un símbolo que solo volvería, cuando lo que él representaba, el estatuto de 1936, tuviera un nuevo texto plebiscitado por el pueblo vasco, igual o superior al aprobado en aquellas dramáticas circunstancias.
Pero fueron muchas las presiones que se recibieron, para que Leizaola hiciera lo mismo que el Honorable Tarradellas que se presentó en Madrid e instauró una "sui generis" Generalitá. Pero Leizaola no era Tarradellas, ni por personalidad, ni por trayectoria histórica. Leizaola era el símbolo de un Gobierno Vasco en el exilio, de un Gobierno de concentración compuesto en su día por el PNV, ANV, PSOE-PSE, PCE y dos partidos republicanos. Tarradellas era él. Solo él.
En enero de 1979, y como consecuencia de la aprobación de la Constitución española de 1978, el PSOE-PSE, decidió retirar a su Consejero Iglesias del Gobierno con la argumentación de que si el Gobierno Vasco en el exilio había surgido de la Constitución republicana de 1931, aprobada una nueva, ya no tenía razón de ser la presencia de un Gobierno Vasco en el exilio. Con este gesto, poco elegante y consecuente, liquidaron una presencia que había durado desde el 7 de octubre de 1936 cuando en Gernika tres socialista, Aznar, Toyos y Gracia, formaron parte del Gobierno Vasco, presidido por Aguirre.
Otra presión adicional fue la composición del Consejo General Vasco tras la reñida votación, que dio su presidencia al socialista Ramón Rubial. Si bien, estos pretendieron que lo presidiera Leizaola, para lograr que el Lehendakari abandonase París, el PNV, al presentar la candidatura de D. Juan de Ajuriaguerra, hizo que, con el apoyo de UCD, los socialistas presidieran este embrión de autonomía. Más tarde, lamentaron este error públicamente.
Pero Leizaola seguía tercamente en el exilio, como una especie de bandera estatutaria. El PNV se reunía con él en Villa Izarra, sede de este partido cerca de Bayona, en Beyris. También los parlamentarios vascos se reunieron con el Lendakari en Askain y hasta el propio Consejo General Vasco fue a visitarle a Donibane Lohitzun.
La carga simbólica de Leizaola era pues, muy fuerte. Representaba mucho: la guerra, el exilio, la lucha indoblegable del pueblo vasco, las relaciones con los vascos del exterior, la herencia de Aguirre, la esperanza...
Él, con su viejo sombrero, cogía diariamente el metro y se presentaba en la Delegación, el 48-50 de la Rue Singer, en el distrito XVI de Passy en París. Era lo último que quedaba, pero su placa en la puerta "Delegation Basque" seguía teniendo una fuerza poderosa. Cada vez más, la prensa del estado, la vasca y la extranjera, se interesaba más sobre la vida de aquellos hombres, cubiertos durante cuarenta años por una espesa capa de silencio. Hasta que un día, en el EBB, tras la aprobación por referéndum del estatuto se consideró oportuno comunicarle al Lehendakari Leizaola que ya podría regresar a casa.
Recuerdo el día y la reunión. Fue el 31 de Octubre. El 25 había sido el referéndum estatutario. Nos reunimos con él en Villa Izarra. El Partido le transmitió el interés por su vuelta en aquella nueva etapa política. Leizaola, sencillamente, manifestó que él no merecía ningún homenaje. "La legalidad no viene de la ley, sino del pueblo. El pueblo, en 1936 estaba organizado como República, y ahora no. Yo me atengo a la opinión del pueblo expresada hoy".
Pusimos fecha. El 15 de diciembre.
Y le organizamos el recibimiento que merecía. Previamente fletamos un avión. Cargado de periodistas el "Francisco de Orellana", de Aviaco, hizo el vuelo en el día.
Apunté en grandes trazos lo ocurrido aquel sábado 15 de diciembre de 1979:
“Hoy es el día esperado. Por Euzkadi y por todos aquellos que durante 42 años han creído en la Institución. Por los hombres que han vivido y trabajado en las Delegaciones de la Av. Marceau y Rué Singer. Por los que durante 43 años han mantenido la llama de la representación de Euzkadi en el exterior. Todo un exilio que ha acabado el sábado 15, con una Delegación llena de periodistas y de cajas de documentos.
El lehendakari, estrena sombrero. Llega a su hora habitual. En su metro habitual. Sigue dándole, imperturbable, los últimos toques a su discurso a pronunciar en Gernika. El de San Mamés, no ha habido forma de que lo preparara por esto. Quería improvisarlo, y lo hizo.
A las 11,30 llegó el autobús que habíamos alquilado. Después de despedirse de Antoñica y de Basurde, que quedaban en la Delegación como guardianes de tanta historia acumulada, cerró simbólicamente la puerta de cristal rodeado de una nube de periodistas y fotógrafos. Sube al autobús para llegar con toda la caravana, al aeropuerto de Orly. Nunca el Lehendakari habíase visto fotografiado en tantos años de exilio rodeado de tanta prensa y tanta expectación. Cada gesto era fotografiado. Cada palabra suya, era grabada. La prensa era tanta que se turnaba a la hora de trabajar. En 1974, cuando su viaje clandestino a Gernika en el Aberri Eguna, lo que hacía el Gobierno Vasco no era noticia y costaba gran esfuerzo conseguir media línea en cualquier periódico del mundo. Ahora, el avión iba a llenarse de prensa vasca, estatal y extranjera para cubrir un hecho singular. El cierre de la Delegación, y el regreso del presidente del Gobierno en el exilio, más antiguo del mundo.
En el aeropuerto esperan sus tres hijas, que le acompañarán en el viaje. También le esperan sus nietos y yernos. Asimismo representantes de la colectividad en París que despiden a su Lehendakari. El servicio de seguridad vigila discretamente. Llega el avión de Aviaco, procedente de Madrid con periodistas. Revisión a la salida, y revisión dentro del avión. Tanto trámite francés atrasa en una hora la salida del vuelo. La Compañía aérea tiene atenciones con el Presidente. Por el intercomunicador le saludan en euskera, ofrecen champagne y canapés, y notifican la entrada del vuelo sobre Euzkadi. Despiden cariñosamente al Lehendakari a la llegada a Sondica y atienden cualquier deseo.
El recibimiento en Sondica, es, indescriptible. Se da tiempo a la prensa para que abandone el aparato por la parte posterior del avión, para poder tomar nota del histórico momento. Todo preparado, el Lehendakari saluda desde la portezuela, entre los aplausos, las lágrimas y la emoción sin par de un pueblo que se ve representado por aquel hombre que es toda una página en la vida e historia de Euzkadi.
El resto es conocido.
En París, quedaba la Delegación. Anteriormente había estado en el número 11 de la Av. Marceau.
Fue comprado aquel elegante edificio, antes de la constitución del Gobierno Vasco en Gernika. Sufrió, en 1940 la ocupación alemana de París que lo entregó al Teniente Coronel Barroso y al policía Urraca, quienes desde allí, se encargaron, durante la ocupación nazi de "la devolución de los bienes incautados por los rojos". En 1944, los vascos recuperaron el edificio y pusieron allí sus banderas. Hasta 1952 en que el Gobierno francés se lo vuelve a entregar a Franco. El Lehendakari Aguirre no acepta la requisa, ni el edificio, que el gobierno francés le ofrece al presidente vasco en trueque. Un rápido llamamiento de éste, a los vascos de Venezuela hace que se compre una propiedad en la Rue Singer, mientras se reclama el palacete. Pero el tiempo pasa. Se demuele la casita, construyen un moderno edificio y la Delegación Vasca se queda con uno de los bajos. Allí tenía su despacho Leizaola, cuando volvió del exilio.
Estamos en 1988. Han pasado casi nueve años de aquello. Y sobre todo, muchas cosas. Es verano. Sé que Basurde está delicado de salud. Y le llamo a Peru Ajuria "Oye Peru, ¿por qué no nos damos una vuelta por París, visitamos a Basurde y vemos como está la Delegación?. De acuerdo. Decirle a Peru: París, Delegación y Basurde es conseguir de antemano el sí.
Con Peru Ajuria, la relación es antigua. Me solía escribir y enviar cientos de recortes a Caracas, en sobres perfectamente hechos, bajo mi nombre de "guerra" Ignacio Romero. En Orly, ya se sabía. Cualquier viaje que tocara Paris, allí estaba Peru, con su Peugeot, haciendo el recibimiento y facilitando las cosas.
Aquello que le proponía no era un viaje. Era un reencuentro.
Salimos el domingo 14 de agosto. Pusimos a cero el marcador desde la Pza. del Sagrado Corazón de Bilbao. Al llegar a Paris, marcaba 930 kms. Habíamos salido a las siete de la mañana. Llegábamos a París, tras algunas paradas, a las cuatro y media de la tarde. Una matada.
Era domingo. Hacía calor. No había apenas parisinos, pero la ciudad estaba llena de turistas. Esos días, una extraña avioneta, quitaba el sueño de las autoridades que no podían averiguar quién sobrevolaba su ciudad en vuelo casi rasante. En Euzkadi, la guerra de las banderas había bajado en su virulencia y en Donosti se recrudecía la de las casetas. El empresario Revilla seguía secuestrado y los periódicos apenas tenían noticias.
Por la noche llamamos a Basurde. "Basurde" que en castellano significa jabalí, está “fastidiado”, como dice. Quedamos en vernos al día siguiente en la Delegación.
El lunes 15 de agosto, es fiesta. También en Francia. No hay nadie en las calles. En coche, llegamos a la Rue Singer. Nos parecía mentira que pudiéramos estar por las calles de Passy, en un coche matrícula de Bilbao cuando nuestras llegadas a la Delegación eran siempre ante la representación de una Euzkadi aherrojada y ante unos locales, llenos de gente.
Aparcamos el coche. Ante nosotros un vehículo aparcado. Su dueño, probablemente, habría salido aquel largo fin de semana y lo había dejado bajo un árbol, el único árbol elegido por los pájaros para concentrarse. De toda la calle, aquel árbol-pajarería, había dejado al nuevo vehículo, en condiciones deplorables. Peru y yo nos reímos por la coincidencia y pensamos en la cara del dueño del coche cuando el martes fuera en su búsqueda.
Bajamos las escaleritas que dan a la Delegación con las persianas bajadas. No había estado allí desde 1981. Esa visita, y otra con un periodista, eran las dos únicas veces que había vuelto desde diciembre de 1979. Dentro, nos esperaba la esposa de Basurde, Lucía Eguiguren, quien nos dice que su marido no sale de casa, nos deja la llave y quedamos en irle a visitar a la tarde. Le entregamos una botella de Rioja que le hemos traído, de marca "Faustino V". Cosecha 1982. Se llama como él. Faustino, aunque todos le conocen por Basurde y hasta su mujer le llama así, se llama Faustino Pastor. Ya una vez, en tiempos de la ocupación alemana, y cuando hacía de enlace, llegaban a las oficinas del partido, paquetes enviados por su madre, lógicamente, con su nombre. Y allí se acumulaban, porque nadie sabía quién era ese tal Faustino Pastor hasta que un día le preguntaron -Oye Basurde, ¿tú conoces a algún Faustino Pastor?. Estas hablando con él contestó ante la sorpresa de Ulesi.
Pero en realidad, ¿quién era este Basurde?.
Este es el Basurde que queríamos visitar.
Previamente, nos dimos una vuelta por Versailles. El Palacio estaba cerrado. Vimos sus jardines. Vivaldi hacía bailar el agua de las fuentes. Tamaña magnificencia estaba amasada en el sudor y la sangre de miles de hombres y mujeres a los que no se les consideró nunca ciudadanos y que un 14 de julio de 1789, tomaron La Bastilla. Pero su obra quedó para beneficio de turistas y para “glorias" de Francia, que en su fuero interno, desearían tener otro Luis XIV. Y pensar, le decía a Peru, que esta rama dinástica viene de Enrique IV de Francia que fue Enrique III de Nabarra, el último monarca independiente de lo que restaba del Reino Vasco tras su conquista por Fernando VII. Desde que este monarca dijo que "París bien valía una Misa" se consumó la división en las dos ramas que hoy se mencionan sobre todo por TVE cuando dice que han sido capturados vasco-españoles o vasco-franceses. En Enrique III comienza la dinastía de los Borbones, llamada a dominar Europa en los dos siglos siguientes.
Pero había que dejarse de divagaciones históricas. Pasamos por Chatou, el lugar donde Peru Ajuria, vivió más de diez años en París y llegamos nuevamente a la Delegación.
Nos dio tristeza. Era como entrar en el Palacio de Invierno tras el saqueo. Allí estaba el cuarto donde se hacía OPE, el boletín diario de la Oficina de Prensa Euzkadi. Máquinas de escribir antiguas hablaban de lo que había sido. Pasamos y fotografiamos el despacho de Itarko, el lugar donde había estado instalado un consultorio atendido por el doctor Lasa. Todavía quedaba una copia en yeso del busto del Lehendakari Aguirre. El original habíamos logrado, que lo trasladaran a Ajuria Enea.
Todavía quedaba el despacho de Irujo, hablando de él en cada recuerdo. Su mesa, el lugar donde tenía su máquina de escribir y desde donde mantenía correspondencia con todo el mundo. Sus libros. Su vieja lámpara que había estado en el despacho de Aguirre.....
Y el despacho de Leizaola. Con los muebles intactos. Con su presencia ambiental. Dos jarrones chinos, el documento del Pacto de Bayona y su mesa desde donde aquel mes de diciembre tantas declaraciones había realizado. Y su silla. La misma silla que utilizó el Lehendakari Aguirre. El cuero, se resentía por la humedad. Peru y yo, nos miramos. Quitamos los cojines y la metimos en el coche.
“Esta silla se va a terminar de pudrir aquí”. Y esta silla es parte de la historia de Euzkadi. Nos la llevamos. Algún día tiene que estar en un Museo. Y al día siguiente, con la silla presidencial a cuestas, volvimos a Euzkadi un poco entristecidos al ver nuestra querida Delegación, tan abandonada. E hicimos un informe para que se resolviera su situación.
Pero no éramos nosotros los únicos preocupados por la situación de las oficinas vacías. Íbamos a hablar con quien se despierta de noche soñando con la puerta de cristal que la separa del exterior. Es decir, con Basurde.
Estando haciendo la labor, casi litúrgica, de trasladar la silla al coche, sonó el teléfono. Era Basurde que le decía a Peru que cogiera su ampliadora y se la llevara a su casa. Se la regalaba. También que cogiera sus viejas fotos, puestas en la pared del despacho que había sido del secretario del presidente. Allí se podían ver fotos de Basurde con una ametralladora, en el frente, fotos de la Delegación de la Avenue Marceau, fotos de los lehendakaris Aguirre y Leizaola, fotos del entierro del Lehendakari con Juan Ajuriaguerra tocado de un sombrero de ala ancha y sobre todo, muchas fotografías de Donosti y Bilbao; porque Basurde compra en el Mercado de Las Pulgas, viejas tarjetas postales que luego fotografía.
Dejamos la Delegación con un nudo en la garganta. Y nos fuimos a casa de Basurde. Cerca de la Delegación.
Subimos los cinco pisos de un apartamento amplio, que en su entrada tiene una pequeña reproducción del famoso Gernika, que no es lo que más le gusta a Basurde, pero "hay que tenerla porque yo estuve allí el 26 de abril de 1937".
Allí nos recibió el recio jabalí. Con su aire de Burt-Lancaster, así le llaman también, y su fastidio por no poder salir de casa, él que levantaba sacos de cien kilos.
Basurde recibe el periódico DEIA. Basurde está pendiente de lo que ocurre en Euzkadi. Basurde es miembro de la extraterritorial de París. Basurde está entristecido porque sus amigos donostiarras se han ido a EA, el partido al que siempre ha servido ciegamente porque lo fundó Sabino Arana y porque dividir una organización así "no se hace. No hay derecho", dice con pena. Es más. “Tengo amigos que se han ido a EA, pero no entregan su viejo carnet del Partido, porque es parte de su vida. Y entonces ¿por qué se han ido?”. Pero él, está preocupado por su Euzkadi, su pensión, su viejo partido. Sus cartas postales. Sus fotografías. Su salud. Una vecina pelmaza que no le deja casi ni hablar en casa porque le molesta el ruido y sobre todo por su Delegación. La puerta de cristal de la Delegación, que cualquiera puede empujar, meterse, y. . . luego ¿qué?.
Se levanta. Le lleva a Peru a una habitación. Vuelven con un montón de revista de fotografías encuadernadas. Se las regala. "Tu harás mejor uso de ellas que yo”.
Hablamos de muchas cosas. Tienen una hija que vive en Eibar, con su marido e hijos pequeños. Uno de los chavales, en la ikastola, cuando proyectaron la película y apareció su aitona con la ametralladora en el frente se sintió el héroe del curso. Está orgulloso de su abuelo y el abuelo, piensa que esa foto bien justificaba la alegría del chaval.
Su mujer solícita y pendiente de su marido, nos obsequia con unas palmeras. Él habla de sus luchas con la administración vasca. Le reconocieron una pensión por los servicios prestados pero como cobraba otra francesa y la diferencia eran mil pesetas tenía que elegir. "No se dan cuenta que la pensión francesa es mucho menos, al coste de vida aquí y con la vasca ¿alguien piensa que se puede vivir con 55.000 ptas en Euzkadi?. Su amigo Luis M. Etxebarrieta le ha hecho mil informes y gestiones. En Euzkadi, Iñaki Durañona ha hablado con quien puede tener en cuenta el caso. Este se trata con criterios de administración. Sin tener en cuenta quien es cada uno, el real servicio prestado, y las circunstancias que rodean cada petición. Una administración latina, sin ojos, y sin analizar aquella gran tragedia en su dimensión. Eso es lo que entre todos estamos haciendo.
Trato de tranquilizarle y ofrecerle lo poco que pueda hacer. Y le digo: -“No es tu caso. Es el de muchos. No ha habido sensibilidad suficiente para poner al frente de ese negociado, no un administrativo cualquiera, sino alguien con la experiencia suficiente para saber lo que había que hacerse. Con decirte que cuando se gestionó la pensión para la viuda del Lehendakari Aguirre, ésta recibió una notificación donde le pedían enviara un recaudo según el cual debería acreditar que su marido había sido Consejero. Con eso creo, está dicho todo...”
“Si, si, pero está muy mal”, me dice, con razón. “Tengo otra hija aquí y me gustaría volver, pero con esa pensión no puedo hacer nada, sobre todo, porque nadie cotizó por mí durante trece años y la pensión francesa es bajísima”.
“Oye Basurde, le digo. Mándame tus papeles a ver si podemos hacer algo. Estoy seguro que sí. Habrá que tomar el caso no como funcionario del gobierno, sino como hombre de confianza, porque, también lo fuiste, ¿no?”. “No he sido otra cosa en mi vida. Del partido y ¡¡del gobierno!!. Desde que se fue Leizaola, sin que nadie me lo encomendara, he estado pendiente de esa Delegación. De la puerta de cristal. Sin dejar que nadie metiera nada. Sí, una vez sí. Una sra. vasca que no tenía un lugar para meter los muebles, utilizó el lugar como un trastero, y luego no sabes lo que costó sacarla de allí. Y otra cuando vinieron los familiares de unos de ETA y no tenían dinero para alojarse, y les dejé el local. ¡Que iba a hacer!.“
Pero esa Delegación, me quita el sueño.
“Oye, y lo de confianza es en serio. Hasta el punto de que los norteamericanos me condecoraron. A mí y a otros. Pero Juan de Ajuriaguerra, nos prohibió aceptar las condecoraciones porque nosotros habíamos trabajado para la Patria y no para las condecoraciones. ¿Qué te parece?”.
“Mal -le contesto- Cuando hay tanto mangarrán condecorado, sin haber hecho nada y cuando tendréis ahora una pensión norteamericana y un reconocimiento norteamericano que nos habría servido hasta políticamente. Seguramente ahora, Juan, hubiera actuado de distinta manera. Seguro”.
-Pues a Doroteo Ziaurritz, que era el presidente del EBB del PNV, le hubieran dado en Francia, la Legión de Honor. Y tampoco la tuvo.
A mí me dieron este pergamino, como reconocimiento. Creo que es el que mejor está. Tiene en el lacre la bandera norteamericana y la bandera francesa. ¿Te gusta?. Mira lo que dice: “Testimonio. La Dirección de los Servicios Estratégicos Americanos declara que el Sr. Faustino Pastor Gurrutxaga ha servido con la más gran dedicación y una entrega perfecta, la causa de los Aliados antes de la Liberación de Francia para así contribuir a la Victoria. Firmado: David K.E. Bruce. Coronel de los Servicios Estratégicos Americanos. París, 30 de Octubre de 1944. Y el sello lacrado."
Basurde me entrega una fotografía de su pergamino. Él no sacaba fotocopias. En la Delegación no la había. Él sacaba fotografías de los documentos. Y si no, que se lo pregunten a esos aliados, a los que sirvió durante años. En cargo de confianza.
Vuelve a levantarse. Me saca otro documento. Es la fotografía de una carta en francés. Dice así:
RED VASCA DE INFORMACIÓN "GUERNICA".
La red vasca de Información "Guernica" fue organizada bajo la dirección del Sr. Presidente del Gobierno de Euzkadi, José Antonio de Aguirre, cuando éste se encontraba en Nueva York.
A estos efectos, el Presidente Aguirre envió un emisario a Europa, portador de instrucciones destinadas a constituir redes de información: una en el interior de España, otra, en la Francia ocupada.
Estas dos redes recibieron la misión de dirigir todas las informaciones recibidas a los Servicios Aliados instalados en España.
Para la organización del Servicio en Francia ocupada, el Sr. Doroteo Ciaurritz, Presidente del Partido Nacionalista Vasco (muerto tras la liberación), exilado en Francia, y el Sr. José de Mitxelena, se trasladaron clandestinamente a España. Fue convenido que el Sr. José de Mitxelena sería el encargado de la organización material de la red, aportándole el Sr. Ciaurriz su concurso en cuanto su representación de Presidente del Partido Nacionalista Vasco.
Así, en dos meses, de setiembre a noviembre de 1943, se encontraba organizada una red de cuarenta y seis agentes y tres cadenas para el pase del correo en España.
Las redes organizadas, fueron tan abundantes como interesantes. En once meses-setiembre de 1943 a Agosto de 1944 (Liberación)- más de sesenta correos fueron enviados a España, más de un correo por semana.
Por otra parte, la red "Guernica" tomó contacto con redes francesas, sobre todo con aquella del "Comandante Emilio" (Emilio Meyhan, 20 bis Avenue Mac Mah París XVll) que lee confió algunos envíos. Esta relación llegó a ser, por su continuidad, semanal.
Por otra parte, la red vasca "Guernica" aseguró la expedición de todos los documentos de otra red, cuyo "buzón" se encontraba en DAX (Landas) calle Metz, Librería de Lescourgues.
Tres miembros de la red "Guernica" fueron detenidos por los alemanes el 8 de Junio de 1944 en la frontera: la Sra. Viuda Nicolás. El Sr. Joseph Barrenetchea y la Srta. María Echeverría. Los dos primeros murieron en la Deportación. La Srta. Echeverría fue también deportada, pero pudo regresar tras la Liberación.
La Oficina Central de la red se encontraba instalada en Saint Paul les Dax (Landas) Chateau Fourgs, Route de Mont de Marsan.
La red "Guernica" tuvo agentes en París, Angulema, Burdeos, Dax, Bayona, Pau, Lourdes, Tarbes, Ossun, Saint Jean de Luz y otras localidades de los Bajos Pirineos”.
Terminado de leer el documento, me mira y pregunta: ¿Qué te parece?.
Pues me parece muy bien. Pero es algo tan desconocido para el resto de la población vasca que os vais a llevar el secreto a la tumba y la historia la van a contar otros y mal. Harán las novelas, otros y mal. Harán las películas, otros y mal, mientras vosotros no podéis cobrar una pensión como cargo de confianza después de haberos jugado el tipo ante alemanes; franceses colaboracionistas y franquistas de todo pelo, al servicio de ese Gobierno Vasco que paga casi cien mil funcionarios. Increíble. Pero esto lo hemos hecho, vosotros y nosotros. Vosotros con vuestros lógicos misterios. Nosotros, por no haber sabido valorar lo que hicisteis.
Nos miramos. Me fijo en el matrimonio Basurde. Dos productos típicos de nuestro pueblo. Trabajadores, y leales hasta el fin. Consecuentes. Abertzales.
Le pregunto si tiene un grabador. No. Él solo tiene fotografías. Peru se ofrece. Puede ir al hotel a por el nuestro. Y se va. Basurde se pone nervioso. Él cuenta todo sin grabador. No le gusta hablar. Las cosas que no se sepan...
¡Ni hablar!. Vas a contarme cosas de ti, hasta que se acabe la cinta. Luego en Euzkadi, ojala se reconozca lo que hicisteis y se escriba sobre esto. Si este trabajito, un 15 de agosto en París sirve para algo, eso más que habremos logrado.
Vamos, Basurde. Al ataque. Vamos a empezar,
¿Qué hiciste el 18 de Julio de 1.936?
Bueno, voy a empezar por la víspera, el 17. Yo iba de Barcelona a San Sebastián. En aquellos tiempos no había ni los camiones, ni las carreteras de ahora y se tardó lo suyo. De todas formas se notaba algo raro y aunque estábamos acostumbrados a que nos pararan por una cosa u otra, por una revolucioncilla o una huelga, notamos algo especial. Y no solo te paraban los anarquistas. También la Guardia Civil o los de Asalto, o cualquier fuerza de policía. ¿Llevan algo?. No. Pues pasen.
El 17 salimos de Barcelona. Normalmente llevábamos paquetería procedente de Barcelona para no volver de vacío y aprovechar el viaje. Salíamos a las 5 o 6 de la tarde hacia Donosti. Cenábamos en Igualada y llegábamos al mediodía a San Sebastián. Ese día 17 nos dijeron si queríamos cargar fruta en Lérida. No había paquetería. Dijimos que si y fuimos a Lérida. Salimos a las diez de la mañana de vacío de Barcelona y cargamos la fruta.
En Maller, en la muga entre Navarra y Aragón, esos días había habido una inundación y se había roto el puente.
Había que hacer un desvío por Cortés, para volver a Tudela, en la carretera general. Paramos, unos dos o tres camiones, que iban de vacío, nosotros con la fruta y les decimos: "Vamos a tomar un chiquito en el bar. Cuando íbamos a por la gasolina de nuestro motor particular, vemos a unos chavales que gritaban: "¡Viva la Revolución!. No les hicimos ni caso. Cenamos en Tudela y en las Bárdenas nos detiene la policía para decirnos que bajáramos por Caparroso, por un desvío que habían hecho. Así lo hicimos. En Caparroso, donde llegamos tarde a la noche se veía luz en el Círculo Carlista.
¿Seguisteis?.
Sí claro. Pero en Olite nos paró la Guardia Civil, lo mismo que a la entrada de Pamplona, en todos los sitios nos paraba la Guardia Civil. Al llegar al alto de Azpiroz le dije a mi compañero que cogiera el volante del camión que yo me iba a acostar. Así lo hizo. Al llegar a la muga de Gipuzkoa con Navarra, me despertaron unos gritos. Era mi compañero que llamaba a los miqueletes, la policía foral de Gipuzkoa. Pero allí no había nadie. Había parado, porque, normalmente allí nos preguntaban si llevábamos algo.
Ya era el 18 de julio. Seguimos. En la carretera estaban parados los dos camiones que iban de vacío con los miqueletes. No podían seguir pues estaba la carretera cruzada por unos troncos. Los miqueletes nos dijeron que venía la tropa de Pamplona. "Pues nosotros no hemos visto tropa, ni cosa parecida".
Bien es verdad que en la Plaza del Castillo de Pamplona habíamos visto mucha gente en la calle a las tres de la mañana. Pero nada de tropa.
Después, llegamos a San Sebastián. Descargamos la fruta en el mercado. Ese fue el último trabajo de aquel camión. Luego, cuando empezó el jaleo de verdad, lo utilizamos en los primeros momentos, para traer a Donosti leche, fruta y cosas de los caseríos de los alrededores.
Una cuestión tan inesperada, para algunos, como una sublevación militar, me imagino que os cogería de sorpresa. ¿Qué hicisteis en esos primeros momentos?.
Lógicamente esos fueron días de confusión. Pero lo primero que hice fue ir al Batzoki, que no se llamaba así, sino “Euzko-Etxea”. Estaba en el Boulevard. En la parte de abajo se encontraba el café Oriental, con unos billares, y en el segundo piso estaba la sede del PNV. Allí fue mucha gente. Había un gran barullo. Y se hacía de todo.
Yo concretamente, andaba con un coche pequeño que había conseguido y lo utilizaba para hacer servicios varios. Recuerdo una vez que fui con Monzón a Deba. Allí anduvimos con el alcalde Florencio Markiegui, que luego fusilaron en octubre de 1937. También me enviaban a un caserío y a otro, pues en esos primeros momentos de confusión, los milicianos actuaban por libre. "Vete a ese caserío que a ese lo van a fusilar, avísale para que escape”. Yo anduve en esos dos meses haciendo esos servicios.
¿Recuerdas alguno en concreto?
Sí. Un día estaba por allí, en las oficinas del partido, y me llaman. Cojo el cochecito, que era de un tal Laboa, que era un armador, y me llamó Joseba Rezola: "Ven conmigo a Eibar a buscar una ametralladora. Era un lanzado”. Total que llegamos a Eibar, a la plaza de Unzaga. Había un barullo tremendo. Estando allí, aparecen un tal Chopa y un tal Pastor y fuimos a Villafranca y Beasain a por la ametralladora. Toda la noche. Allí, no sé quien, cogió la ametralladora, no sé si un hermano de Joseba o quién y yo concretamente con un fusil, y desde una loma vimos a los requetés gritando: ¡Viva el coronel Beorlegui!. Claro, no hicimos nada y tuvimos que salir de allí, y, cuando vamos a por el coche, estaba ametrallado. Un chalao le había dado por echarle una ráfaga al radiador. Y con Aurora, la mujer de Joseba Rezola y por el monte, hacia Bidania, llegamos a Azpeitia.
¡Vaya guerra Basurde! –le digo-. Pero me imagino que tras esos primeros momentos de confusión iría poco a poco estabilizándose la situación, se darían armas y se organizaría aquel desbarajuste.
SÍ claro. Recuerdo a los donostiarras. Había otros por otros sitios. Así. Ten en cuenta que todavía no teníamos un Gobierno, el Ejército estaba sublevado, los milicianos en la calle, las envidias, las denuncias, la falta de comunicación, la falta de armamento, en fin, un caos. ¡Que dos meses tan terribles!.
Aparte del Santuario de Loyola, me acuerdo del balneario de Cestona. Pero yo andaba suelto. Con eso de que tenía coche, andaba de un lugar a otro, con un tal San Miguel, que luego le mataron. Me acuerdo de un hecho. Mira, toda una noche la pasamos cargando camiones llenos de mercancías y alimentos que estaban en los Cuarteles de Loyola, una vez que los tuvimos en nuestras manos. Allí había muchos comestibles, señal que pensaban en un largo sitio. Había una pila inmensa de bacalao a los que echamos gasolina encima, para que no los pudieran comer los requetés. Y estando haciendo esta operación de carga, nos fijamos. Había unos chicos, en mangas de camisa, pálidos, rodeados de un grupo de milicianos de las MAOC (Milicias Anarquistas Obreras Campesinas) que los iban a liquidar. A uno de ellos le conocía y como yo era bastante bocazas, le grité: ¿Pero qué vais a hacer? No sabéis que hay que llevarles a Zumaya, al comité.
¿Sabes lo que les había pasado?.
Pues nada. Los pobres guisajos eran carlistas, pero vascos, y habían estado presos en Azkoitia, y al ver que entraban los requetés, los de allí, los dejaros libres. Pero en vez de esperar estos a que entraran en Azkoitia, salieron al encuentro con tan mala fortuna, que los milicianos que iban de retirada, los cogieron nuevamente.
Pero yo seguí levantando la voz. Me dirigí a uno de la calle Esterlines y le dije. ¿Pero qué vais a hacer?. Parece que se achantaron un poco. Entre los capturados, había un señor mayor, vestido como de domingo, que también les dijo:
-Yo soy de Solidaridad, soy de los Nekazaris.
¿Os fijáis?. Este no es de los requetés. Y le dejaron. Salió corriendo. Mira a ese le salvé allí la vida.
Ni corto ni perezoso cogí hacia Azkoitia y me traje una camioneta, y les dije a los milicianos que se los llevaran a Zumaya, al comité aquel. Respiramos. ¡Menos mal!.
Cogimos, un par de coches y nos fuimos a Cestona. Allí estaban los que iban a ser posteriormente los integrantes del Batallón Saseta. Al llegar nos dijeron:
-Allí han liquidado a diez.
¿Qué había pasado?. Los habían bajado y los liquidaron. Ahora debe haber un monumento.
De forma Basurde, que tu gestión humanitaria no sirvió para nada.
Así es. Fue trágico. Eso es la guerra.
A quien también vi fue a Andrés Irujo, que hizo una gran labor humanitaria junto a un tal Kareaga que había sido diputado del PNV. Salvaron muchas vidas en aquellos momentos. Lo de San Sebastián, en aquellos dos meses, fue terrible.
Ah ¡Pero yo andaba de un sitio a otro!. Me conocía medio San Sebastián. Que si era boxeador, que si era nadador,... yo tenía bastante cara, y era un salao. Les gritaba a los milicianos, y me dejaban. ¿Eres tú?. Bueno, bueno, y pasaba el control.
Eso sería hasta que se formó el Gobierno Vasco, en octubre de 1936. ¿Te enteraste del hecho?.
Claro. Estuve allí. Por casualidad. Ya sabes que yo andaba suelto. Y estuve en el Juramento de José Antonio de Aguirre como Lehendakari. San Miguel y yo. Mi compañero de fatigas, que como te he dicho antes, lo mataron tras la caída de BiIbao. Estábamos en una loma y al bajar, por las Encartaciones, lo mataron.
Pero en la jura, estuve de curioso, entre el público.
Aquello fue muy emocionante y cuando el batallón Saseta, volvió a Bermeo, decidimos quedarnos con el batallón.
En Gernika hubo una vez un pequeño jaleo. Los del Jagi-Jagi organizaron alguna trifulca en el cuartel de Gernika, en los P. Agustinos, pero luego se calmaron. Ya ves que los líos no son solo de ahora. Pero ya se calmaron.
De Bermeo salimos con pena hacia Gernika. Las mujeres de Bermeo se portaron de maravilla con nosotros. Nos limpiaban la ropa, comida, atenciones. Formidable. Y lo mismo con la gente refugiada. Se portaron da maravilla. Todo el pueblo se portó muy bien Y de allí a Gernika. Elgueta, Gaztelugaitz. El frente. El batallón Saseta cogía el frente desde la costa hasta Kampanzar. Lo que era el batallón de ametralladoras.
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