¿Y tú sabías manejar una ametralladora?.
Estuvimos haciendo maniobras en Gernika. Allí aprendimos. En Gaztelugaitz estuvimos tres meses. Abajo estaba el batallón Otxandiano.
Gritábamos desde las trincheras:
"Los requetés que vengan, que vengan, que les daremos café con leche!!.
Trabajé allí como un negro para hacer las trincheras. Todo ese parapeto que está en la foto, lo hice yo. Subiendo sacos, cortando madera, cavando zanjas...
Mira todas esas burradas he hecho yo. Y ahora no te quiere pagar el Gobierno.
Por cierto Basurde. ¿Dónde estuviste tú, durante el bombardeo de Gernika?.
Estaba en Gernika. Mira, ya lo he contado más de cien veces. Estábamos por casualidad por cuatro días de descanso.
La víspera, el domingo, estuvimos bailando en la plaza de Gernika. Cuatro cabos. El “sindicato” de cabos.
¿De forma que se hacía vida normal?.
Si. La vida seguía. La gente quería vivir tranquila. ¿Tú crees que aquellos requetés no eran vascos?. La mayoría lo eran. Y hablaban euskera, y querían a su pueblo, pero estaban enredados y pagamos todos el pato.
Gernika, pues, hacía vida normal. Recuerdo que hasta me hice una camisa de cuadros.
El lunes 26 de abril, día de mercado, Roque Amunarriz, que había sido capitán de nuestra sección y que era amigo mío desde la época de dantzari, nos dice que tenía la impresión de que iban a bombardear Gernika. Total, que hicieron un agujero detrás del cuartel y colocaron una ametralladora, con un trípode y con una especie de nuez para poderla poner en todas las direcciones, y me dije "Tú te vas a poner aquí si pasa algo".
Y así como el día anterior había hecho sol, aquel lunes era uno de nube baja.
Me acuerdo que vino un avión. Dio una vuelta y echó una bomba. Dio otra y echó otra bomba. Tres vueltas me parece que dio, y se fue. Pensamos que ya había pasado todo y nos fuimos corriendo al pueblo por ver si había heridos y vimos uno en el suelo. Joseba Elosegui se detiene para verle y allí que vemos que vienen otra vez los aviones, pero esta vez de nueve en nueve. Salimos corriendo hasta el cuartel, que estaba bastante lejos, y allí nos cascamos cuatro horas, y yo venga a tirar desde el agujero detrás del cuartel. Joseba venía de vez en cuando, marchaba, y volvía. Terrible.
¿Que hicisteis luego?.
Salimos de allí. Fuimos a la ladera del Bizkargi.
¿Conociste a Lauxeta?.
¡Qué le vamos a conocer!. Nosotros éramos unos jóvenes que andaban por allí. Vascos. Pero unos pinchaúvas. Unos afiliados del montón.
Después del bombardeo vino el final ¿no?.
Sí, pero estuvimos cubriendo desde el Bizkargi tratando de recuperar el terreno perdido. Y estuvimos allí, bastante tiempo. En eso llegaron los del "Euzko Indarra" que era un buen batallón, y casi todos eran donostiarras, que habían estado antes en Asturias y fueron los primeros que contraatacaron. Pero fracasó aquel ataque. El comandante, era un tal Azurmendi, que había estado conmigo en la escuela y luego fusilaron. Luego vinieron otros batallones a atacar. Nosotros les apoyábamos con las ametralladoras.
Mira. Una vez, a mi hermano mayor que había estado con tifus en Bilbao, le estuve cuidando un par de días, y gracias a Rezola logramos lo atendieran porque estaba en un batallón comunista y cuando cayó enfermo, en la central comunista no querían saber nada de él. No sabía qué hacer y me acordé de Rezola y lo que habíamos hecho en Villafranca. Él también se acordaba de mí. Se había hecho muy amigo tras aquella experiencia y logré que le ingresaran en una especie de convento donde las monjas, le cuidaron y salió bien.
Pero murió. Estando yo en uno de los ataques con la ametralladora, me viene y le digo:
Vamos a atacar, y mira, me he comprado un reloj, un omega y les vamos a dar duro etc. ¿Pero, sabes lo que me dijo?.
-Me bajarán fiambre. ¡Qué va, hombre, que va!.
Y se marchó. Y le bajaron herido y murió a los días en el hospital.
Basurde. ¡Qué cantidad de experiencias para un chaval como tú, que no había buscado la guerra y a la que ésta arrastraba de un sitio a otro y de un hecho a otro. ¡Vaya diferencia con la juventud actual!.
Pues sí. Y eso marca una vida, pero teníamos un deber y lo cumplíamos. Sin dar muchas vueltas. Éramos abertzales, del partido y punto.
¿Y el cinturón de Hierro?.
Estoy viendo como lo vuelan. Como en televisión. Cuando lo atacaron, con bombas y una humareda infernal. Me enteré que allí le mataron a nuestro comandante Roque Amunarriz.
Estando en la posición, un buen día viene Joseba Elosegui y nos dice que teníamos que retirarnos. Fuimos a Zarátamo, -me acuerdo como si fuera hoy- y como comían las cebollas de las huertas porque no nos venía el intendente. Estando allí, los requetés entraron en Galdácano. Con su bandera. Nosotros desde la trinchera les disparamos. Salieron corriendo de la plaza, con su bandera y su música, pero no pasaron dos minutos sin que empezaran a dispararnos. Con aviación y todo. Y los que salimos corriendo, fuimos nosotros. En una de estas le veo a un chaval nuestro herido, un tal Garaia, de Mondragón, y le agarré en hombros y salí corriendo. Pero lo tuve que dejar allí. Los requetés estaban ya encima.
De allí bajamos a Arrigorriaga. Las balas eran explosivas. Las hojas de los árboles saltaban.
En retirada nos llevaron a una tejería en Santurce y luego a Balmaseda. Unos días de descanso y por las Encartaciones, sin frente hecho, anduvimos dando vueltas. Recuerdo que de una pequeña loma dispararon y nosotros replicamos. Creo que les dimos por churro y dejaron de actuar. Bajamos al pueblo y me enteré como habían matado a mi compañero San Miguel.
¿Llegasteis a Santoña?.
No. Antes estuvimos en Laredo unos días. Nos bañábamos y los chavales nos seguían cuando nos tirábamos al agua en el muelle. De allí nos fuimos a Jigaje que está en Santander. Ya se había deshecho el batallón Saseta y a mí me habían enviado al Batallón Sukarrieta, cuyo capitán era Vicente Eguia, que después estuvo en Barcelona y cuyo entierro religioso, organizado por Irujo, quería mostrar a Europa, que en zona republicana había libertad de cultos y se respetaba la religión.
Pero no acabó todo allí. Nos llevaron a unas minas que hay arriba de Somorrostro, creo que se llama Setares, y estuvimos allí unos días. Una noche estábamos en la chabola y la gente oyó unos ruidos. Yo era para entonces sargento...
Oye, Basurde, eso no lo habías dicho.
Si, si. También estoy haciendo los papeles para que me paguen. Todavía estoy esperando. Yo creo que están esperando que nos muramos todos. Desde hace tres años. Al final tendré que darles dinero...
De allí en retirada, nos fuimos al alto de Guriezo. Nos pegamos una pechada. También estuvimos en Villaverde de Trucíos. Estando en Guriezo nos dijeron que teníamos que cubrir a los que embarcaban en Santoña. Y una noche, nos dicen: retirada. Ahí también les tiramos a los requetés que venían con su bandera y salieron corriendo. Bajamos a Ampuero. Luego a Limpias. Allí estaban los italianos ya. La rendición. Y ante ellos nos rendimos.
Entregamos las armas y andando fuimos a Castro Urdiales. Los italianos nos trataron muy bien. A los oficiales les trataban como oficiales. Nos llevaban a bañar a la playa de Castro Urdiales, por txandas. Los veteranos cogíamos la txanda de la vuelta también. Nos llevaban un camión con pan. Cogíamos los chuscos.
Y después vinieron los españoles.
"Van a andar uds. mal " nos dijeron los italianos.
Los españoles cogieron a nuestros oficiales y se los llevaron a Santoña.
Y cambió todo. Cuando estaban los italianos venían las familias a visitarnos. Habíamos escrito a casa y venían. Estábamos un grupo de donostiarras y las familias venían a visitarnos. Los italianos les dejaban entrar en el cuartel. Y se les caían a algunos las lágrimas al ver los abrazos y las escenas. Pero al llegar los españoles, se acabó el cuento.
A tí Basurde ¿te fueron a visitar?
Sí. Un día vino mi madre, acompañada de mi tía. Con su bandera española puesta en el moño. Era obligación llevarla. Yo le di unos papeles, unos billetes de Euzkadi. Mi madre se acercó a mí y un alférez le mandó hacia atrás.
Se me revuelve la sangre y me dirigí al oficial:
"Oiga usted. Que hace un año que no veo a mi madre y quisiera hablar con ella Al verme, mi madre empezó a decirme unas palabras en euskera, separada por unos diez metros de distancia.
El oficial le gritó
"Oiga usted señora. Haga el favor de hablar en castellano. Ya tiene edad para haberlo aprendido.
Y a callar.
Oye. Te estoy contando una batalla. Y estoy nervioso. Esa Delegación me ha irritado los nervios. De pensar en esa puerta. Estoy aquí y estoy pensando en esa puerta.
Déjate de pensar en eso. Ya se arreglará. Importa tu testimonio. ¿Os quedasteis allí?.
No. Nos separan y cogen a nueve y en tren, en un vagón separados e incomunicados nos llevan a San Pedro de Cardeña. Allí también nos pusieron en un lugar aparte. A la noche había que ir a hacer el saludo a la bandera. Había que salir y estirar el brazo y tenerlo muy tieso y en alto. Una vez, un guardia civil, al que llamábamos Bergarche, porque tenía la berga, siempre lista, le dio a uno una tunda de palos, por no cumplir este requisito. También me acuerdo que una noche nos metieron en una capilla y un oficial nos separó. Luego, otro día, sin más ni más, nos dicen que nos juntemos y a pie fuimos hasta Burgos. De allí a Zaragoza a un pueblo que se llamaba San Juan de Mazarriba donde decían que se imprimían aquellos famosos cuentos Calleja. Y solíamos estar en grupo y como había una piscina de agua sucia, allí nos metíamos. En aquellos tiempos no se hablaba del Sida, ni de esas cosas, ni de otras enfermedades. Y me hicieron jefe de sección. Se formaron los batallones y en camiones nos volvieron a llevar, y en tren a Calatayud. Bajar, comer, y por unos pueblos que ahora no recuerdo llegamos a Molina de Aragón, para estar unos días.
Un día nos sacan y nos llevan a unos pueblos de la provincia de Teruel. Y allí estuvimos. Mira, a mí me quería mucho el capitán.
¿Por qué?.
Hombre, porque era alegre y bromista a pesar de que estábamos haciendo la carretera.
LA FUGA
Recuerdo también que entre los presos había un tal Etxaburu y uno de Sestao que se apellidaba San José. Estos me dicen que teníamos que escaparnos. Porque había también una serie de soldados bilbaínos, que les habían cogido y los habían enrolado y a quienes preguntábamos cosas. Y sobre todo, qué les parecía nuestra posible fuga. Uno de ellos me decía que para qué, si iban a ganar los franquistas. Y no era de ellos, pero veía que Franco iba para adelante.
Pero nosotros seguimos en lo nuestro. Quedé con Etxaburu y, con otro. Etxaburu tenía que ir a por aprovisionamiento a un pueblo y concretamos: a las cinco y media aquí. Era el 23 de noviembre. Y Etxaburu que no llegaba. Era de noche. Estaba yo con otro y otros tres más. Fuimos al río, como si fuéramos a lavar el plato. Echamos el plato y lo que había dentro y a cruzar.
Y mira por donde, las historias quedan. Una vez, pasados los años, el hermano de Balbino Barriola me dijo: "Oye Basurde. Tú pusiste en el plato, antes de echarlo al río: Por aquí pasó Basurde". ¡Para eso estaba yo entonces!.
Bueno, pues nos juntamos ocho. Hasta el cocinero, que se quería dar el bote. Y además iba cargado de chocolate que había sacado. Era un cocinero de la CNT. De Motriko. Y había dos gallegos, marinos, cuyo sentido de la orientación nos salvó.
Y allí fuimos. Con dos cuchillos grandes. El primero y el que cerraba la fila. Y cerraba, con el cuchillo en la mano y callando, callando, pasamos al lado de la chabola de nuestros guardianes. Afortunadamente había un continuo movimiento de malezas, producido por el viento, que apagaba otros ruidos y silenciosamente bajamos hasta un pueblo que estaba entre los dos frentes y del que se decía que iban los de un lado y los de otro: LOS SUBLEVADOS Y LOS REPUBLICANOS. Total, que nos metimos en un agujero. Dentro, nos dijimos: Y ahora ¿qué hacemos?. Porque en una circunstancia como esa, el peligro está en no acertar con el lugar adecuado y vuelves al lugar de donde has escapado. Además si gritas: ¡Viva la República!, te contestan ellos mismos también lo de ¡Viva la República! y te agarran y al paredón.
El caso es que, primero salieron dos, y no supieron decirnos si era correcta la dirección. Salieron otros dos, y lo mismo. Al final nos arriesgamos, salimos y nos fuimos adelantando y ya casi veíamos el frente republicano. Al poco nos rodearon, gritamos de nuevo, las manos en alto y nos salvamos. ¿Tú sabes el descanso que es eso?.
Nos comimos todo el chocolate y fuimos a Montalbán y luego a Belchite a hacer la declaración, de allí a Lérida y luego a Barcelona. Como no tenía la edad de quintas, me dejaron libre, pero había que comer.
EN EL FRENTE DE CATALU N Y A
Fui a la Delegación Vasca a por los tres meses que no había cobrado, me pagaron diez pesetas al día, creo, y con eso anduve, pero había que ir al frente. Había mucho refugiado. Asturias se había perdido y había mucho grupo de un lado a otro. Yo andaba con los donostiarras, con un tal Salvador, en las tascas. Unos me decían que fuera con ellos a Madrid, otros al Alpino, y unos donostiarras me dijeron que fuera a los antiaéreos. Y me fui con ellos, a la defensa antiaérea.
Allí me teníais que ver en la defensa de Barcelona. Alguna vez hasta di la orden, cuando el bombardeo de la ciudad. Había una batería en Montjuich y tiraba. Pero también cayó Barcelona y salimos de retirada. En un aeródromo de Gerona, nos dieron un buen palo y de allí de retirada en retirada, a Francia. El 13 de febrero. Casi los últimos días…
FRANCIA: COMIENZA EL EXILIO
Nos metieron en el campo de Barcarés. Y mira. También en la vida hay que ser vasco. Tuve suerte, porque en la lista después de dormir en la playa, un gendarme, que era vasco, al pasar mi compañero, que se apellidaba Azkue, dentista, preguntó si era vasco. Al decirle que sí, y decir que yo también lo era, nos dio un enchufe para poder dormir en una caseta donde estaba el grupo electrógeno del campamento donde estaban los gendarmes. Comíamos con los gendarmes, traíamos leña, íbamos a la playa.
¿Cómo salisteis?
Yo había escrito a Jesús Luisa, diciéndole como estaba allí y vino a buscarme Bereciartua y me llevaron a Capbreton.
Oye Basurde. Volvamos a Barcelona. ¿Tú ibas a la Delegación Vasca?.
Íbamos mucho a la Delegación Vasca. Allí estaba Juanjo Basterra. También a un hospital vasco, pequeño, donde estaba la hermana de Rezola.
Y ¿una vez en Capbreton?.
En Capbreton bien. Eran del partido. Gente maja. Pero no había un solo refugio en Capbreton. Había varios. Con grupos de dantzaris. Muy bien. Y yo como era irritzilari iba a ir al “Eresoinka”. Pero vino el armisticio, y se acabó. Total, que estando en esta localidad, nos pilló la guerra mundial y pidieron gente para ir de chófer a Pau. Nos presentamos unos cuatro. Uno de ellos mecánico electricista. Y estuve de octubre a agosto. Hasta el armisticio. Y como me dieron un certificado, eso me vale hoy.
Allí me querían mucho. Era alegre, y cantaba y cargaba sacos. Fíjate. En hora y media, sacos de cien kilos te los apilaba. Yo solito. Así estoy, como estoy. Me ponían con una carretilla antigua los sacos en la espalda y corriendo, corriendo, 150 sacos. Pero vino el armisticio y se acabó. No había gasolina, ni nada. Todos a la calle.
Y no sabía qué hacer. Un mes, sin trabajo y sin nada.
Entonces me dijeron que en Toulouse había un campo de trabajadores extranjeros. Cogí mi maleta y me presenté. Fíjate como actuábamos en aquella época. Hacía cosas que hoy costaría hacer. Y nos pusimos a trabajar en lo que llamábamos la pudrería de Toulouse. Era un mal bicho, el jefe, el capitán Tupicnamú como le llamábamos. Es una especie de patata dulzona. Estabas con la atxurra (azada) y allí venía con un silbo a reclamar. A los cinco minutos volvía otra vez. Por eso cuando pidieron voluntarios para hacer con leña, carbón para los gasógenos, para los coches y camiones, allí me presenté.
¿En qué consistía ese trabajo?
Trabajábamos en un pueblo de arriba, donde hacía tal frío que se te helaba el vino en la cantimplora. Vivíamos en una chabola, hacíamos con fuego el carbón, apilando la leña, trabajando en un caserío, donde te daban la comida y alojamiento. Pero también se acabó este trabajo pues vinieron los de un grupo que había formado Petain que se llamaba "Les Chantiers de la Jeuneuse" y nos remplazaron. De nuevo al campo de Mossac, donde solían llegar los alemanes para llevar gente, no a las vendimias, si no a trabajar en lo que se llamó el "Muro del Atlántico", bases submarinas, bunkers etc. Y escribíamos cartas donde decíamos que estábamos bien. Pero no era así. Estábamos mal.
Los alemanes seguían viniendo y llevando gente. Dejaban unos cuantos, entre los que estaba yo, que no quería quedarme con el Tupicnamur, hasta que nos cansamos de la situación y temprano nos fuimos a Toulouse. Nos presentamos a los alemanes. Protestamos del trato de los franceses y les dijimos cómo no nos habían pagado en dos meses. Total, que viene el pagador y dos gendarmes franceses y nos dice: Ah ¿Vais a trabajar con los boches?. ¿Pues qué creéis -les decimos- que vamos a trabajar con vosotros que nos explotáis?.
Y así nos llevaron a La Pallice, a la base submarina. Trabajábamos por turnos. Doce horas. Seguidas. O de día o de noche. Cuando había el turno de la noche tenías un día de descanso. Cada quince días. Pero con los alemanes podías trabajar. En poner el encofrado y limpiar maderas, pasabas el día. Traían marmitas con té, y con el pan de la cantina tomabas el amaiketako. Y los alemanes no te decían nada. Ahora bien, si te veía sin hacer nada, te pegaba una patada en el ipurdi. ¡Qué batallas!. Como cuando íbamos al retrete. Eso también es para contar. Era una chabola, con un tablón redondo, y allí la gente sentada durmiendo. Entró un alemán y los sacó a patadas. Fui yo y me preguntó: ¿Vienes de verdad?.
Pero no nos podemos quejar del trato alemán de los primeros momentos. Incluso obreros alemanes nos decían que durmiéramos y cuando venía algún jefe, nos despertaba.
Y ¿cómo os entendíais?.
Medio francés, medio castellano. Siempre hay cuatro palabras con las que te entiendes y te haces entender.
Después de allí, con Joseba Elosegui que estaba en Tarbes trabajando en el Arsenal y que una vez vino a visitarme cuando estaba en Pau, fuimos a la abadía benedictina de Belloc. Por allí habían pasado muchos jóvenes nacionalistas. Allí estaban varios. Uno de ellos Jokin Zubiria, Joseba Elosegui, Korta, León Barrenetxea (Leobar) que era periodista y varios más. Pero llegar hasta allí, fue toda una aventura. Date cuenta que estábamos en plena guerra mundial y Francia estaba ocupada y dividida.
Me habían dicho que de La Pallice encontraría trabajo en Burdeos, porque había un capellán del “Hogar de los Marineros” iba mucho a Belloc a hacer sus ejercicios espirituales y llegó a conocer a estos. Y ahí me ves. Cojo la maleta y le digo a un amigo, dos o tres días antes, que me la facturara a Urc, cerca de Belloc; y, un día salgo de allí sin nada, con las manos en los bolsillos, cojo el tren en La Rochelle, pero la estación estaba llena de guardias. Y le veo a una mujer cargada. Le cuido la maleta tranquilamente y entro con ella como si fuera de su familia. La buena señora estaba encantada de mi cortesía y yo, pincho, pincho, en el tren a Burdeos. Los guardias no me dijeron nada; me metí en una tasca, comí el bocadillo que llevaba y a la tarde cogí el tren hasta Bayona. Voy a bajar del tren y la estación estaba llena de guardias. Y los peores eran los gendarmes franceses. Total que seguí hasta Biarritz. Fin del trayecto. Llego y veo dos gendarmes franceses en la puerta. Voy al retrete, salto la tapia, y me voy a pie hasta Biarritz, detrás de la Negresse. Pero ahí no para todo. Cojo el tranvía a Bayona y llegué a eso de las nueve de la noche, me meto en una tasca llena de alemanes, todos mirándome, porque debía tener una cara terrible, y allí recurro a la dirección de una prima de mi madre en la rue des Toneliers. Me presenté a esas horas en su casa, me identifiqué y me dejó pasar allí la noche. Buena gente, menos mal.
Oye. Contándote, esto me doy cuenta que esas cosas no haría yo ahora. Y entonces las hacía con naturalidad y salían bien.
Total que en un autobús, de esos que tenían escaleras detrás y que estaba lleno de gente, arranca, echo a correr y me subo por las escaleras y me pongo encima. De esa forma llegué a Belloc. Me bajé allí, me estaban esperando y estuve unos tres meses.
Hacíamos de todo. Recuerdo que sulfataba las viñas y con Joseba Elosegui robaba las guindas y el cura en la Misa, cuando predicaba, aludía al hecho, y nosotros mirando al techo. Pero a pesar de todo, querían que me quedara, porque trabajaba como un negro. ¡Algunas viñas he sulfatado!. Y con la azada...
Basurde ¿cómo conectas con la resistencia?.
Yo creo que esto era hacia finales de 1941. De Belloc fui a Burdeos nuevamente, fíjate como nos movíamos, sueltos, desperdigados, pero en Burdeos estaba en el “Hogar del Marinero”, como un hombre de mantenimiento. Poner un estante, arreglar una puerta, limpiar los platos. Yo estaba bien. La gente me quería y un día, al salir del portal se me acerca un tal Jokin Pujana, bilbaíno, cojo, y me dice que pedían voluntarios para el trabajo de información. Se conoce que Joseba había dado mi nombre, y me pusieron en contacto con Julián Mateos. Me dijo a grandes rasgos cómo había que trabajar por la causa y esas cuestiones; le dije que sí y con él fuimos a Dax. En Dax estaba Pepe Mitxelena, que era el jefe. Y nos lo dijo muy claro. Era entrega, riesgo y no echarse para atrás. Dijimos que sí y de esta forma hicimos nuestra red en Burdeos.
¿Conocías a Pepe Mitxelena?.
No. Luego supe que había estado en Villa Endara, la sede del PNV y que estaba en relación con los servicios franceses. Él en ese momento vivía en Dax, con toda su familia, en un caserío donde se llevaban todos los papeles que se preparaban en Burdeos. Los de otras partes no sé dónde irían, pero nosotros reportábamos a Dax. Y además nos gustaba ir a aquel caserío, porque en Burdeos comíamos mal y cuando nos tocaba el turno e íbamos, nos daban una buena alubiada.
Y ese trabajo de información hasta que acaba la guerra ¿estaba relacionado el pase de frontera?.
No. Esa era otra red. La nuestra era información. Todo lo que veíamos que podía ser de interés. Cualquier sospecha. Mira, me felicitaron por aquel trabajo. Era un trabajo interesante. Yo tenía una bicicleta que me la robaron en una tasca. Me agencié otra que luego, con la liberación, me la quitaron los alemanes que iban de retirada. Pasé un puente, y al final me esperaban una serie de alemanes desesperados. Pensé, a medida que atravesaba el puente de piedra, tirarla al río, pero igual allí mismo me hubieran liquidado. De forma que quité las bolsas que llevaba y se la entregué. Ya sabes. Cualquier medio de locomoción en aquellas circunstancias, valía oro. Hasta en cochecitos de niños llevaban cosas.
¿No tuviste problemas con los alemanes?.
Menores. Una vez estábamos esperando el tranvía en la plaza de la Victoria, y siempre se llenaba. En una de estas, arranca el tranvía y me agarro a él y siento por detrás que me agarran del cuello y me echan fuera. Era un soldado alemán de la parada.
Volvamos a la información. ¿Como la recogíais?.
Anotábamos si había movimiento de tropas, de pertrechos; y yo como trabajaba en la base de submarinos, allí tomaba hasta medidas del techo, cuando estaban haciendo una especie de túnel; las medidas, todos los datos, tropas.
Una vez me dijeron que había una base de tanques en tal sitio. Y allí me fui con la bicicleta. Le quité la cadena a la bici, como si se me hubiera salido y allí los vi. Y de pronto: Pfuafff!. Eran dos alemanes que me salen como de debajo de tierra, de mis pies. Estaban escondidos entre ramajes.
Cuando les veo, pienso: Me he caído con todo el equipo. Yo iba en plan de trabajo, pantalón azul, para disimular que estaba trabajando. Se me acercan y ¿sabes lo que me piden?. Pues fuego para el cigarrillo. Les di, y salí disparado hacia Burdeos. Pero pasé la información de que allí había tanques.
¿Y tú sabías que era la red "Guernica" para quien trabajabas?.
Sí, claro. Teníamos hasta nuestro nombre de guerra. El mío era "Txindoki", porque yo era montañero y este fue el último monte al que subí antes de la guerra.
PUDO ENTRAR EL PRIMERO EN BURDEOS.
Cuando los aliados desembarcaron en Normandía, el 21 de junio, el llamado "el día más largo", avanzaron rápidamente. Bajaron hasta Nantes y en uno de sus proyectos tenían la intención de bajar hasta Burdeos directamente. Ya sabes que barajaron muchas posibilidades, y ésta era una de ellas. Si la hubieran llevado a cabo, siguiendo hasta Hendaya, yo estaba de acuerdo con ellos y otros para parar a un jeep con un agente de información, y darle una contraseña y entrar en Burdeos. Pero en lugar de ir hacia el sur, fueron al este.
¿Y donde se encuadra el batallón "Gernika" de la Brigada Vasca que luchó en Burdeos?.
Eso fue al final de la guerra combatiendo una bolsa de alemanes que había quedado en el Point de Grave. Ese batallón se formó tras un llamamiento de Leizaola y lo organizó Eliodoro de La Torre. Y mira, en ese batallón había de todo: nacionalistas, socialistas, republicanos. Yo me encargaba de coger a chicos jóvenes que escapaban de la Euzkadi ocupada y les llevaba a Burdeos a enrolarse.
¿Qué papel jugó Pepe Mitxelena en todo esto?.
Total. Trabajaba directamente con Eliodoro de la Torre. Yo me enrolé también en Brigada, de los primeros, y además con el cargo de teniente porque hacía el servicio de la valija París-Endaia y Endaia-París, viaje que realizaba todas las semanas y que comprendía documentación estrictamente confidencial.
El viaje lo hacía vía Toulouse y Orleans y con el papel del cargo, las autoridades me dejaban pasar sin impedimentos.
Pero en esta época, los vascos estábamos muy organizados y funcionaban muchas cosas. Concretamente cerca de París, los norteamericanos e ingleses formaban otras brigadas vascas que luego desgraciadamente no actuaron. Pero allí estuvieron desde D. Iñaki Azpiazu, Primi Abad, Beldarrain, Zubi, etc
¿Cómo era Pepe Mitxelena?. ¿Tenía un carácter duro?.
No. Era muy callado, muy serio, muy reservado. Siempre concentrado.
Ten en cuenta que tenía que aguantar mucho, disgustos, comentarios de uno y otro.
Y al final de la guerra, los norteamericanos os condecoran.
Sí, pero Juan de Ajuriaguerra nos dijo que no aceptáramos. Bueno Basurde, se acabó la cinta. Tienes todavía mucho que contarnos. Volveremos
¡Al final los "nenes del pito" se han salido con la suya en el estadio Vicenrte Calderón.
Fue lamentable ver como los padres animaban a sus hijos a pitar el himno español.
Los chavales -muy majos la verdad- pitaban sin saber lo que pitaban y los padres con cara de culo sonriente se mostraban ufanos de tal fechoría.
Una pena la verdad. Al final ganó de calle el Barcelona y los culés contestos.
A nosotros los colchoneros nos importó un pito (nunca merjor dicho) el partido de marras.
Solo dos cosas más:
1º.- "Nunca mais" el partido de esos equipos en el Calderón.
¡Que listos fueron los merengones!.
2º.- Hay que reconocer que los jugadores en oposición a su hinchada fueron correctísimos con el himno de todos.
Publicado por: alfred | 05/26/2012 en 09:47 a.m.
También había niños en cochecito en la manifa FASCISTA (nacionalsocialista española) que cometió numerosos delitos de enaltecimiento del terrorismo... ¿no los vistes? ¿los sacaron hasta por la tele?
Publicado por: ocasional | 05/27/2012 en 11:02 p.m.
Mira ocasional te pongas como te pongas sabes que no tienes razón.
En Madrid las dos hinchadas fueron tratadas con toda cordialidad. Los nombres de los jugadores se dijeron en castellano y catalán o en castellano y euskera.
¿Y cual fue la respuesta? ¡Aguirre hija de puta, y silbar el hinmo!.
Como dice Txilinasti todos somos responsables de sus actos y los canallas que estuvieron en MI estadio Vicente Calderón se comportaron como cafres.
Y esos cafres eran mayoritariamente del Bilbao. ¡Hasta había culés con la bandera española, pocos, es verdad, pero los había!.
Y los mierdas del Bilbao dando por saco una vez y otra vez. Al final todos los colchoneros acabamos más que hartos.
¡Nunca mais!
Publicado por: alfred | 05/28/2012 en 09:33 p.m.
Alfred:
esa es la realidad, no hay aprecio por españa como nación ni estado, españa no es patria ni madre patria para muchos, y lo expresan como pueden (si quieres con poca educación), ya que no van a quemar el dni obligatorio.
¿No te hace pensar? Negar la realidad no es solución porque no desparece y se hace más grande, si no mira a Bankia.
agur
Publicado por: Fortunato | 05/29/2012 en 12:29 p.m.